En octubre de 2020, el periodista y diputado Eduard Pujol tuvo que renunciar a su acta (y posteriormente fue, como dice la jerga cursi, apartado de militancia y como portavoz de la formación de forma cautelar) después de ser acusado de conductas que podrían ser consideradas de acoso sexual. El secretario general Jordiaprisión y el frente hembrista de los convergentes —liderado por Elsa Artadi, Laura Borràs y Aurora Madaula— se vanagloriaron de haber actuado de forma "contundente y urgente". De hecho, en la rueda de prensa donde se confirmaba la expulsión, Artadi declaró que "no corresponde a Junts per Catalunya abrir una investigación interna para acabar de aclarar los hechos y los detalles porque podría considerarse un hecho de encubrimiento; lo que nos corresponde es tomar medidas políticas y acompañar a las personas que han denunciado para que no se sientan solas." Eso ya era lo bastante curioso; dicen que pasa algo tumefacto en tu partido y no quieres que se investigue internamente (quién lo tenía que hacer, Elsa; ¿el Espíritu Santo?), pero te curas en salud, permites que la rabia tuitera dicte sentencia acusando al presunto culpable de violador y dejas a la persona en cuestión a merced del adagio sostenuto del sistema judicial español.

Pues bien, hace bien pocos días sabíamos que las supuestas víctimas de acoso no solo no habían denunciado el hecho en ninguna instancia judicial competente ni a la policía, sino que los dos jueces que analizan el asunto (a petición de Pujol) han dicho que una de las personas con quien mantuvo una relación se aprovechó de su condición de diputado para someterlo "a acciones de presión, chantaje y difamación" para acabar imputándole falsamente actos de agresión." Conscientes de este final más que probable, las sicarias de Junts y su cúpula le habían devuelto la militancia a finales de junio del 2021, cuando Jordiindultadoporlossocialistas declaró que, aparte de constatar la ausencia de acusación formal, la información que había desterrado de la vida política al antiguo portavoz "no era falsa, era incompleta, pero lo bastante grave para llevar a esta situación." Por aquellas cosis de la vida, ahora sabemos, porque las agresiones en Occidente las dictamina la justicia, que ni incompletas, ni pseudocompletas ni minicompletas; eran falsas. Junts no solamente desoyó a Pujol, imputándole la presunción de delito de una guisa asquerosa, sino que sus valkirias todavía no han tenido la decencia de salir a la palestra para disculparse con un inocente.

Lo que sí sé a ciencia cierta es que Eduard Pujol es inocente de agresión, que su formación tendría que pedirle perdón inmediatamente y que sus cargos se tendrían que restituir cuanto antes mejor.

Durante todo este tiempo, Eduard Pujol ha tenido que vivir como uno apestado, ha tenido que escuchar murmullos mientras paseaba y digerir sonrisas de falsa compasión de los que decían llamarse sus amigos y lo abrazaban atrevidamente en los mítines xupiguais de Junts. Yo no sé si la conducta de Eduard Pujol con las mujeres siempre ha sido la que tendríamos que considerar correcta, porque no he presenciado los hechos en cuestión ni tengo la potestad de la omnipresencia. Tampoco sé si los protocolos de los partidos políticos y la legalidad vigente es lo bastante comprensiva y empática con las víctimas de acoso; me limito a pensar que no es así, vista la enorme cantidad de mujeres que sufren agresiones nauseabundas y a las cuales todavía les pesa denunciarlas. No sé si Eduard Pujol siempre ha obrado éticamente, como no puedo afirmar que yo mismo siempre haya sido a la altura de lo que esperaba una compañera de trabajo, una estudiante o una amiga. Lo que sí sé a ciencia cierta es que Eduard Pujol es inocente de agresión, que su formación tendría que pedirle perdón inmediatamente y que sus cargos se tendrían que restituir cuanto antes mejor. Y también sé que, antes de acusar a alguien de violar o asediar a una mujer, quizás tendríamos que escucharlo más.

Hace dos años, yo mismo (e intuyo que todos los plomeros) recibimos unos supuestos mensajes íntimos que Pujol había enviado a su amante. Aparte de certificar que los hombres urdimos la misma prosa espantosa y cretina para ponernos calientes, esta tendría que ser una correspondencia privada, en la cual nadie tendría que tener el derecho a meter la nariz; y no creo, sinceramente, que el señor Pujol tuviera mucho interés al hacerla pública para que acabara llegando al teléfono de su mujer o de sus hijos. Y sí, antes de fruncir el ceño o de haceros los moralistas, pensad que mensajes patéticos y derrumbamientos morales tenemos todos. Pero insisto; si queremos vivir en un entorno con un mínimo de decencia, tendríamos que no confundir más la liberación de la bragueta con el delito horripilante y despreciable de acosar a una mujer. ¿Los hombres tenemos que abrazar cambios en nuestra conducta que pueden parecernos paridas o manías de remilgado? ¡Sí! ¿Que quien tiene derecho a exigírnoslos son las mujeres, justamente porque han sufrido toneladas más de agresiones que nosotros? ¡Recontrasí! Pero no hace falta confundir eso con dictar sentencias en Twitter, ir repartiendo carnés de criminal y equiparar una corbata poderosa con un violador.

PS.- Como este es un país de pacotilla, donde todo el mundo defiende al amigo, al amado o directamente al amo, aclaro que Eduard Pujol y yo nos hemos visto dos veces en la vida para tomar un café. En los dos encuentros, Eduard hizo aquella cosa tan convergente de decirme que me ficharía por Rac1 porque tenía que participar en las tertulias de casa Basté sí o sí, cosa que nunca pasó mientras él se hizo cargo de la emisora. Lo aclaro, por si acaso. De hecho, en Rac1 me pusieron un micrófono en la boca solo cuando el procés acabó de naufragar y mis críticas a la élite procesista ya eran (y son) totalmente inofensivas. Pero bien, eso no tiene nada que ver. Bien, me corrijo. Sí que tiene que ver; es la misma conducta de pacotilla y cobardía que nos lleva a la presente putrefacción, con su consecuente dosis de tanta violinista moral. Elsa, Aurora, Laura. Si os queda un mínimo de vergüenza, pedid perdón a Eduard Pujol. Es importante que no se sienta solo. Si puede ser, de forma urgente, y contundente.