Dicen que lo que no se cuenta, en determinados casos, no existe. Y algo así está sucediendo con muchas muertes que están produciéndose a causa de la Covid-19.

Seguramente en Catalunya son más conscientes de lo que ha sucedido esta semana, porque “la culpa” ha sido suya. Ellos han sido los responsables de “forzar” que se cambien los criterios para dar los datos oficiales desde el Ministerio de Sanidad de España.

Resulta que llevamos más de un mes con cifras cada día que en realidad no son lo que pensábamos. No son exactas ni hacen referencia a la realidad esas parrillas que cada mañana, a eso de las doce, nos llegan desde el Ministerio para que informemos sobre ellas.

Ya durante los primeros días pude comprobar que las cifras que hacían referencia a Castilla-La Mancha no eran correctas: me contactaron médicos desde la UCI del hospital de Guadalajara para explicarme que esas cantidades que aparecían publicadas refiriéndose a los que se encontraban en la unidad de cuidados intensivos no eran correctas. Me puse en contacto con las instancias gubernamentales y, efectivamente, saltó la liebre. En aquella ocasión nos informaron de que había sido un “error”, que en lugar de once pusieron dos, y que sacarían una nota de prensa para explicarlo. Y lo hicieron.

Sin embargo, a los dos días, empecé a recibir avisos de personal sanitario de distintas partes del estado español para decirme que estaba ocurriendo lo mismo: que no se estaban contando muchos de los casos que ellos estaban atendiendo en los domicilios, por ejemplo. Y fue así como poco a poco nos fuimos enterando de que solamente se estaban contabilizando a personas que morían hospitalizadas, y confirmadas por Covid-19. O sea: que aquellas personas que hubieran fallecido en sus casas, en residencias de ancianos o en lugares donde se cuida a personas discapacitadas, no se estaban añadiendo a los datos “oficiales”.

Con razón me decían los sanitarios que ellos calculaban que la realidad estaría multiplicando por tres, como mínimo, lo que nos estaban contando en los partes oficiales.

Precisamente en poblaciones muy envejecidas, el hecho de no haber claridad sobre este asunto les “permitía” escurrir el bulto de lo que está sucediendo en sus regiones

Y mientras estábamos recabando esta información, en Francia denunciaron precisamente que el gobierno no estaba contabilizando a las personas fallecidas en residencias de mayores. Lo mismo que había sucedido en Italia. Y comenzaron a reportarse números escandalosos de lo que estaba ocurriendo en aquellos lugares donde las personas mayores fallecían. Pero seguían sin sumarse a los datos oficiales que reportaba España cada mañana.

El personal sanitario me decía que no entendía (ni entiende) cómo es posible que a las personas fallecidas con síntomas no se les practique ningún tipo de prueba o autopsia para dejar claro si estaban o no infectados.

Y es que estamos ante una pandemia global, y digo yo —que no soy nadie— que habría que tener todo esto bien estudiado, caso por caso, y tener claro quién está infectado, con quién ha estado, dónde ha ido y a quién ha podido infectar. No es que sea idea mía, es que es lo que han estado diciendo los expertos desde el primer momento. Que lo más importante era hacerle pruebas a todo el mundo para identificar los casos infectados y cortar así con la transmisión. Porque uno de los principales problemas que tiene este virus es su enorme capacidad de contagio.

Investigadores del CSIC se preguntan cómo es posible que, pudiendo hacer test masivos y a bajísimo coste, estén esperando a poder hacerlos debido a complicaciones burocráticas desde hace semanas.

Se piden test y llegan defectuosos. Otra vez a perder tiempo.

Esta semana Catalunya se salía de la línea que se había venido marcando hasta ahora: comenzó a reportar las muertes producidas en residencias y desde el Gobierno del Estado les acusaron de “querer confundir” con las cifras. Querer confundir. ¿Querer confundir? Aportar datos es querer confundir, sorprendentemente. Y el Gobierno parecía molesto, ¿sería porque de pronto había que sumar más de dos mil muertos a las cifras oficiales? Si no era por este motivo, daba esta sensación. Pero dos días después, se cambiaron los criterios y el Ministerio de Sanidad comenzó a pedir a todas las regiones que reportasen las cifras incluyendo las muertes en residencias.

Algunos han tenido que apretar los labios, porque precisamente en poblaciones muy envejecidas, el hecho de no haber claridad sobre este asunto les “permitía” escurrir el bulto de lo que está sucediendo en sus regiones. Por poner un ejemplo, en la región donde yo vivo, Castilla-La Mancha, su presidente se está haciendo muy conocido por las declaraciones absolutamente vergonzosas en los medios de comunicación. Emiliano García Page no pierde oportunidad para quitarle importancia al asunto de la pandemia, desde que cuestionaba que se cerrasen escuelas hasta hace unos días, que hacía comentarios inaceptables sobre las cifras reportadas.

¿Qué ha sucedido cuando Catalunya ha tirado de la manta? Pues que ha sido una cascada y han tenido que empezar a reconocer datos que hasta ahora no se daban. Y precisamente en mi región, se han dado por primera vez los datos de personas “sospechosas” de haber muerto por Covid-19 en residencias de ancianos. La cifra que ha dado el consejero de Sanidad es de 898 fallecidos más.

Se supone que tenemos aquí 16.349 caos confirmados (y se ha reconocido que puede haber otros 14.000 más sin confirmar), y se supone que llevamos 1.913 fallecidos.

Digo “se supone” porque ahora ya es complicado creerse las cosas. Tampoco las “oficiales”. Y si estamos todos encerrados en casa, como nadie informe de estos asuntos, es mucho más complicado que las cosas se comenten en la calle. Pero oiga, la culpa la ha tenido Catalunya, ya lo ve. Hasta que el Govern no ha tirado de la manta, no han empezado las demás regiones a tener que dar explicaciones (y más que tendrán que dar).

El pasado viernes la Fiscalía ya anunciaba de la apertura de una investigación de, al menos, 38 residencias de mayores en regiones de Canarias, Cantabria, Comunidad Valenciana, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Catalunya y Madrid por presuntos delitos de abandono, malos tratos, imprudencia, entre otros.

Por cierto, de los nuevos contagios que se reportan cada día, resulta que sólo se contabilizan los que son sintomáticos. No se contabilizan los asintomáticos. O sea, que las personas que se hacen el test, dan positivo, pero no tienen síntomas, tampoco se están teniendo en cuenta en el reporte oficial diario.

¿Alguien entiende algo?