¿Alguien dudaba de que Alberto Carlos aparecería de nuevo? Era evidente que el silencio de Rivera estaba calculado: un tiempo en el que ha podido asomarse al funcionamiento de la maquinaria. Mientras no diera su brazo a torcer, le iban a desmontar el partido desde dentro. Las estampidas que comenzaron con Toni Roldán y que han ido sucediéndose hasta ayer mismo estaban perfectamente pensadas. Una sangría lenta pero bien planificada para que fuera como un goteo en los medios de comunicación, dando la sensación de que Ciudadanos estaba tocado de muerte.

A medida que no estás dispuesto a pasar por determinados aros, empieza a subir la intensidad del voltaje: y siempre hacen lo mismo.

Si Iglesias no tragaba, ¡paf! le montan un errejonazo. Total, lo de montar y desmontar partidos saben hacerlo perfectamente. Se trata de buscar un perfil bueno y resentido (los hay en todos los partidos) y comenzar el tratamiento: aparecerá en los medios como más guapo, más alto, más listo, más todo. A Rivera estaban ya a punto de sacarle un Errejón de la manga, y no diría yo que todavía no lo hagan: dependerá de lo chulo que se ponga con sus exigencias.

De momento acaba de romper su silencio, quizás advertido por los estudios que lo dan como uno de los grandes perdedores del 10-N, para decir que está dispuesto a pactar con Sánchez pero con condiciones. Entre sus condiciones dice cosas como poner en marcha medidas para fomentar la natalidad: su ocurrencia es que la educación infantil sea gratuita. Como si decir esto fuera suficiente. Espero que siga ampliando sus exigencias, como ayudas económicas a las madres con hijos (que no se acaben a los 3 años, por ejemplo).

También ha hablado de ampliar el permiso de paternidad. Mejor que no decir nada, evidentemente, es. Pero vaya, que hay que esforzarse un poco más, Alberto Carlos. Toma nota de los países nórdicos, ya que te quieres poner chulo y exigente. Pide, pide, que ahí tienes propuestas brillantes y necesarias.

Todo parece nuevo cuando en realidad en el juego de poder es difícil que algo no esté inventado

Habla de mejorar la situación de los autónomos. Me parece genial. A ver si es verdad que empezamos a cotizar por lo que facturamos, o puestos a pagar cantidad fija, que permita a la gente trabajar y cotizar. O un sistema mixto, o por tramos... Hay mil maneras de mejorar la situación de los autónomos. Mil situaciones injustas que nadie plantea resolver de manera clara. Como tener que adelantar el IVA de facturas que a veces nunca se llegan a cobrar.

Habla de una única tarjeta sanitaria para todos los territorios que contenga el historial médico de todos los pacientes y así puedan atenderte en todas partes igual. Es una manera interesante de ir contra la competencia autonómica de la sanidad, pero tiene sentido. Es una medida que difícilmente se puede rechazar porque ciertamente se puede crear un sistema compartido que garantice un mínimo de coordinación a partir del cual cada región pueda mejorar a su manera.

Habla de rebajar impuestos. Pero no especifica. Si quiere mejorar todo lo demás que señala en su discurso, necesitarán recursos: bajar impuestos a los contribuyentes más vulnerables está bien, siempre y cuando se recaude por donde menos se cotiza actualmente. Sociedades y actividades que no se regulan convenientemente.

Una batería de propuestas que miradas en detalle seguro que nos muestran la sorpresa liberal que Rivera siempre esconde, pero que de entrada son difícilmente criticables. Incluso, se parecen mucho a muchos planteamientos que hace Podemos (con la misma brocha gorda).

Sin embargo, la caja de Pandora se abre cuando viene lo importante: romper los pactos con los demonios independentistas. Sacar de la Diputación de Barcelona a los indepes, romper el pacto de Navarra y en definitiva dinamitar los puentes creados. Por el bien de España, de la democracia, de la paz.

Este intento a la desesperada por tratar de mantenerse en el estrado hace que Alberto Carlos cada vez lo tenga más difícil para disimular. Es un títere al servicio de quienes un día decidieron que iban a darle voz, y de pronto decidieron que ya no más.

Lo de ser un juguete roto es muy jodido porque mientras te dan palmas y todo te sonríe, te animas, te vienes arriba. Te ponen todas las facilidades para codearte con quienes crees que son lo más, te repiten que eres lo más continuamente, te mueves entre bambalinas y todos te dan palmadas en la espalda. Eres lo más. Cambias de coche, de casa y de compañera (el cambio de las tres C) y te dejas llevar. Hasta que de pronto ya no sirves para su juego. En ese momento vienen los descalabros. Solamente hay que observar con calma lo que ha venido sucediéndole a los que han sido lo más y se lo han creído, a los que han bebido del cáliz y se han dejado acariciar el lomo creyéndose los elegidos.

Todo parece nuevo cuando en realidad en el juego de poder es difícil que algo no esté inventado.

Y ahora todo este tinglado servirá para ver cómo bailan las figuras que nos han venido como “los más” y “los menos” dependiendo del momento: Pablo, Pedro y Alberto Carlos tienen la segunda oportunidad para intentar lo que no se consiguió en 2016. Esta vez hay un par de variantes nuevas: el enemigo común, que es Vox, y el amiguito común, que será Errejón.