El domingo pasado, un periódico digital del Raval publicaba una entrevista a la ex-presa Dolors Bassa en la que la periodista Txell Partal (¡Catalunya, qué bonitos tus apellidos!) preguntaba a la antigua consellera cuál es la crítica que más le molesta después de haber pasado por chirona. Bassa me hizo un homenaje que le agradezco por delante y empezó diciendo: "Siempre respondo: en vez de estar en el sofá haciendo la crítica, ¡hubieras venido!" (el sofá ya ha adquirido la categoría de clásico y es una cosa digna de tesis doctoral, pues todo el mundo está de acuerdo en que los tuiteros poco comprometidos con la lucha tuiteamos desde el sofá, y no del defecador o en el jardín del Ateneu). Bassa lo remachaba con la misma idea, pero con un tanto más de sofisticación que también apreciamos: "Recuerdo que cuando salimos la primera vez, me decían que no lo habíamos defendido lo suficiente. Sin embargo, ¿quién me vino a defender en el momento que nos vinieron a detener? ¿Cuánta gente había delante de mi casa?".

Doy palmas con manos y orejas y vuelvo a dar las gracias a Bassa, pues, en eso del cinismo y la mayoría de asuntos importantes de la vida, ¡las mujeres suelen ser mucho más claras que los tediosísimos machos! Y califico su respuesta de doble o triple moral, porque la antigua consellera sabe a ciencia cierta que, como se manifestó el 1-O, el común de la tribu estaba más que dispuesta a poner el cuerpo ante la pasma por la causa. Como dijo Manuel Delgado de forma genial, los políticos del procés no castraron la independencia porque tuvieran miedo de los muertos, ¡sino de los vivos! Así hace Bassa, que escuda todos sus incumplimientos (lo escribiré hasta la náusea y pese a quien pese: promesas que ella y sus compañeros habían firmado como integrantes de un Govern y de un Parlament que ellos mismos, y no la Virgen María, habían declarado soberano). Pero lejos de admitir la cara, el incumplimiento y la mentira... Bassa tiene bastantes ovarios como para dar las culpas al ciudadano por no haber evitado su cautiverio.

El argumento es tan bestia, tan delirante y caradura, que vale la pena reposar y analizarlo. Porque si algo sabían a ciencia cierta los ex-presos políticos, era que, durante el 1-O y los días posteriores, la ciudadanía habría hecho los sacrificios físicos que hubiera hecho falta o ―por lo menos, para decirlo de forma más prudente― lo hubieran intentado con tozudez. Si la ANC hubiera convocado un plan de resistencia no violenta (que tendría que haber empezado rodeando el puerto donde se escondían los piolines de la pasma enemiga el mismo día de la votación), ¡miles de bípedos habrían levantado el culo del sofá como si estuvieran sentados en un cactus desértico! El argumento de Bassa es perverso, ya que, sin haber hecho esta convocatoria, la antigua consellera asume la pasividad de los ciudadanos, aun reforzando el prejuicio procesista según el cual un buen catalán habla mucho pero a la hora de la verdad, cuando hay hostias, cierra el chiringuito de casa, enciende TV3 y se mira las bofetadas en el telediario.

No implementasteis el 1-O y no nos pedisteis que nos plantáramos en vuestra casa justamente porque sabíais que la gente lo haría y, bajo un paternalismo mucho más maléfico que cualquier toga española, decidisteis coger la directa y entregaros a la judicatura enemiga

Pues repitámoslo, si hace falta, hasta agotar todos los sacos de tinta. Es mentira. Es falso. No es verdad. A la próxima avisa, Dolors, y ya verás cómo tendrás tu portalón de Tarroella lleno de gente (hazlo con un poco de tiempo, si es posible, porque tendríamos que salir en taxi de Vall-Llobrega y ya sabes que las gestiones en el Empordà tienen su ritmo y los corazoness laten en adagio sostenuto). Te diré más, Dolors. No implementasteis el 1-O y no nos pedisteis que nos plantáramos en vuestra casa justamente porque sabíais que la gente lo haría y, bajo un paternalismo mucho más maléfico que cualquier toga española, decidisteis coger la directa y entregaros a la judicatura enemiga. Es mentira, como dices en la entrevista, que "estamos en las mismas condiciones que el 2017 y todos vemos claro que no hemos ganado". Recontrano: estamos en las condiciones del 2017 justamente porque los líderes del procés han demostrado que sus promesas eran humo y que la represión del Estado funciona.

Precisamente antes de octubre del 2017, un buen amigo preguntó en privado a Soraya Sáenz de Santamaría si España podría llegar a plantearse convocar el ejército en Barcelona. Con su sonrisa funcionarial de costumbre, la antigua vicepresidenta le respondió que el Estado no tenía ni un euro para la gasolina de los tanques, pero que España disponía de entidades mucho más valiosas que un proyectil, como el Tribunal de Cuentas, reducto pseudolegal que permitiría a la administración, digámoslo amablemente, hacer pasar a cualquiera de la vía unilateral al independentismo pragmático. En efecto, a pesar del intento de pax autonómica que Pedro Sánchez ha intentado mediante los indultos, la máquina trituradora de la judicatura sigue mostrando que la implicación de algunos políticos es directamente proporcional al temblor que le pilla a la cartera cuando se la tocas. España no ha necesitado violencia: sabe que cada político catalán tiene una etiqueta con su precio.

Sea como sea, Dolors, ay Dolors, porta’m al ball, te lo ruego. No te rías de la gente con argumentos de taberna. Y, de verdad te lo digo, si algún día lo queréis intentar sin engatusarnos, avísanos: tendrás la suerte de recibir una buena sorpresa. Gratis, faltaría más.