Llucmajor (entonces reino de Mallorca), 25 de octubre de 1349. Hace 673 años. Las tropas del conde-rey catalanoaragonés Pedro III derrotaban las del conde-rey mallorquín-rosellonés Jaime III. El resultado de aquella batalla ponía fin a la existencia del reino de Mallorca, creado setenta y tres años antes (1276) con el reparto de la herencia del conde-rey Jaime I. Jaime III, bisnieto de Jaime I, murió en Llucmajor. Pero sus hijos Jaime y Isabel, tataranietos de Jaime I, sobrevivieron, y después de pasar una larga temporada en las mazmorras de su primo-tercer Pedro (Pere lo terç en la documentación de la época), escaparon. Jaime murió joven y sin descendencia. Pero Isabel esparció la semilla por la península italiana; y sus hijos, nietos y bisnietos serían los Bellónida olvidados que sobrevivieron a la escabetxina de los Trastámara.

Jaime

Jaime, que es nombrado Jaime IV en la genealogía de reyes de Mallorca, estuvo recluido en mazmorras reales durante trece años, hasta que en 1362, una conspiración urdida por destacadas familias del patriciado urbano de Barcelona; lo libera y lo sitúa en Nápoles, en aquel momento gobernada por los Anjou, tradicionales rivales de los Bellónida catalanes por el control del Mediterráneo. Jaime (Perpinyà, 1336) fue casado con la reina Juana I de Nápoles (Nápoles, 1326), en una operación que se interpreta como la culminación de una conspiración que pretendía descabalgar a Pedro III, enfrentado con el estamento aristocrático por sus políticas autoritarias. No obstante, Jaime y Joana no hizo "pascua y ramos"; y, pasados solo tres años (1365); el mallorquín había abandonado a su esposa y el reino, y vagaba por Europa buscando apoyos a su causa particular.

Jaime I y Pedro III. Fuente Museo Nacional de Historia de Catalunya
Jaime I y Pedro III. Fuente Museo Nacional de Historia de Catalunya

El Príncipe Negro

En su particular cruzada, Jaime sólo encontró el apoyo de Eduardo de Woodstock, heredero de Eduardo III de Inglaterra; que posteriormente sería conocido como "el Príncipe Negro" por el color de su armadura. En aquel momento (1365), el Príncipe Negro combatía en los campos de batalla de la Guerra Civil castellana al lado de Pedro de Borgoña (el Cruel) y contra Enrique de Trastámara (el de las Mercedes), abuelo de Fernando, el que, posteriormente (1412) sería el primer Trastámara en poner las nalgas en el trono de Barcelona. Y Jaime, que pretendía multiplicar fortuna y apoyos, se implicó. Pero pasado un tiempo, el resultado se revelaría más que decepcionante: había sido capturado por el de las Mercedes, y su esposa Juana —a la que no veía desde hacía cuatro años— tuvo que pagar el rescate (1369).

La extraña muerte de Jaime

El fracaso de aquel proyecto lo condujo, de nuevo, en los brazos —o depende de cómo se mire, a las garras— de sus antiguos patrocinadores. Juana de Nápoles no solo pagó el rescate, sino que compró la voluntad de Jaime, que ya no tendría más tratos con los Plantagenet ingleses, enemigos seculares de los Valois-Anjou franconapolitanos. A cambio, el mallorquín, obtenía el apoyo y los recursos para una operación de altos vuelos que tenía como objetivo coronarlo en Barcelona (1374). Sin embargo, el fracaso de aquella maniobra lo condenaría definitivamente. Pedro III salió reforzado de aquel episodio y, en cambio, Jaime IV fue abandonado por los Valois-Anjou franconapolitanos; por los Plantagenet ingleses; por los Borgoña castellanoleoneses y por el estamento aristocrático catalán. Y murió (1375), muy probablemente envenenado, en Soria (Corona castellanoleonesa).

Jaime IV y el Princep Negre

Jaime IV y el Príncipe Negro

Isabel

El veneno que administraron a Jaime debió tener un recorrido lo bastante lento para ordenar la redacción de un testamento. Y aquí es donde entra en juego Isabel (Perpiñán, 1337), hermana pequeña de Jaime y beneficiaria del testamento. Isabel se convertiría en reina nominal de Mallorca (1375), en la última superviviente de la familia real mallorquina, y en la matriarca de la única rama Bellónida que no sería decapitada por los Trastámara cuando alcanzaron el trono de Barcelona (1412). Mucho antes del Compromiso de Casp (1412), Isabel había sido casada con Juan de Montferrato, duque de un enclave independiente en el Piamonte. Isabel y Juan tuvieron una numerosa descendencia. Incluso su hija pequeña, Margarita, sería la madre de Jaime de Urgell —que le disputó la corona al primer Trastámara— y la consuegra de Pedro III.

