A.- Te he dejado de leer en El Nacional, últimamente me tienes muy indignado.

B.- ¿Qué pasa? ¿Qué te he hecho, yo, ahora?

A.- Es que a menudo te pasas mucho, tío. Eres poco empático con los presos y con sus familias.

B.- ¿Qué quieres decir?

A.- No sé, tío. ¡Esta peña se ha sacrificado mucho por todos y su gente las está pasando muy putas, mucho! Tú no sabes qué es tener que coger un AVE cargando a tus hijos, viajar a Estremera con la angustia, ver a tu compañero cuarenta minutos detrás de un cristal y no poder ni tocarlo... Es muy bestia, tío.

B.- No, tú tampoco lo sabes, y me parece tan horrible y tan injusto como tú, que pareces querer monopolizar el dolor de una forma muy cristiana, hijito mío. ¿Pero la compasión no puede eliminar la crítica política, ni la responsabilidad, no crees?

A.- Sí, pero es que tú haces una enmienda a la totalidad a los políticos del procés. Una cosa es criticar algunas de sus decisiones, que la han cagado y en algunos aspectos mucho, pero la otra es dejarlos directamente de imbéciles, como si hubieran querido fracasar y que todo acabara así.

B.- Yo no lo he escrito nunca eso que tú dices.

A.- No lo haces directamente, pero lo piensas.

B.- ¿Y ahora me dirás que me lo miro todo desde el sofá y que pontifico como un revolucionario de salón, verdad?

A.- Vete a la mierda y no te hagas el interesante. Sabes perfectamente que la experiencia del dolor es un valor a la hora de explicar ciertas complejidades, señor filósofo. Y que a menudo hay hombres valientes, sabios y honestos que hay que respetar incluso en sus errores, en sus intentos de mejorar las cosas. Porque, entre salvar su valentía y corregirles la plana desde la superioridad moral, yo me quedo con el primero.

B.- Con esta mierda de la compasión os están colando todos los goles del mundo, chato. Parece que no conozcas a tu país. ¡Sufrid y pensad en los presos, oh sí!, y sobre todo que la pantalla del dolor colectivo sirva para olvidar cómo nos tomó el pelo el Mas y como eso de investir a Puigdemont pasará a la historia cuando metan a un autonomista. ¿No lo ves, que la engañifa se basa precisamente en esta moralina llorica? ¡Tío, que todo eso puede acabar con el Masca de presi!

A.- ¡Pues que acabe! Nos pasamos un tiempo en barbecho, recuperamos fuerzas, y cuando estemos preparados, volveremos.

B. ¿Y qué cojones cambiará? Te piensas que después de algunos años con un convergente o un exsociata de presi, con la Pascal en el Senado y los de Esquerra que ahora hablan como Pujol... ¿la clase política catalana iniciará algo como un nuevo proceso hacia la desobediencia? ¿Tú piensas que los españoles reaccionarán de forma diferente dentro de pocos años y más todavía con un posible gobierno de Ciudadanos? ¿Pero en qué mundo vives, burro? Si se ha perdido y lo que hace falta es un gobierno autonómico para ir tirando y llorar eso de los presos durante años para acabar suplicando una amnistía, joder, que los políticos lo digan y dejémonos de hostias y de engañar a la gente.

A.- Es que tú lo ves muy fácil. Tú, el Vila y el Graupera os pensáis que eso de hacer política es como una tesis doctoral. Sois demasiado listos para los mortales.

B.- Si te pones perdonavidas me levanto y me piro, chaval, que tú sabes perfectamente como pringo cada día por escribir lo que escribo y que los míos no me rompan la cara. Y no voy llorando por las esquinas como Álvaro. Y te recuerdo, de paso, que Enric, Jordi y yo defendíamos el referéndum cuando el Bel y todos los convergentes decían que nanai del peluquín y al Vila le decían que era un chalado.

A.- ¿Ves? Es que sois demasiado listos para el pueblo catalán, tan burro él. Ahora también me dirás que las urnas las comprasteis vosotros a los chinos. ¡Sois los padres de la democracia catalana!

B.- No te estoy diciendo que lo hiciéramos nosotros, pero sí que situamos las cosas en un determinado marco mental para que se pudieran hacer, no por nosotros, sino porque creíamos que votar y forzar el Estado a reaccionar violentamente era la mejor situación para hacer sentir vivo el país, como ahora creemos que si tú quieres tener algún tipo de credibilidad con tus electores sólo puedes investir a Puigdemont. Si dejas al president fuera de la política, estás muerto.

