Romper la palabra dada, romper los acuerdos alcanzados es una declaración de guerra. Lo estamos viendo en Ucrania, donde a pesar de que la opinión pública no acceda con facilidad a la contextualización del conflicto, desconociendo en muchos casos el recorrido de las tensiones en el territorio ucraniano, obviando la injerencia exterior en un golpe de estado en el Maidan de 2014, y escurriendo el bulto del pisoteo de los pactos entre la OTAN y la URSS (ahora Rusia), son hechos que marcan sin lugar a dudas el presente y posiblemente también el futuro más inmediato. Si no analizamos el recorrido de la historia, no podemos entender el conflicto actual

Pero hoy no quiero hablar de Ucrania, porque considero que lo que se ha vivido en Cataluña es digno de analizar: las declaraciones de Rufián, aprovechando la ola de marcado posicionamiento público contra Putin, para emmerder (como diría Macron) a sus socios de gobierno de JxCat es, en mi opinión, una declaración de guerra. Y lo es porque rompe el pacto de investidura que se firmó entre ERC y JxCat para nombrar president de la Generalitat a  Pere Aragonès: un pacto donde se acordó que cualquier tipo de desavenencia debería ser ventilada previamente en ámbitos estructurados, para evitar romper la unidad de acción, la representación de una mayoría social que había apostado por el independentismo. 

Rufián ha dinamitado el pacto. Ha hecho, en mi opinión, una declaración de guerra

¿Lo ha hecho por su cuenta? ¿Lo ha hecho en nombre de ERC? 

Aunque se haya disculpado por las formas, el daño ya está hecho: subirse al carro de las acusaciones falsas, de manera absolutamente tramposa (y traidora), aprovechándose de las cloacas que tanto daño han hecho a quienes defendemos la democracia. 

Rufián ha decidido ponerse en ese bando: en el de la mentira, la difamación, la acusación grave y peligrosa, la de responder a la prensa que hace unos meses negaba la palabra. La de subirse al carro de demonizar a Rusia, ubicándose de la mano de Borrell, Biden y Sánchez

La pregunta ahora es: es una decisión de Gabriel o es una decisión de ERC. A tenor de la sucesión de hechos que se han venido produciendo en la historia reciente del Govern, es bastante claro que ERC quiere quitarse del medio a JxCat, y muy posiblemente lo que desee sea entregarse a los lazos de un nuevo tripartito y dar por enterrado el procés. 

El problema, como siempre, es que no se hable claro y se utilice el embuste y la mentira para salirse con la suya. Y eso no es propio ni de izquierdas ni de derechas, ni de señoritos ni de obreros, ni de los de arriba ni de los de abajo. Es propio de personas sin ética que son capaces de hacer lo que sea para mantenerse donde están.