Mantener la serenidad y la determinación ha sido, según Cuixart, lo que ha venido haciendo durante mil días. Hoy ya son mil uno. Sin libertad, durmiendo cada día en una prisión. Su "delito", el de haber defendido que la sociedad catalana pudiera dar su opinión mediante unas urnas. Rechazar con contundencia la violencia, siempre. Defender la cultura, la comprometida, que es la que interesa. Y sobre todo, tener claro que ni la prisión ni el exilio son los límites de una lucha por una idea: esa que va más allá de territorios y fronteras, la que defiende el derecho a poderse expresar, a poder plantear ideas alternativas, a promover debates, a proponer planteamientos discutibles desde el respeto. 

No comprendo cómo es posible que haya quien no entienda el derecho de una persona a buscar, a plantearse, una manera distinta de vivir a la que le habían programado desde fuera. Claro está que me refiero a una manera de vivir en paz, en convivencia y respeto hacia los demás. En libertad y en absoluta sintonía con las múltiples maneras de entender cada pequeña y gran cosa de la vida: de la individual y colectiva. 

Me cuesta mucho trabajo estos días poder llegar a entender cómo hay personas que, defendiendo la autodeterminación individual para poder ser lo que son, hombre o mujer, no alcancen a entender esos mismos derechos en colectivos de personas que quieren defender lo que son, que son catalanes, que son vascos, que son gallegos, que son saharauis. Son y están, exigen derecho a poder expresarse, a poder cultivar su lengua, su cultura, a cuidar sus territorios, a administrarlos. Esto, aparentemente tan sencillo y natural, no debería suponer un problema para nadie, sino todo lo contrario. Sin embargo, es la fuente y el origen de los conflictos internacionales desde que el hombre empezó a delimitar las tierras y a decir "esto es mío y tú aquí no pasas". 

No hemos avanzado mucho desde entonces por lo que se ve. En ese "en mi tierra mando yo, y las normas las dicto y tú las cumples" estamos. 

Mientras los líderes catalanes llevan mil y un días en prisión, o en el exilio, por haber organizado una consulta popular. Por haber puesto urnas en las calles para saber qué opinaba la gente sobre un asunto fundamental —no solo en Catalunya, no sólo en España, sino también en Europa y en el mundo, puesto que la determinación de los pueblos es un pilar básico en la organización social y territorial—, vemos como otros, "por ser quienes son", pueden "presuntamente" delinquir, con bombo y platillo, y con todo el descaro saberse impunes. 

Sí, es aberrante pensar que en este Estado se puede encerrar y pretender "reeducar" a personas que buscan vivir en un lugar donde la justicia social, la democracia, el derecho y la igualdad de oportunidades sean reales y lo hayan intentado a través de procesos absolutamente democráticos y transparentes; y mientras tanto, el jefe de estado pudiera haber estado (presuntamente) cometiendo delitos y no pase absolutamente nada. Es más, que todos lo sepamos, que todos lo tengamos frente a nuestras narices y el propio sistema, el Congreso, los tribunales digan abiertamente que todo lo que haya hecho el monarca estando al frente del Estado se pasará por alto. 

Mientras los líderes catalanes llevan mil y un días en prisión por haber organizado una consulta popular, vemos como otros, "por ser quienes son", pueden "presuntamente" delinquir, con bombo y platillo, y con todo el descaro saberse impunes

Es más, por si esto fuera poco (evidentemente no lo es), para más inri conocíamos que justamente el día en que se envía la documentación desde Suiza, habrían prescrito ya los presuntos delitos. Sí, como lo lees.

El 1 de julio la Fiscalía suiza remitió a la Fiscalía española la documentación relativa a la investigación que lleva dos años realizando sobre los posibles delitos que habría cometido Juan Carlos. El 1 de julio justamente prescribió el delito más gordo de los que presuntamente habría cometido el emérito.

La cuestión de las fechas, de los días, es curiosa. La inviolabilidad del rey supone que hasta el año 2014, todo lo que hubiera hecho no se puede investigar. Por lo tanto, el origen del dinero, de los 65 millones, no se puede encontrar, puesto que no se le puede preguntar por ello. Solamente se podría investigar, se supone (y en contra del criterio de los letrados del Congreso), aquello que haya hecho después de abdicar. 

La fecha clave en todo esto es el 30 de junio, que es cuando se ha de presentar la declaración de la renta del año anterior. O sea, que la fecha fundamental es el 30 de junio del año 2015, momento en el cual, si no has declarado todo lo que hiciste en el año 2014, comenzarías a estar incumpliendo la ley. Repitamos: 30 de junio. 

Son cinco los años para la prescripción en el delito fiscal. Si nadie te ha reclamado nada desde ese momento, parece ser que se acabó la historia. ¿Cuándo ha prescrito el supuesto delito fiscal? Tachán: el 30 de junio de 2020. 

¿Cuándo han llegado los documentos desde la fiscalía de Suiza? El 1 de julio de 2020. ¡Ay!, por qué poquito. Si llegan a enviarlo un par de días antes, justo justo, habría podido investigarse. ¡Qué mala suerte!

Son casualidades de la vida. Sin duda. Lo mismo sucedió con Falciani, cuyos delitos habrían prescrito por un sólo día. ¡Ay!

Como a la familia Cort Lagos, acusada de un delito fiscal de 100 millones: como la jueza no tenía claro si era competente para investigar el caso, ¡ay! se le fue.... 

Parece todo una locura, pero no olvidemos que para el señor fiscal el loco es Cuixart, que, según él, tiene una distorsión cognitiva. Por considerar que no ha cometido delito alguno, por estar seguro de que lo que ha hecho se ampara dentro de la libertad de expresión y manifestación. Por defender lo mismo que ahora defienden desde Naciones Unidas, desde Amnistía Internacional y desde distintas organizaciones de defensa de los derechos humanos. Debe ser que todos ellos tienen distorsiones cognitivas. Sin embargo, lo del rey es todo muy normal, denota mucha cordura en este sistema, no cabe duda. 

Al final, terminaremos todos locos.