“Se puede hablar y dialogar”, decía el “candidato Sánchez” en respuesta a la intervención del diputado del PDeCAT, Campuzano. Le ha dicho muchas cosas muy interesantes, la verdad. Ha invocado al diálogo, a la posibilidad de estudiar y analizar todas las leyes que fueron aprobadas en el Parlament de Catalunya y que han sido tumbadas después por el todopoderoso Tribunal Constitucional. Ha añadido la coletilla, claro está, que enmarca todo a la luz del orden y la ley, de la Constitución y del Estatuto. Sí, de esa Constitución que se interpreta, se manosea y se pisotea al albur de quien la utiliza como excusa y bajo el farol de un Estatut que no ha refrendado el pueblo catalán. Que, digo yo que puestos a poner las cosas en su sitio, no estaría de más dejarlo todo claro. 

Todo claro significa reconocer que el artículo 155 no era el bolso de Mary Poppins, de donde poder sacar cualquier cosa: desde cesar al Govern hasta convocar elecciones. No, eso no podía hacerse y quizás sería hora de que Sánchez estuviera dispuesto a abrir este diálogo tan interesante para todos, sobre todo para el pueblo. Porque reconocer que se van a revisar las leyes tumbadas por el TC es poner al pueblo en el centro, y esto es importante porque a Mariano y a Alberto (Albert) se les olvida continuamente. Y a Sánchez también, para qué engañarnos. Pero ahora que toca ponerse estupendo porque será investido presidente, toca aplicarse y vestirse de nuevo con el traje de hombre de diálogo. Ese que guardó en el armario a principios de verano, cuando aún una servidora hablaba con él de manera directa y casi amigable. 

Espero sinceramente que Sánchez vuelva a ponerse aquel uniforme, porque para eso lo van a apoyar las fuerzas soberanistas. Porque ante todo son soberanistas y de soberanía, que en definitiva es democracia, no anda el PSOE sobrado. Y de republicanismo tampoco. 

Ojalá entienda ahora todo el partido que lidera Sánchez que los republicanos han venido a tenderle la mano al pueblo español. Sí, a todos nosotros. También a ellos, claro está. Pero es que resulta que todos tenemos el mismo problema: un sistema corrupto (ojo, que ahí también está el PSOE), con mecanismos que le han mantenido vivo hasta ahora. Y que, precisamente y gracias a la batalla dada por los republicanos catalanes, el Partido Popular se ha visto debilitado de manera flagrante. Sí, claro está, la sentencia de Gürtel ha venido a ser la guinda del pastel. Pero sin lugar a dudas, ese odio que le han escupido a Puigdemont, a los Jordis, a Junqueras y a todo soberanista catalán ha puesto en evidencia la alergia que el establishment español y muy español le tiene a la democracia. 

Sánchez, bien por haberte dejado apoyar por los republicanos. Aunque te haya costado asumirlo, este es tu lugar natural

Esto tenía que estallar por algún lado. Y finalmente lo ha hecho. Y seguiremos viendo, espero, todo lo que queda por limpiar. Esto acaba de empezar. 

Solamente espero que Sánchez sepa entender lo que tiene entre manos: que se llama regeneración, se llama República, se llama rehacer un mapa donde todos estemos a gusto. Se llama dignificar la política, el periodismo, la justicia. Se llama poner la democracia a punto. Y estoy segura de que los republicanos de todos los territorios estarán a la altura. 

Ciudadanos se relame porque ahora vendrán los golpes más duros contra Sánchez. Precisamente es lo que quieren: darle por todas partes, desde Cs y desde el PP (veremos también qué papel juega Podemos), para, llegado el momento, valorar una posible alianza al más puro estilo “Gran coalición” que a más tardar vendrá en 2020. 

Bienvenido, pues, Sánchez. Bien por haberte dejado apoyar por los republicanos. Aunque te haya costado asumirlo, este es tu lugar natural. Empezarás a verlo, si te dejan y no te despeñan antes desde tus propias filas. Me consta que ya están urdiendo el siguiente golpe. 

Ahora queda que, en vista de que todo esto se precipite, Rajoy no saque de la manga su dimisión para propiciar un gobierno de Soraya, o de Ana Pastor (la del Congreso, no la de La Sexta) con el apoyo de Ciudadanos. Nos quedan unas horas para salir de dudas. No dejaremos de confiar en el mejor aliado de los independentistas, que, junto a Llarena, ha sido sin duda M. Rajoy.