Tengo 30 años. Nací en Bethesda, en Maryland, muy cerca de Washington DC. Desciendo de un linaje distinguido de burócratas. Espero que nadie de allí lo lea, porque la gente de Washington es terrible; todo lo determina la política, es una ciudad regida sólo por una industria, que es el gobierno. La gente se esfuerza en hacer informes y papeles de cara a sus intereses políticos, que cambian dependiendo de quien manda. Es una ciudad donde reina demasiado nepotismo, la gente cuando pregunta “¿Qué haces?” básicamente quiere expresar “¿Cuánto poder tienes?” o “¿Cómo puedes conseguirme más?”. Dirijo el Charter Cities Institute, una organización sin ánimo de lucro que actúa como un Think tank tradicional de asistencia técnica en la creación de nuevas ciudades y también ayudándolas a tener sistemas de gobierno más efectivos. Actualmente un 80% de mi negocio está en África. En mi perfil de Facebook tengo una fotografía que me hice en las Cascadas Victoria, en Zambia, con un elefante que, muy probablemente, debía ser un inmigrante ilegal de Zimbabue. He venido a Barcelona, a ESADE, para explicar mis proyectos y la idea de un nuevo urbanismo gracias al Institut Ostrom Catalunya.​

Mark Lutter Charter Cities Institute - Sergi Alcàzar

La ciudad chárter, nuevo paradigma.

Una ciudad chárter es un desarrollo urbanístico de nueva creación con una jurisdicción especial que comporta un entorno más competitivo de cara a los negocios. En la era posterior a la Segunda Guerra Mundial hemos visto crecer muchísimas ciudades como Singapur, Honk Kong, Shenzhen o Dubái hasta convertirse en centros urbanos de referencia en poco más de dos o tres generaciones, básicamente porque gozaban de formas de gobierno muy particulares que las hacían atractivas a emprendedores e inversores. Creemos que este modelo es aplicable a muchos otros niveles, particularmente en el sur de África, donde habrá casi 2.300 millones más de residentes urbanos en el año 2050.

Las nuevas ciudades implicarán nuevas formas de gobierno. Más ciudad, menos estado.

Cada dos o tres generaciones acostumbra a producirse un cambio radical en el estado de cosas, a un nivel gubernamental y político, que también transforma radicalmente las instituciones. En Occidente, eso pasó durante la era Thatcher y Reagan; antes, justo después de finales de los 40, en el momento en el que se crean instituciones de carácter global como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. También la semilla de lo que después será la Unión Europea. Si todavía miramos más atrás, en el siglo XIX, podemos pensar en el Congreso de Viena, a partir del que se impulsan instituciones que llegan casi intactas hasta la Primera Guerra Mundial. Lo que vivimos ahora es un quiebro radical para con el periodo anterior. Cuando implosionó la Unión Soviética, en los 90, no vimos un cambio realmente sustancial. Pero ahora, por ejemplo en los Estados Unidos, tenemos a un presidente como Trump, que no era un político (en el sentido tradicional del término, ni un senador o un general que hubiera ganado prestigio en una guerra) y Bernie Sanders, el favorito para llevarse la nominación de los demócratas, es un activista que, técnicamente, es un independiente muy cercano al socialismo. Eso te define un campo muy variado en las posibles situaciones futuras que hasta ahora no podía preverse. Esta imprevisibilidad abre muchos espacios a unidades políticas como las ciudades chárter.

Zonas donde la economía se regularía a sí misma.

Nosotros las llamamos “zonas de economía especial”, que es un área donde las normas de negocio de un estado tradicional no se aplican; es decir, espacios con una política fiscal especial para favorecer las exportaciones, con regulaciones laborales más flexibles. De estas zonas ya puedes contar más de 4.000 en unos 70 países. Algunas de estas se han demostrado muy efectivas, como el caso de Shenzhen, en China. Algunas otras no, y por ello desde nuestra institución hemos intentado extraer las lecciones de estas áreas más autoreguladas para ver cómo se pueden aplicar mejor al modelo de ciudades chárter.

Mark Lutter Charter Cities Institute - Sergi Alcàzar

Shenzhen era una ciudad de pescadores y ahora tiene el edificio más alto de toda China y es la capital manufacturera del mundo

El caso de Shenzhen es paradigmático.

