Si la oligarquía independentista hubiera hecho caso a Jordi Graupera y a la ANC en su propuesta de Primarias, hoy ya nadie se atrevería a poner en duda que el próximo alcalde de Barcelona sería el cabeza de lista de esta candidatura unitaria inédita que, lejos de ser un mero amalgama de partidos, habría nacido de un proceso abierto y participativo avalado por los ciudadanos de la capital. Pero lejos de obrar clara y distintamente, Esquerra y Convergència decidieron anteponer sus respectivas miserias de partido a la unidad y, por aquellas cosas de la vida, Ada Colau ha pasado en pocas horas de regalarnos sus efusiones lacrimales a revivir encantada de haberse conocido, coqueteando con un segundo mandato de los comuns en Barcelona en coalición con el PSC-PSOE y con la aquiescencia de Manuel Valls que, tal como va la política en Catalunya, puede pasar rápidamente de ser el mismísimo diablo a un antiguo socialista agradable y cortés.
La jugada puede parecer ciencia ficción y, de hecho, el lunes pasado ―cuando Colau tocó la corneta para convocar a la prensa― muchos intuimos que lo hacía para sellar un pacto con Esquerra, al precio de abandonar la política municipal a la espera de una auto-promoción al Parlament o a las Españas. Pero Ada es mucha Ada y, lejos de tirar la toalla, Colau regañó al motorista Maragall por su discurso de celebración electoral, abriendo la puerta a nuevas aventuras y recordándonos que el valor de un animal político consiste básicamente en el arte de resucitar. A estas alturas de la peli, una abstención de parte de la candidatura de Valls para entronizar a Colau puede parecer risible, pero ya sabemos que una cosa son las elecciones y otra la política. Y el pasado domingo, cosa importantísima a retener en el futuro, en Ferraz ni un solo militante cantó eso de "Con Rivera no" a Pedro Sánchez. Ni uno.
A estas alturas de la peli, una abstención de parte de la candidatura de Valls para entronizar a Colau puede parecer risible, pero ya sabemos que una cosa son las elecciones y otra la política
No es ningún secreto que el líder del PSOE no soporta a Albert Rivera. Pero, queridísimos lectores, la política es, por encima de todo, el arte del poder, y para amargarle la vida al independentismo (y de paso devolverle a Esquerra la hostia del veto a Iceta en el Senado) Sánchez sería capaz de pasar de creer que el líder de Ciudadanos es un Abascal sin barbilla de facha a pensar que Rivera es un joven liberal-reformista de centro con quien podría hasta jugar al tenis los sábados antes del vermú. A su vez, es muy lógico que Albert Rivera, tras asegurarse la presencia en gran parte del parlamentarismo regional español virando a la derecha, pretenda huir de la tentación de convertirse en una marca blanca del PP y se acerque al ideal convergente de toda la vida de un partido bisagra que hoy pacte con unos y mañana con otros: una CiU española, en resumen.
En toda esta ecuación sólo falta el amigo Valls, que ya refunfuñó durante la campaña debido a las alianzas de Ciudadanos con Vox, un malestar que, como ha avisado posteriormente, podría derivar en divorcio. Puede parecer ciencia ficción, insisto, pero si el pacto con el PSC se hace realidad, Colau consigue un póquer difícilmente mejorable de cara a sus intereses: a banda de mantener la alcaldía (cosa que la convertiría en la única líder importante de la órbita Podemos que sobrevive al ciclo de alcaldías del cambio de hace cuatro años), facilitaría la investidura Sánchez-Iglesias en Madriz, enviaría a Ernest Maragall a la papelera de la historia, provocaría una crisis de incomodidad en Ciudadanos con el desmarque de Valls, y podría provocar incluso una crisis de gobierno entre Esquerra y el Govern Ratafía que podría precipitar elecciones en el Parlament.
Eso sí que es una jugada maestra, querida Ada, y no los gestos de trilero de nuestro Astut. Y mira que lo teníais fácil, amigos de Esquerra y Convergència; organizar unas puñeteras primarias y asegurar la victoria. Bueno, en otra vida será.
PS.- Por cierto, la jugada también es obra de Rasputín Iceta. No le olvidaremos, faltaría más.