Escribo este artículo sabiendo que la sociedad española está ahora muy preocupada por las cuestiones que tienen que ver con la violencia contra la mujer. Porque gracias a que una cadena de televisión nos ha hecho darnos cuenta del asunto, poniendo en prime time a Rocío una y otra vez durante meses, España ha despertado. ¡Qué bien!

La ministra de Igualdad ha escrito tuits, las feministas de carnet se han movilizado. Las opinadoras profesionales se han mojado con este tema. Todo el mundo se ha implicado con Rocío. No sabemos muy bien para qué ni con qué pruebas. Pero aquí tocaba ponerse feministas y se ha conseguido poner en el foco de la agenda mediática. Olé. 

Así que no será complicado conseguir la atención para este asunto del que hoy quiero hablar. Porque habla de mujeres que denuncian haber sido torturadas, violadas, abusadas sexualmente. Por un grupo de hombres en algún caso. Encerradas, amenazadas. Seguro que leyendo hasta aquí usted tiene claro que estos hechos deberían haber salido en los telediarios, en programas de máxima audiencia, ahora que ya estamos todos comprometidos con que estas cosas son inadmisibles en nuestra sociedad. 

La cosa cambia cuando resulta que los supuestos agresores, abusadores, torturadores eran guardias civiles y cometieron, presuntamente, estos hechos durante la detención de estas mujeres. Aquí la cosa cambia y mucho. 

Y cambia más cuando las detenidas son vascas. Vascas y abogadas del ámbito independentista, incluso han llegado a defender en algún caso a algún miembro de ETA. (Aprovecho para recordarle a mi querido lector y a mi querida lectora que el derecho a tener defensa es un derecho fundamental, un derecho básico que no se le puede negar a nadie en un estado de derecho). 

Quizás por estos "pequeños detalles" poco se sabe de lo que se ha denunciado estos días en la Audiencia Nacional. 

Aquí están pasando cosas muy graves. Porque el simple hecho de que estas mujeres hayan denunciado estas torturas y no se haya hecho absolutamente nada es inadmisible

Hace unos días comenzaba el juicio del sumario 13/13 que investiga a ocho personas que, supuestamente, integraban el "frente jurídico" de ETA. Un proceso por el que se piden, desde las acusaciones, un total de 86 años de prisión para los distintos investigados. 

Entre ellos, están Arantza Zulueta, Naia Zurriarain, Saioa Agirre y Nerea Redondo. Pongo el nombre de las mujeres porque, precisamente, lo que quiero tratar en este artículo las sitúa en el centro. Porque por el hecho de ser mujeres han sufrido una serie de torturas, según han denunciado, que no pueden quedar impunes. 

La vista oral ante la Audiencia Nacional comenzó el pasado día 12. Pero las imágenes que se difundieron en redes sociales, el asunto que se ha hecho viral, ha sido el relativo a la sesión del día 13, cuando comenzaron a relatarse en la sala los testimonios en primera persona de las torturas que habrían sufrido algunas de las mujeres que acabo de nombrar. 

Naia Zuriarrain explicó cómo fueron las torturas que sufrió durante su detención. Un vídeo que hemos podido ver todos, desgarrador y que nos hace pensar a muchas cómo es posible que ante semejante denuncia aquí no pase nada. 

Naia explica cómo los agentes la desnudaron, cómo se rozaban con ella, cómo le tocaban los pechos. A Naia le avisaron los agentes, cuando iban hacia Madrid, de que no contase nada al médico forense si no quería tener más problemas. Ella relató al forense lo que le habían hecho, y efectivamente, según explica, tuvo consecuencias. 

Naia explica que el primer día que llegó a Madrid, durante el día, le sacaron un par de veces de la celda a gritos, le ponían un antifaz y comenzaban los interrogatorios donde le acariciaban, le tocaban los pechos. Mientras lo cuenta, su voz se quiebra. Cuenta cómo le amenazan con hacerle daño a su familia, a su pareja. 

Cuenta cómo le obligaban a mantenerse en pie, ella intentaba sentarse. Recuerda que había unos cuatro guardias civiles haciendo comentarios sexistas, riéndose de ella. Ha contado cómo le quitaron la ropa, la dejaban desnuda. Cómo la llevaron a una habitación acolchada, con varios agentes. Su voz se vuelve a romper mientras recuerda lo que vivió ese día, que según señala, le supuso una lesión de pérdida de audición que aún mantiene. Le empezaron a quitar la ropa a la fuerza, según su relato. Se quedó en bragas y en camiseta y pusieron gomaespuma en sus brazos con precinto mientras echaban agua fría por su cabeza. Le quitaron la camiseta entre gritos y empezaron a tocarla por todo el cuerpo. Un guardia civil se acercó por detrás restregando sus genitales contra ella, según lo recuerda. Su voz cada vez se quiebra más. Después vendrían las bolsas de plástico en la cabeza, la tortura conocida como "la bolsa". Naia cuenta que ella intentaba romper la bolsa para respirar, mientras los agentes comentaban que "había que cambiar las bolsas porque eran una mierda", pero que estuviera "tranquila", porque "tenían más bolsas". Naia llora mientras recuerda "que se moría". 

