El hecho de que esta misma semana ningún medio del país mencionara (y ya no digo se escandalizara) que Raül Romeva se acaba de doctorar en Blanquerna ante un tribunal presidido por Oriol Junqueras explica perfectamente cómo el Putin de Esquerra ha conseguido que su liderazgo en el mundo del catalanismo no lo discuta ni cristo. Ya sabíamos que nuestra tribu se ha convertido en un restaurante donde solo sirven bananas, pero tengo que reconocer mi sorpresa por el silencio agujeronegroso que ha aislado un ejemplo de corrupción universitaria que, en cualquier país mínimamente sensato del mundo, implicaría la inhabilitación política permanente. Sea como sea, Junqueras ha aprovechado el Estado de excepción normalizado que vive Catalunya y, sea por incomparecencia de Junts o porque se entregó a España un pelo antes de que lo acabaran haciendo todos los convergentes, Oriol ya reina en el micropoder de la autonomía más feliz que unas pascuas y omnipotente como el Espíritu Santo.

Tengo que reconocer la inteligencia de Junqueras al comprender perfectamente que presidir el chiringuito de la Generalitat es mucho más fatigoso que revolcarse en el placentero tejido de corruptelas que siempre ha implicado la autonomía (allí en Sant Jaume tiene a Pere, que es un niño bien serio y para hacer papeleo de la administración ya cumple con creces). Guiado por la intuición, siempre había pensado que Junqueras sería un político mucho más peligroso que Pujol y me lo ratifica el hecho de que el líder republicano perpetrará legalmente todas sus influencias y enchufismos de tres al cuarto sin la profundidad de ideas del antiguo president. Junqueras ha obrado como todo buen catalán que trata de sobrevivir en España, haciéndose el sordo y disfrutando con el pequeño espacio que el enemigo nos deja para bailar sardanas; que Oriol meta la nariz en la universidad no tiene nada de casual, es un espacio ideal para repartir benéficas.

El líder republicano perpetrará legalmente todas sus influencias y enchufismos de tres al cuarto sin la profundidad de ideas del antiguo president. Junqueras ha obrado como todo buen catalán que trata de sobrevivir en España, haciéndose el sordo y disfrutando con el pequeño espacio que el enemigo nos deja para bailar sardanas

Para todos aquellos que queráis sobrevivir al mundo putrefacto de los próximos diez o quince años, creedme, acercaos a Junqueras. Con Pujol, el arte de hacerte el pelota y el cortesano no siempre tenía garantía de éxito; pensad en el hado de gente tan diversa como Miquel Roca, que dejó el país para ir a hacer billete a Madrit, o Juan Maria Pujals, el delfín que acabó en el ostracismo más radical por haber turbado a los amigos de La Martona (sí, con mayúsculas). Con Oriol será todo más espumoso y fácil; bastará comprando el "eixamplar base", la nueva moderación del catalanismo pragmático y, en definitiva, cagándose en los frikis de Junts. Mis amigos convergentes dicen que los juntaires más desvelados acabarán en filas republicanas (de la misma forma que muchos catalanistas del PSC se casaron con Mas), pero yo diría que Junqueras los acabará enviando a la cola del paro, precisamente con la ayuda de los socialistas.

En este proceso de conversión hacia el junquerismo global del país hay un aspecto que hay que tener en cuenta. Si os acercáis a Oriol para buscar trabajo de intelectuales orgánicos y no formáis parte de la esfera estrictamente política, pensad que no os tendrá en cuenta ninguna crítica previa. En eso, ciertamente, también es como Pujol, que tenía un complejo tremebundo con la intelectualidad crítica y, lejos de echarla, incluso creó una universidad con el nombre de nuestro más genial gramático y el objetivo de dar trabajo a todos los alumnos de Eugenio Trías. Con que os acercáis a Oriol y bajéis ligeramente la cabeza, por mucho que os la soplase cuando estaba en prisión o cuando Mas le robó la cartera durante el 9-N, la fuerza cristiana del perdón superará toda barrera. Aparte de putrefacta, Catalunya volverá a ser esencialmente cristiana. Con tal de ser españoles y súbditos, en la panza del buey cabrán todos los enanos.

Acercaos a Junqueras, compañeros, que luz y gas están por los aires y el futuro en España pinta muy frío. Nosotros seguiremos comiendo sopas, pero dormiremos muy tranquilos.