Decía Sánchez que lo de Catalunya se solucionará votando. Sí, lo ha dicho. Votando lo que a él le parezca, claro. Y saliendo previsiblemente el resultado que él espera. Claro que sí, porque de este modo se entiende la democracia para los del PSOE. Esas decisiones “por consenso” cuando en realidad eran en virtud del artículo 33

Lo conozco bien: esa manera de afrontar el debate en las asambleas absolutamente regadas de bombas trampa. Que si los censos, que si los avales, que si esto, que si lo otro. 

O como esa manera tan democrática de tomarse los resultados de unas presuntas primarias como ha hecho a Soraya: no acudiendo a la primera reunión de diputados convocada por el Máster. Eso es saber entender que lo importante en un presunto procesos democrático es que haya pluralidad en la participación. Y digo, reiteradamente, “presunto” por costumbre: en el Partido Popular todo es presunto desde hace tiempo. 

Y viendo lo visto —nadar entre gente que viene de este tipo de criterios para moverse en ese medio ambiente suyo de carne de partido—, no debería extrañarnos la cuestión que plantea Sánchez. O Pastor. Porque otra que tal baila: invita a Torra a presentar su propuesta sobre Catalunya en el Congreso, pero lo hace con sus normas. O sea: que invita a Torra para que éste hable y presente su proyecto y después la mayoría parlamentaria lo somete a votación y lo destroza. Y chim pom: finiquitado asunto catalán como ya hicieron con el vasco cuando engañaron (o no) a Ibarretxe.

Uno tiene la fuerza bruta, el control del dolor; el otro tiene ideales, argumentos, la fuerza moral y, además, está dolido

Entre la invitación de Pastor y el referéndum de autogobierno de Sánchez, quieren hacer puro filibusterismo (perdón por el palabro, pero está de moda). Son aparentes gestos que en realidad son caramelos envenenados. Pero, eso sí, de cara a la galería quedan guay y parece que quieren dialogar y que son superabiertos. Y claro, a Merkel se le escapa (o no) lo que hay detrás: las trampas que implican ambas jugadas.

Lo de Merkel lo digo por esto. Que, sumado a esto, a mí me da mal rollo.

La realidad es que aquí se está ganando tiempo. Esperando a que se dicte sentencia, las miradas se mantienen para ver quién parpadea primero. El problema está, a mi entender, que no están en igualdad de condiciones. Uno tiene la fuerza bruta, el control del dolor; el otro tiene ideales, argumentos, la fuerza moral y, además, está dolido. Profundamente dolido por la brutalizad y las trampas. 

Pero Sánchez viene a ofrecer un referéndum para hablar de que sale el sol por la mañana y por la noche la luna. Un insulto a la paciencia de cualquiera: sobre todo si llevas casi un año en prisión.

Sentencias que han de llegar allá por Noviembre. Que de ser absolutorias —o, como mucho, con sanción por desobediencia—, calmarían enormemente las aguas. De lo contrario, de ser condenatorias, vendrá un huracán. Porque las injusticias cometidas han taladrado muy hondo. 

Quién sabe si, cuando parece que todo se acaba, en realidad empezará todo.