Ya en el suelo, sin bolsa, le echaban agua en la cara, mientras le gritaban para que "hablase". Fruto de estas torturas vino la declaración de autoinculpación, según ha denunciado Naia. Le hacían las preguntas y le decían cómo debía responder. "Ellos me guiaban en todo momento", "me lo tuve que aprender de memoria", "me hicieron ensayarlo varias veces", porque de lo contrario, según Naia explica, volverían a llevarle a esa habitación acolchada. 

La denuncia no es nueva. En su día estas torturas y las que relata Saioa Agirre se denunciaron, pero el juez instructor decidió no abrir diligencias. El juez instructor era Fernando Grande-Marlaska, hoy ministro de Interior. 

"La gravedad de las torturas relatadas nos obliga a manifestar públicamente nuestra solidaridad con ambas letradas y a mostrar nuestra más intensa repulsa por la violencia y lesiones infringidas contra éstas por parte de la Guardia Civil", ha señalado la Asociación Libre de Abogadas y Abogados ALA. En el comunicado público de la organización recuerdan: "Las torturas relatadas por las abogadas Naia y Saioa se unen por desgracia a las de Beatriz Etxebarria, la cual denunció haber sido violada por parte de la Guardia Civil en marzo de 2011 en régimen de aislamiento".

¿Nadie piensa esclarecer esto? ¿O es que aquí si eres vasca, si eres abogada que defiende a un cliente —independentista vasco o de la ETA— ya formas parte de "la misma mierda" y mereces que para ti no haya ni estado de derecho ni derechos humanos, ni justicia?

Explicado todo esto, ahora yo me pregunto por qué las cadenas de televisión privadas, tan comprometidas algunas de ellas últimamente con la defensa de las mujeres, contra la violencia de género, no han informado de estos hechos. Por qué no se ha montado un programa especial en horario de máxima audiencia para denunciar lo que supuestamente ocurre en las dependencias policiales. Por qué no se pone el foco sobre estos hechos para depurarlos, para averiguar lo sucedido y para que se investigue a los supuestos responsables. 

Me pregunto qué le parece a las mujeres de estos agentes de la Guardia Civil cuando leen noticias de este tipo. ¿Preguntará esa novia, esa mujer a su pareja cuando llega a casa si estas cosas pasan de verdad? ¿Nadie piensa esclarecer esto? ¿O es que aquí si eres vasca, si eres abogada que defiende a un cliente —independentista vasco o de la ETA— ya formas parte de "la misma mierda" y mereces que para ti no haya ni estado de derecho ni derechos humanos, ni justicia?

¿Qué le pasa a este país donde se denuncian hechos tan sumamente graves y la ministra Irene Montero no ha dicho absolutamente nada al respecto? ¿No se merece ni siquiera un tuit de esos tan contundentes por parte de la ministra de Igualdad? ¿Y Marlaska, no tiene nada que decir ahora como ministro, de la misma manera que no tuvo nada que hacer cuando era el juez instructor que no quiso investigarlo?

Aquí están pasando cosas muy graves. Porque el simple hecho de que estas mujeres hayan denunciado estas torturas y no se haya hecho absolutamente nada es inadmisible. Lo mínimo habría sido investigar. Ni eso. 

Yo le pregunto a esas mujeres dentro de la Guardia Civil, ahora me dirijo a las agentes, si su presencia dentro del cuerpo no sirve para empujar a que estas denuncias tengan recorrido. Está claro que durante todo este tiempo los agentes no han promovido que estos hechos fueran clarificados, a los hechos nos remitimos. Pero ahora, ahora que hay mujeres allí trabajando, ¿vais a consentir que estas denuncias hechas por mujeres queden en un cajón?

A las parejas, hijas, madres de los agentes: ¿cómo se os queda el cuerpo después de escuchar a Naia? ¿No tenéis nada que preguntar, ninguna explicación que pedir? 

La política no lo es todo, por encima está la decencia, la dignidad, la honestidad y la hermandad entre mujeres. Ahora que estamos consiguiendo alcanzar lugares de gran influencia, como algún ministerio, es el momento en que el ejemplo, esa llamada "sororidad", debería hacerse patente alzando todas juntas la voz junto a Naia y Saoia, junto a Beatriz Etxebarria, junto a tantas otras cuyos derechos más básicos habrían sido vulnerados ante el silencio cómplice de ese patriarcado que algunas dicen haber venido a combatir. Pues que se vea.