A.- ¿Ves? Ya vuelves. A ti te da igual que metan a Torrent y a todos los de la Mesa en la prisión, porque como eres tan listo y tan valiente. ¡Nada, tú!, investimos al Puigdemont y que el Llarena continúe la fiesta.

B.- No, tío. Investimos a Puigdemont, demostramos a la gente que no nos pasamos por el forro de los cojones lo que los electores votan y nos ganamos la credibilidad de nuestro electorado. No puedes dejar de cumplir con la peña porque te amenacen, hostia, no puedes comprar de esta forma tan grosera el marco mental del represor.

A.- Vuelves a hacer de filósofo otra vez.

B.- ¿De qué quieres que haga, de fontanero?

A.- No, si es que para ti todo es muy fácil. Ahora investimos a Carles, si es que podemos y la pasma no entra en el Parlament y nos lo cierra, ¡y venga va tú, dale!, el Torrent de cabeza al Supremo, la Mesa en chirona, la gente quemando cosas en la calle desnortada y la Merkel mirándoselo todo encantada de la vida. ¿Eso quieres?

B.- ¿Ves? Vuelves a comprar el relato del enemigo sin despeinarte.

A.- ¡Pero es que el enemigo nos manda, tío! ¡España tiene el poder, España tiene los jueces, España tiene la poli! ¡Y resulta que nosotros sólo tenemos a los políticos que tenemos y dos millones de cabrones que no dejarán de votar indepe ni que los partidos les asesinen a la madre! ¡Eso es lo que tenemos! ¡Y si no tienes bastante con eso, métete tú a ver cómo reaccionas!

B.- Eso sí que es un argumento de calidad. El métete tú si eres tan valiente para disimular como dejaron a la peña tirada después de la no declaración de independencia. El métete tú si eres tan valiente para olvidar el 10-O, el 27-O y toda la desbandada posterior. Todo lo salváis con argumentos testiculares. Va, ve tú, si tienes cojones.

A.- No son argumentos de cojones, simplemente te pido empatía. ¿Qué habrías hecho tú, en su lugar, sabiendo que no había mucha cosa preparada y que todo el mundo te empujaba a hacer un gesto para el cual no tenías la fuerza suficiente?

B.- Hombre, habría empezado por decir la verdad a los ciudadanos...

A.- No, no lo puedes saber, porque hay situaciones que te arrastran. Yo qué sé, tío, te dejas llevar por el entusiasmo, o piensas que los españoles negociarán si tú amenazas con romperlo todo. No lo sé y el tiempo ya lo dirá, pero hay situaciones que ni la peña más fuerte y capaz controla del todo. ¿O es que todos los consellers eran unos mentirosos? ¿Todos fueron poco previsores? ¿Tan burros eran?

B.- No te digo que sean burros, te digo que no jugaron limpio y que la prisión ha ayudado a disimularlo todo, a cerrar filas y a ir tirando como si aquí no hubiera pasado nada con el luto perpetuo como bandera.

A.- Espérate un poco, porque la gente es bien consciente de que ha pasado alguna cosa. Ahora, por mucho que tengas un gobierno autonomista, la peña no renunciará a unos ciertos objetivos, y si los políticos de ahora se hacen el longuis ya verás cómo duran muy poco. Se fundirán entre ellos, entre su hipocresía y las luchas internas.

B.- Coño, pero si eso es exactamente lo que llevo días escribiendo en El Nacional, tío. Haz el jodido favor de leer antes de hablar, burro.

A.- Sí, pero el problema es que no sabes esperar. Vosotros, el Vila, el Graupera..

B.- Qué puta manía con este vosotros, chaval...

A.- Bueno, pues tú. En política tienes que saber esperar que ciertas cosas acaben pasando. Deja tiempo, ayuda que todo se resitúe y más adelante caerá todo por su propio peso. Tienes que tener más paciencia, y sobre todo, cuando escribas, te puedes ahorrar decir ciertas cosas y burlarte de la gente.

B.- ...

A.- Ya lo sabes, puedes decir lo mismo... de otra manera.

B. Vete a la puta mierda.

A.- Ya sé que odias esta frase. Va, pedimos, que invito yo, cupero de salón.

B.- Sólo faltaría, procesista de mierda.

A.- Culo.

B.- Pedo.

A.- Puta España.

B.- Puta tú.