En el indispensable libro La agonía de Francia, Manuel Chaves Nogales explica como la ocupación de un país puede empezar mucho antes de ser invadido por un ejército extranjero, gestándose muy a menudo con el empobrecimiento de su vida democrática interna. Releyendo el libro del genial periodista sevillano no he podido evitar trasladar la idea a Catalunya ahora que, anticipándonos a nuevos lustros de sumisión política a España y tras reducir la palabra democracia a base de usarla cada cinco minutos, los partidos catalanes han configurado las listas del 28-A mediante una técnica digital y autoritaria envidiable. Las primarias de convergentes y republicanos en Barcelona, por poner solo un ejemplo, acabaron en papel mojado por obra y gracia de los factótums de Waterloo y Lledoners, lo que muestra perfectamente cuál es la estima que Puigdemont y Junqueras tienen a su militancia. Por otro lado, hemos visto consellers del gobierno Torra aprovechando el 28-A para promocionarse personalmente, como así ha hecho Laura Borràs, quien demuestra por enésima vez que la Conselleria de Cultura no es prioritaria para nadie y que, a su vez y como ya sabíamos de sobra, esto del govern efectiu era una mandanga.

Clara Ponsatí recordaba hace poco el error que comete el soberanismo al entregar el liderazgo del procés a presos y exiliados. Primero, por limitaciones obvias que esperamos que acaben muy pronto, pero sobre todo porque así se le regala al Estado una situación muy fácil de cara a poder comerciar la rendición del independentismo a cambio de un indulto o amnistía. Insistir en la herida de la represión como único argumento, lo hemos dicho ad nauseam, debilita la causa independentista, pero también pudre la vida política del país, puesto que pone muy difícil la necesaria regeneración de los partidos y el aflorar nuevos liderazgos, así como poner fin al habitual chantaje emocional con el que la gente de los partidos afirma que si estás en contra de su estrategia es porque no sufres lo suficiente por los presos. En el libro antes citado, Chaves cuenta genialmente como, antes de la ocupación nazi de Francia, las élites del país adoptaron los tics antidemocráticos hitlerianos y compraron la propaganda de Goebbels para desanimar a la ciudadanía. Así en Catalunya, con unos políticos que vuelven a hablar como si la independencia fuera imposible y que se contentan con organizar excursiones a Madrid para ver si el Escolta Espanya les puede continuar engrosando la nómina.

Cuando la invasión nazi de Francia ya le parecía una catástrofe inevitable, Chaves Nogales recuerda que la decadencia de un país acostumbra a relacionarse con su cuota de héroes por metro cuadrado. La idea me ha recordado la declaración de Josep Lluís Trapero en el Supremo, en la que no solo admitió la sumisión de los Mossos a la judicatura española, sino que también se lanzó a criticar al conseller Joaquim Forn y, sin que se lo preguntase el fiscal, afirmó la existencia de un plan para detener a Puigdemont y sus consellers en caso de que Rajoy lo hubiera exigido. Mientras Trapero (que había sido jaleado como un héroe tras el 17-A y el 1-O criticaba sin tapujos el brazo político del procés) hablaba, a más de un conciudadano procesista se le debieron de cruzar los cables del alma. Porque los héroes caen tarde o temprano de su pedestal y, en el caso presente, tras un nuevo baño de realidad de Trapero, a muchos solo les queda encomendarse a la Moreneta. Pero toda caída del caballo es buena, porque ahora sabemos que si la autodeterminación no es delito, como así reza el nuevo lema del procesismo, el Govern no debería de haber permitido que los Mossos clausurasen colegios electorales el día en que el pueblo decidió votar.

El delirio con el que se ha cerrado este tiempo político nuestro se manifestó una vez finalizada la declaración del mayor, cuando la mayoría de opinadores de la tribu se declararon encantados con su contenido: porque, ya se sabe, cualquier declaración es buena para el procés, aunque mantenga la hipótesis de meter al president 130 en el trullo. De hecho, todo lo que pasa en el mundo, des del cambio climático al aislamiento norcoreano de la red digital, es bueno para el procés. Ahora que el héroe policial del procés ya no vive en el pedestal de los escogidos y que convergentes y republicanos nos han enseñado finalmente cuál es su concepto de democracia, sería una buena ocasión para poner menos esfuerzos en la manifa de turno y mucho más empeño en la necesidad de crear nuevas formas de entender la política en nuestra tribu. Porque lo que esta panda nos está preparando, querido lector, es un entorno de moral española que justificará la ocupación mientras tú todavía sueñas con un referéndum pactado y con la base ensanchada. Si te gusta la idea o no crees que es algo contra lo que estamos obligados a rebelarnos, pues molt bé, pues adiós.