La persona más interesada en el que el Molt Honorable 131 sea inhabilitado por el TSJC se llama Quim Torra i Pla. Cuando el actual president accedió al cargo sabía que ERC i Convergència matarían por volver cuanto antes al autonomismo de toda la vida y que, de continuar con los designios de la partitocracia tribal, el independentismo se convertiría pronto en un movimiento estéril de llibertat, amnistia i (como mucho) Estatut d’Autonomia. Torra podría haber denunciado la farsa y, a pesar de su escaso carisma, haberse propulsado con la fuerza de la presidencia con tal de crear un nuevo espacio que apostara por la unilateralidad y la decencia de no tomar el pelo a los ciudadanos. Contrariamente, el 131 se inventó solo solito una desobediencia light con aquello de la pancarta en el balcón de la Generalitat con la sola intención de acabar como alguno de sus ilustres antecesores: fabricándose el propio martirologio.

El tópico más trillado del mundo dice que la principal tara de Quim es la de tener un perfil más activista que presidencial. Nada más lejos de la realidad. En su declaración en el TSJC, Torra ha demostrado ser el más político de todos los políticos catalanes: con una presidencia que no puede reivindicar ni un solo paso firme hacia la autodeterminación, sin herederos políticos o nadie que pueda certificar ni un solo triunfo en el simple nivel de la gestión cotidiana, a Torra sólo le quedaba jugar la carta de haber sido reprimido por la judicatura española. Inculpándose y acusando con aparente gallardía al tribunal, a la fiscalía e incluso a la acusación popular, Torra ya podrá leer en la Wikipedia que tiene el carnet de víctima de la pérfida España. Pero resulta todo lo contrario: serán Barrientos y el TSJC quienes salvarán una presidencia que sería inexistente sin la nota al pie de página del llorón, sin la cuota victimista.

Serán Barrientos y el TSJC quienes salvarán una presidencia que sería inexistente sin la nota al pie de página del llorón, sin la cuota victimista

“Me podréis condenar, pero no cambiaréis el destino de este país”, decía el 131 ante un tribunal al que le debía ser muy difícil no mearse de la risa ante tal espectáculo. No, querido Quim, porque como sabes mejor que nadie el tribunal no solamente cambiará el destino y la presidencia del país sino que además lo puede hacer cuando le salga de la entrepierna por el hecho que tú y todos los diputados del Parlament así lo permitisteis, declarando una independencia simbólica y cagándoos en la Ley de Transitoriedad (supongo que por culpa de una excesiva ingestión de judías), en la Ley del Referéndum y en la dignidad de todos los electores que fuimos lo suficiente imbéciles como para creeros. Todo esto ya lo sabes, querido examigo, como también sabías que llegaste a la presidencia porque así lo quisieron los españoles, porque parece ser que los ciudadanos habían votado algo muy diferente que tampoco supisteis respetar.

Mientras te escuchaba en el TSJC, querido Quim, recordaba un artículo donde felicitabas a Enric Vila cuando, pensando en Companys y citando a Francesc Pujols, mi querido colega recordaba que en esto de la política la verdad no necesita mártires. Es una pena porque, a diferencia de Mas, de Junqueras e incluso de Puigdemont, tú la verdad la sabías y la tenías bien leída. Pues bien, el negocio acabará con un nuevo mártir para la lista. Pero no te preocupes, caro 131, que cuando acabe la inhabilitación España te garantirá el sueldo de expresident, con la correspondiente oficina y pajes para garantizarte la seguridad, y cuando la pasta se acabe podrás volver a editarnos con el prestigio que te han dado las colonias en la plaza Sant Jaume. Entonces podremos charlar de nuevo, amable 131, y cuando pase todo me podrás continuar dando la razón y podremos chotearnos de los políticos que han preferido salvarse a ellos y no al país.

Todo llegará, Quim. España hará lo que debe, no te preocupes, porque ellos nunca fallan. Así se lo permitimos.