A Cristina Cifuentes no la ha condenado ni inventarse un máster de una universidad de pacotilla ni intentar hurtar un par de tarros de regenerador facial en un supermercado. A la ya antigua presidenta de la Comunidad de propietarios de Madrid la ha condenado eso de ir de moral y de impoluta por la vida, lo cual se traducía a menudo en imputar a sus antecesores conductas éticamente reprobables. En política, o tienes un currículum de monja o caerás muy pronto por faltas que, vista la corrupción que ha ocurrido en la España del PP, son auténticos juegos de niños. Pobre Cifuentes, qué desgracia, destrozada por los mismos tiburones que le debieron recomendar que hiciera un máster a la King Juan Carlos porque era una simple administrativa de la universidad y tal día necesitaría hacer un doctorado para jubilarse como profe. Desdichada Cifuentes, mamma mia, que, después de toda la pasta que sus compañeros de partido hicieron en el Canal de Isabel II, se tiene que largar por intentar robar un par de productos que no llegan a la decena de euros...

Pero cuando vas de legal y de aleccionador por la vida, hijita mía, la existencia se te girará pronto o tarde en contra, pues los medios de Madrid tienen bien guardado bajo llave un cajón bien jugoso de vídeos y documentos que podrían hacer pasar por putanga a la misma Virgen María. Eso que le ha pasado a Cifuentes con el vídeo del supermercado nos sitúa en un precedente peligroso, pues la línea que separa las imágenes de una política hurtando productos de supermercado o metiéndole una colleja a su chófer a la de publicitar visualmente como un representante público está metiéndose una raya de farlopa en un bar o echando un polvo en un rinconcito de Malasaña es demasiado fina como para que algunos medios la respeten. Hay excepciones, evidentemente, porque nunca llegaremos a ver a Florentino Pérez o a Juan Luis Cebrián en situaciones que les podrían hacer subir los colores, pero el asunto Cifuentes nos recuerda que en el país de la falta de ética quien vaya de santo entra a formar parte de la lista de investigados. Cuidado con la moral, que llevada al límite te lleva a la quema.

El asunto Cifuentes nos recuerda que en el país de la falta de ética quien vaya de santo entra a formar parte de la lista de investigados

Fijaos si es curiosa la vida, que un político a quien se ha acusado de no hacer nada como Mariano Rajoy se ha sacado de encima a todos sus hipotéticos sustitutos en el PP sin despeinarse. Primero fue Camps y las americanas, después Aguirre (y toda su corte de caja-cobres con la cabeza rebosante de brillantina) y ahora la pobre Cifuentes, que había osado saltarse el rango administrativo con tal de postularse como lideresa y regeneradora del PP. ¿Querías limpieza, reina? ¡Pues toma, dos botes de crema! De momento, es bastante patente como el político por el cual nadie daba un duro aguanta las embestidas de la fortuna con una salud envidiable. Todo el mundo corre mucho a pronosticar que Ciudadanos se comerá el PP a causa de los casos de corrupción o triple moral, pero los partidos grandes de Iberia siempre han manifestado una mala salud de hierro. Recordad al PSOE de Felipe, al cual después de los GAL y de todo tipo de robos todavía lo votaron millones de personas. Hasta las próximas generales pueden pasar muchas cosas y, como hemos visto, los vascos siempre salvan la unidad de España.

A Cifuentes la ha asesinado su propia moral y no saber esperar turno para acceder al poder. Habrá que ver si en los próximos tiempos Rajoy es capaz de convencer a las élites españolas de que les conviene más un PP corrupto que el experimento de Albert Rivera y sus aprendices. Cuidado al criticar a Cifuentes, señores de Ciudadanos, que aquí hay vídeos para todo el mundo en los que se puede ver lo mejor de cada casa.