Totalmente, piensa que hace 40 años Shenzhen era una ciudad de pescadores con una población de 30.000 personas. China tenía muchas ciudades así, cercanas a los 100.000 habitantes. Convirtiéndose en una zona de economía especial, la tercera del planeta, sólo en el primer año de esta nueva dinámica estas ciudades llegaron a atraer la mitad de la inversión extranjera de todo el país entero. China tenía una población de entre 700 y 800 millones de persones y, de repente, estas villas pesqueras aglutinaron el 50% de la economía de lo que ya era un auténtico titán. Tras sólo 5 años, Shenzhen ya tenía el edificio más alto de toda China y su población había crecido hasta los 800.000 habitantes. Ahora es la capital manufacturera del mundo y su población se aproxima a los 20 millones de personas: su renda por cápita mediana es de unos 50 mil dólares mientras que hace 40 años era de 100 dólares. Eso implica un cambio radical en la calidad de vida, difícilmente repetible, pero debemos tender a intentarlo.

Me ha sorprendido mucho que en Barcelona no exista Uber. ¿Qué es eso de tener que llamar o parar a un taxi para tenerte que desplazar?

La ciudad chárter importa la cultura moderna de las ciudades tradicionales pero intenta escapar la burocracia de los estados.

Exactamente. Piensa en el ejemplo de África subsahariana, un entorno en el que actualmente el acto de registrar un negocio comporta un gasto equivalente al 46% de los recursos económicos de un ciudadano. En muchos países de África existen innumerables trabas a la horas de contractar a un trabajador, ya sea a causa de la burocracia o de los impedimentos gubernamentales para favorecer la economía, como pasó en Nigeria cuando se prohibió la circulación de motocicletas comerciales, que eran muy útiles de cara a fomentar el negocio de la compra-venta de alimentos. En Barcelona tenéis el caso de la prohibición de Uber, que a mi me ha extrañado muchísimo, porque yo no puedo vivir sin un servicio similar (¿qué significa eso de tener que llamar o pedir un taxi para tener que desplazarse?). En ese sentido, la creación de una ciudad chárter es más fácil en territorios donde no viva nadie y que tengan necesidad de urbanizarse rápidamente (en África, por ejemplo, tendremos 900 millones de nuevos residentes urbanos en 2050), porque en ese entorno es mucho más sencillo aplicar políticas que fomenten los negocios y que, a su vez, ayuden a la gente a salir de la pobreza.

La creación de una ciudad chárter es más fácil en territorios en los que no viva nadie y que tengan necesidad de urbanizarse rápidamente

Mark Lutter Charter Cities Institute - Sergi Alcàzar

Hago de abogado del diablo. Los estados son muy reticentes cuando se trata de ceder poder: no sólo a las ciudades, también a los ciudadanos.

Las ciudades chárter, evidentemente, respetarían las constituciones y la política de sus respectivos estados. Nosotros hemos hablado con muchos políticos en todo el planeta y son muy conscientes de la necesidad de crear espacios nuevos de organización política más variable, donde las infraestructuras crezcan más rápidamente y la gobernanza sea más flexible. Evidentemente, eso no  siempre resulta fácil y el movimiento de las ciudades chárter todavía es muy incipiente. Pero cuando hay un caso exitoso en un país también implica un efecto contagio: si una ciudad chárter tiene éxito en Zambia hay muchas más posibilidades que países como Tanzania la quieran imitar. En lo que toca al tema de los impuestos, nosotros proponemos un acuerdo en lo que a distribución de ingresos se refiere, que puede seguir un camino doble: primero, que el inversor que promueve una ciudad retorne una cuota al estado y a su gobierno central, cosa que ya funciona en muchos lugares o, en segundo lugar, que haya impuestos directos recolectados en la ciudad que vayan directamente a la administración del estado matriz a través de un tanto por ciento previamente pactado. De hecho, si nos fijamos en los mercados emergentes vemos que la efectividad real en lo que toca a la obtención de impuestos por parte delos estados es muy baja, de un 10 o un 20% de la población. Las ciudades chárter, de hecho, podrían ser una forma más efectiva de colectar estos impuestos y, al mismo tiempo, de aumentar la productividad de los ciudadanos que trabajan en un lugar determinado.

