Hace pocos días, durante una entrevista en Els Matins de TV3, el antiguo president Mas admitía que los resultados de las elecciones del 27-S permitieron “tirar adelante el procés, pero no culminarlo”. Haciendo su labor como dios manda, la colega Lídia Heredia le preguntó por qué no había dicho esto durante la conclusión de los comicios (que el mismo president 129 estableció como plebiscitarios), y Mas le espetó que “porque nadie me lo preguntó”. En cristiano, y para que todo el mundo lo entienda, Mas dijo “porque nadie me lo preguntó”, como podía haber dicho “porque no me salió del braguetero” o, de haber sido todavía más honesto, “porque usted ya sabe que engañar al pueblo de Catalunya siempre sale de gratis”. Os recomiendo que veáis el vídeo de la entrevista, porque cuesta no sublevarse ante tal nivel de impostura y de suficiencia moral.

Por si fuera poco y el engaño no hubiese quedado claro, Mas se dedicó posteriormente a cascar a la CUP con tal de escudar sus mentirijillas. El debate, prosiguió, “estaba más centrado en investidura de Mas sí o no; todo giraba en torno a esto y no se hablaba de nada más”. Hay que decir que el antiguo president es un gran innovador, porque al arte de mearse en la dignidad de sus electores como si fueran subnormales añade un narcisismo digno de Aramis: “Que si la CUP ha dicho que no, que si una parte de la CUP dice que sí. Que si 1.515 a 1.515 en aquella famosa votación que hubo. Toda esta parafernalia. Y no se pudo hablar seriamente de la hoja de ruta y su avance”. Vaya, Artur, que si nos hiciste tragar una trola como una basílica no fue porque mintieras, sino por el efecto pernicioso de la CUP en nuestras almas. No se puede tener una cara más dura, debo reconocerlo.

Por aquellas cosas de la vida, ahora dicen que los españoles pretenden hacer pagar cinco millones de euricos a Artur y a sus consellers por haber montado el 9-N, algunos de los cuales ya fueron abonados por la caja de resistencia y el embargo de inmuebles de los encausados. Traducido nuevamente al cristiano, la cosa vendría a decir que, tras engañarnos como ya se ha demostrado ad nauseam, a Artur le tendremos que sufragar la multa por la consulta. Vaya, que después de decirnos que habíamos ganado en diferentes idiomas y tras reconocer que se declaró la República con la plena consciencia de que no se aplicaría, ahora las abuelitas y su tía deberán aflojar la pasta para que Artur no pierda la casita de la calle Tuset. Es decir, y repitámoslo las veces que haga falta, que tras vendernos la moto para dejarnos finalmente en bolas ahora va y resulta que debemos renunciar al sobre de navidades por amor al 129.

Os podéis imaginar, tras la lectura del artículo, las ganas que tiene este humilde servidor de ustedes de regalar parte de su pequeño estipendio con tal de ampliar la sonrisa mandibular del amigo Artur. Pero tengo una cosa clarísima: mis conciudadanos acoquinaran, porque ya son muchos años de pagar la fiesta a los impostores como para que ahora nos pongamos tiquismiquis y dejemos de pagar unas rondas, a pesar de la cornamenta. Total, tampoco vendrá de un aguinaldo más. Y, ya lo sabéis, a partir de ahora cuando inundemos el mundo de trolas, defraudemos o mintamos, siempre nos quedará el comodín Mas: no dije la verdad, “porque nadie me lo preguntó”.