La descendencia de Isabel

Isabel y Juan tuvieron cinco hijos (cuatro chicos y una chica); aunque solo tres tuvieron descendencia (Teodoro, Guillermo y Margarita). Pero esta descendencia es muy interesante, porque revela que esta rama Bellónida superviviente de Llucmajor y de Casp, se reproducía vigorosamente y se situaba estratégicamente. Teodoro (Montferrato, 1364) tuvo siete hijos; sin embargo, después de varias muertes prematuras, la sucesión recayó en Bonifacio (Montferrato, 1424) que la proyectó por vía masculina hasta su nieto, también Bonifacio, que murió a causa de una misteriosa caída del caballo (1530). Después de este episodio, Montferrato pasó a un tío moribundo y, sorprendentemente, acabó en manos de una hermana del accidentado, casada con Federico Gonzaga, duque de Mantua y muy bien relacionado con la monarquía hispánica.

Guillem Montferrat y Margarida Montferrat. Fuente Castillo de Windsor (Inglaterra) y Basilíca de l'Annuziatta (Campània Itàlia)

Guillermo Montferrato y Margarita Montferrato. Fuente Castillo de Windsor (Inglaterra) y Basílica de l'Annuziatta (Campaña Italia)

Un tentáculo más de la descendencia de Isabel

El resto de hijos y nietos de Isabel esparcieron la semilla Bellónida por la península italiana, pasando a formar parte de estirpes como los Saboya. Pero esta descendencia no superó las dos generaciones. Y en 1372 Isabel (cuando todavía no era reina nominal de Mallorca) enviudó de Juan de Montferrato, padre de sus hijos; y, secretamente, se casó de nuevo (1375), con Konrad de Reichnach zu Jugnau, barón feudal de Hohenzollern (Imperio Romanogermánico) que había sido un condottiero (jefe de una banda de mercenarios) al servicio de los Montferrato. Isabel y Konrad, todavía tuvieron tiempo de tener un hijo, Miguel (Montferrato, 1376); que nunca aceptó la corona mallorquina. Konrad y Miguel serían asesinados (1418) en Gaienhofen (Suabia) por dos siniestros personajes nombrados Randeck y Stuben, vinculados a la monarquía hispánica.

La otra descendencia de Isabel

No obstante, la rama Montferratina de los Bellónida no se extinguió con Bonifacio y Miguel. Guillermo, hijo de Isabel, tuvo tres chicas. Dos no trascendieron en el tiempo. Pero la primogénita Juana, casada con su primo Luis —el promotor del primer túnel de la historia que perforaba los Alpes (Buco di Viso, 1499)—, llevó un retoño hasta la edad adulta. Juana y Luis tuvieron una relación muy estrecha con Francia. Pero la única descendiente que les sobrevivió, Margarita, fue casada con Pedro López de Ayala (1506), un militar vasco al servicio de la monarquía hispánica que murió sospechosamente desangrado en la mazmorra de Burgos (1524). En Gasteiz se pierde la pista de Margarita, llamada "la Malquerida" y la de los hijos de la pareja. Los últimos descendientes mallorquines del mítico conde Wifredo el Velloso, fundador de la estirpe nacional catalana.

Fragmento del Atlas Catalán de Abrahán Crezcas (1375). Catalunya, País Valencià y Mallorques. Fuente Bibliothèque Nationale de France
Fragmento del Atlas Catalán de Abrahán Cresques (1375). Catalunya, País Valencià y Mallorques. Fuente Bibliothèque Nationale de France

Las preguntas sin respuesta

Los Bellónida mallorquines —reyes de Mallorca y condes de Rosellón y de Cerdanya— desaparecen misteriosamente cubiertos por la nebulosa de la historia. Y siempre nos quedarán varias preguntas sin respuesta: qué habría pasado si Jaime IV hubiera descabalgado a Pedro III del trono de Barcelona?; los Trastámara habrían aparecido en la historia de Catalunya?; ¿y cuando nos refiriéramos a la Corona creada por los Bellónida, la llamaríamos Aragón o Mallorca?