Cuando a España descubrió el mundo, el mundo estaba esperando ser descubierto. Porque España lo ha descubierto todo. La justicia, la democracia, la razón, la verdad, a Dios, a la Virgen, al Diablo. (Por si acaso, entiéndase la ironía).

España ha descubierto lo humano y lo divino. Y si no lo sabemos aún es porque todavía no hemos descubierto todo lo que en realidad es posible gracias a España.

Que se lo digan a los americanos, que están encantados de la suerte que tuvieron porque les descubrimos. Hasta ese día en que aparecimos por allí, estaban sin saber qué hacer, sin saber quiénes eran ni cómo se llamaban. Necesitaban un dios que les dijera que eran unos salvajes y debían convertirse. Porque no tenían alma, los pobres. No tenían conciencia, no tenían ni idea de quiénes eran y lo que era peor aún: no tenían ni idea de quién éramos nosotros. Divertidísimos. Joviales. Pacíficos y respetuosos.

Que pregunten por nosotros en cualquier lugar del mundo, allá por donde hemos tenido el detalle de regalar nuestra presencia. En los Países Bajos no les decían a los niños que venía el coco, les decían que venían los españoles. Éramos así de adorables.

Y unos cachondos mentales, porque no me diga que la Santa Inquisición no molaba. Si es que nunca nos podrán agradecer lo suficiente la cantidad de cosas maravillosas que hemos hecho. Porque como diría Borrell, haber matado cuatro indios, nada tiene que ver con la suerte que han tenido al conocernos. Cuando les hacíamos el truco del espejito y nos llevábamos lo que nos daba la gana. Que para eso aquello era nuestro. Y si alguien decía que no, le quitábamos del medio, que para eso teníamos a Dios de nuestro lado.

Somos adorables, y por eso celebramos el día de la raza. Que es el día en el que en algunos lugares nos estarán dando las gracias eternamente. Sobre todo cuando gritan cosas tan lindas como “muerte al gachupín” en la celebración de la independencia de México, cosas que igual alguno no sabe. Porque se piensan que nos agradecen mucho haberles descubierto.

Hoy es el día entre la celebración de la Hispanidad y la sentencia al independentismo catalán, que igual algo tiene que ver también.

Yo hace muchos años que oigo tal día como hoy el himno de Riego y digo bien alto que no tengo nada que celebrar.

Y a partir de mañana, menos todavía.