Desde que empezó el juicio en el Supremo la oligarquía independentista sabía que la sentencia del tribunal no sería blanda y que la Generalitat la aplicaría escrupulosamente en las cárceles que gestiona durante todos los años que los presos políticos pasen cautivos en el trullo. No obstante, como es tradición, el compás de espera hasta la decisión de Marchena y adláteres ha permitido a nuestros líderes ganar tiempo para ver cómo imaginaban nuevas formas de engañar a sus electores y de ejercitarse en el arte de chutar la pelota hacia delante. De momento ya sabemos que la partitocracia catalana tiene como nueva hoja de ruta pedir la amnistía de los reos, lo cual debería implicar que una mayoría del Congreso declarase nulos todos los delitos por los que se acusa a los gobernantes catalanes y los liberase de inmediato sin cargo o antecedente alguno.

En el contexto actual, la amnistía implicaría como mínimo el voto afirmativo de un PSOE más cercano al 155 que a su ideal de España como nación de naciones, liderado por un Pedro Sánchez que ha preferido repetir unas elecciones antes que pactar con un partido como Podemos solo por el hecho de que Iglesias dice estar a favor de un referéndum pactado en Catalunya. En una situación donde mandara la derecha española supongo que no hace falta ni comentar la predisposición. Soñar es gratis y creativo pero antes veremos a Santiago Abascal con una estelada en el Fossar de les Moreres que una amnistía de los presos aprobada en las cortes españolas. Pero eso a los procesistas les da igual, porque aquí de lo que se trata es de mantener la llama candente y la parroquia entretenida: por este motivo, los partidos se han inventado el cuento de la movilización permanente y el tsunami.

Después de la sentencia, movilizaos y protestad como os salga del alma. Solo faltaría. Pero sed bien conscientes de que nos volverán a dejar en pelotas para salvarse y abandonarnos

Como bien ha dicho Elisenda Paluzie, pedir una movilización permanente al pueblo sin contar con una acción institucional fuerte y a la altura del sacrificio de los ciudadanos (es decir, con un Parlament y un Govern declaradamente incapaces de defender el 1-O y la declaración posterior, por simbólica que sea) puede acabar quemando las energías de los independentistas y condenando a la gente a ser reprimida a cambio de nada. Algunos ya cometimos el error de pensar que la dignidad y la resistencia de la ciudadanía durante el 1-O pasaría por encima de la cínica parsimonia de los partidos. Pero si en aquel momento –con la comunidad internacional interesada en Cataluña y con la administración Rajoy debilitada por la mala imagen de las cargas– nuestros líderes se amedrentaron incumpliendo todo lo que aprobaron en el Parlament, imaginad si ahora pinta esperanzador.

Ahora servidor no tiene duda alguna: los políticos procesistas son capaces de volver a enviar a la gente al matador para salvar su imagen y continuar traficando con las ilusiones legítimas del pueblo. Si ya fue harto negligente dejar que a la abuelita le rompieran la crisma en la calle mientras ellos no tenían ni una sola idea de cómo implementar la independencia, ahora que los aparatos del estado y sus fuerzas de seguridad han tenido mucho más tiempo para planear una represión más organizada, arrojar a la gente de nuevo a la calle para defender algo que ellos no serán capaces de reafirmar es de una mala leche y de una miseria indescriptible. Y los partidos todavía tienen la cara dura de disfrazar este nuevo acto de cobardía llamándole tsunami y aliñándolo con una cancioncilla cursi de vergüenza ajena. Sinceramente, no sé como la élite política catalana puede dormir tranquila.

Después de la sentencia, movilizaos y protestad como os salga del alma. Solo faltaría. Pero sed bien conscientes de que nos volverán a dejar en pelotas para salvarse y abandonarnos. Además, ahora también cuentan con la ayuda de los Mossos y del conceller Buch, un gran gestor español. Sé que duele mucho, pero lo volverán a hacer. Seguro que lo volverán a hacer.