Los políticos independentistas se han dedicado tantos años a prostituir las emociones y a traficar con la esperanza y el dolor de la gente que sus lágrimas ya no desprenden ni sal ni verdad. El viernes pasado, Elsa Artadi se despedía de la cosa pública haciendo lo único en que los líderes procesistas han sobresalido de forma indiscutible; lloriquear y excusarse de las obligaciones adquiridas con el pueblo. Artadi dijo que ya no tiene fuerza ni energías para continuar. Es lo más normal del mundo: cuando te has dedicado en cuerpo y alma a extender las trolas y la desobediencia Playmobil de Artur Mas, Carles Puigdemont y Quim Torra resulta muy natural que te cueste levantarte de la cama e incluso mirarte al espejo. Por cosis de la vida, Artadi y todos los JASPs de Junts, sí que han tenido energía para tragarse el incumplimiento del 1-O y la aplicación del 155 (en la cual ella sobresalió, by the way), así como les sobraron musculatura y ánimos de hacer una campaña electoral anunciando el retorno de Puigdemont al Parlament. El resultado de tanta mentira no hace falta ni repasarlo.

La política es un asunto espantosamente cínico y el viernes pasado fue curioso ver cómo la tuiteresfera convergente despedía a Elsa Artadi con elogios oceánicos y una dosis de cursilería lauraborràstica; son los mismos compañeros de partido que hace tiempo la habían bautizado como "novia a la fuga" (bueno, ellos lo dicen en español, porque son españoles, pobrecitos míos) debido a su tendencia a escaparse de cualquier cargo que le pueda comportar problemas penales. En efecto, Artadi no quiso rematar su carrera como presidenta de la Generalitat, huyó también del compromiso adquirido como consellera de la Presidència y, finalmente, encabezó una propuesta por Barcelona que incluso sus íntimos sabían fallida de raíz, porque Elsa aterrizó en el Consell Municipal por el solo hecho de evitar la represión judicial que podía afectar al Govern, refugiarse en el Ayuntamiento y seguir cobrando la mensualidad. Tiene gracia que la única aportación efectiva de Artadi a la administración, aparte del 155, sea haberse medio inventado esta horterada supina del sorteo de La Grossa.

Artadi y todos los JASPs de Junts sí que han tenido energía para tragarse el incumplimiento del 1-O y la aplicación del 155, así como les sobraron musculatura y ánimos de hacer una campaña electoral anunciando el retorno de Puigdemont al Parlament

Esta es, pues, su herencia política: el cabezudo rizado de nuestra lotería y una pericia titánica en el arte de la fuga. Dicho esto, el caso de Artadi dentro del procesismo se me hace destacable, pues demuestra que la partidocracia independentista no ha naufragado por falta de formación (a Elsa le sobra) sino por la inmensa cantidad de cinismo que su estómago, finalmente, no ha podido digerir. Ahora que Artadi quiere cuidar más de su espíritu, le recomiendo que empiece esta nueva etapa vital pidiendo disculpas a todos los electores a quienes ha tomado el pelo sistemáticamente durante esta última década; es un gesto de mínimos, pero la ayudará muchísimo a dormir tranquila. Y de paso, ya que estamos Elsa, llama a Eduard Pujol y haz el favor de pedirle perdón por haberlo abocado a la perrera de la turba dictándole sentencia antes de tiempo. Como depresivo crónico te lo recomiendo de corazón, créeme: la energía se recupera cuando admites tu impostura, cuando aprendes a pedir excusas a los defraudados y cuando dejas de hacer perder el tiempo a la peña.

Y cuando tengas tentaciones de pensar que la política no te ha aportado nada, Elsa, haz honor a tu sólida formación y multiplica el sueldo de un alto cargo de la Gene por once años de brillantísima carrera. La operación tiene un resultado tan pornográfico que no me atrevo ni a escribirlo pues, en efecto, da ganas de llorar. Dicho esto, que tengas mucha suerte y estate tranquila. Masco o alguien más te buscará trabajo. Convergència, en eso, no acostumbra a fallar.