Parece muy difícil construir una ciudad de la nada.

¿Construir una ciudad de la nada? Es muy fácil. De hecho, es tan fácil que ya se ha hecho. San Petersburgo, Alejandría, entre muchas otras. Brasilia es una ciudad no muy modélica, pero se construyó desde cero. Hay tres formas de construir una ciudad. La primera es desde el gobierno, que puede forzar a un conjunto de burócratas a moverse, como así paóo en San Petersburgo o Kostanay. En Egipto, por ejemplo, están pensando en construir una nueva capital administrativa, como hizo Nigeria con Abuja a principios de los 90. Este procedimiento no es nuevo. La segunda forma es crear una religión, como pasó con Salt Lake City. La tercera se debe a motivos económicos racionales, debido a la existencia de un puerto o de una mina donde la gente quiera congregarse para hacer negocios. Eso pasa con las ciudades chárter, pero también es necesario que haya una legislación que favorezca un entorno competitivo y el registro de negocios sea suficientemente jugoso como para atraer a la gente.

Si fuera un socialista gruñón te preguntaría por qué un agente inmobiliario construirá una ciudad con buenos hospitales y servicios públicos eficientes si tiene suficientes ganancias construyendo casas.

Bien, si eres un socialista gruñón podrías intentar crear una ciudad chárter socialista…. y yo no estaría en contra, aunque te costaría atraer a suficientes inversores como para hacer infraestructuras. Pero los motivos por los que a un inversor o a un promotor inmobiliario le interesaría construir una ciudad con buenos hospitales, colegios y etcétera es muy simple: haría a todo el mundo más rico. Si quieres que alguien vaya a vivir a un lugar has de mejorar las condiciones de vida, la cualidad genérica. Piensa en un centro comercial o un aeropuerto; puede estar edificado por un solo inversor que promueva espacios abiertos, seguridad, iluminación, limpieza de residuos y etcétera en ese lugar determinado. Pero también deberá construir lavabos o, de lo contrario, la gente utilizará otros aeropuertos o centros comerciales y acabará enfadada. De hecho, muchas de las nuevas ciudades chárter favorecen que las escuelas tengan la posibilidad de comprar tierras donde el metro cuadrado resulta inferior al precio general del mercado, la cual cosa, a su vez, implica que la gente podrá vivir cerca de éstas con más facilidad.

La gente que vive en ciudades tiende a tener una mente más abierta y cosmopolita, la cual cosa les hace más democráticos en términos de valores”

A más ciudades, más democracia.

Depende del lugar donde las edifiquemos. China tendrá 200 millones de nuevos residentes urbanos en los próximos años y no puedo asegurar que esto, per se, lleve al país a una democracia real. Igualmente, sí que sabemos que la gente que vive en ciudades tiende a tener una mente más abierta y a ser más cosmopolita, lo cual les hace más democráticos en términos de valores. En general, por tanto, creo que podemos afirmar que cuanta más gente viva en ciudades el mundo será más democrático.”

Catalunya. Más que un estado, podríamos intentar tener más ciudades chárter.

No conozco las particularidades demográficas de Catalunya, pero las de Europa y las de España nos muestran que no existen muchos nuevos habitantes (es decir, los nacimientos no superan la mortalidad) y, en general, no te interesa construir una nueva ciudad chárter si no tienes mucha gente nueva que pueda estar interesada en vivir allí. Si piensas en términos de un estado independiente para Catalunya, o para cualquier otra región, yo pensaría más bien en como puedo transformar el lugar en un entorno donde sea más fácil registrar un negocio, con impuestos más flexibles, con posibilidad de contratar fácilmente a trabajadores. El mercado no es perfecto, pero tiende a funcionar remarcablemente bien; si intentas adaptarte a sus reglas, generalmente constituyes un entorno urbano mucho más efectivo.

Uber, Airbnb…

Si me lo preguntas personalmente, sin aplicaciones como Uber o Airbnb me sería mucho más difícil volver a visitar Barcelona en un futuro inmediato.

Mark Lutter Charter Cities Institute - Sergi Alcàzar