Hace tres años cayó en mis manos el libro escrito por David Rocasolano Adiós, princesa. El autor es primo de Letizia, la actual reina de España. Si la memoria no me falla, el primo había tenido una relación muy cercana, o de eso presumía, con la que fuera hasta entonces periodista. Antes de ser escritor, era abogado. Y precisamente por ello conocía, o decía conocer, muchas de las intimidades de la reina de origen plebeyo. 

El caso es que un amigo me había recomendado el libro hacía unos meses y aprovechando el “descanso” estival, lo leí. Comencé sin tenerle mucha fe al documento, pero he de reconocer que en tan sólo dos páginas lo que leí me sobrecogió tanto, que no pude dejar de leerlo. Mientras hilaba cada palabra, releía algunos párrafos y trataba de asimilar lo que contaba el libro, pensaba también en el tipo de persona que se debe ser como para escribir semejante obra con datos tan íntimos, tan reveladores (y tan fuertes). 

No es de extrañar que, por otros asuntos lejanos a Letizia, este señor fuera procesado, condenado e inhabilitado como abogado. Precisamente por revelar secretos de alguno de sus clientes. Concretamente, de Rocío Durcal. Facilitó información sobre asuntos de índole absolutamente personal, puesto que él era el abogado de la cantante, a María Patiño, una de las voces de la prensa rosa, que así lo reconoció en televisión. 

En el libro se da a entender que Doña Letizia respondería a un perfil frío, calculador y capaz de hacer prácticamente cualquier cosa por conseguir sus objetivos. No entraré en los episodios oscuros y tenebrosos que cuenta su primo. 

Doña Letizia respondería a un perfil frío, calculador y capaz de hacer prácticamente cualquier cosa por conseguir sus objetivos

Una sensación entre estupor, incredulidad y curiosidad me embargó ese verano mientras leía esa especie de cajón de secretos. 

Una sensación parecida a la que tuve al leer la entrevista que se acaba de publicar realizada a Amadeo Martínez Inglés, coronel retirado del Ejército. La publicación se hace en el contexto de la presentación del último libro del coronel: Juan Carlos I, el rey de las cinco mil amantes. El título no pretende ser metafórico y el tono en el que se expresa Martínez Inglés en la entrevista no da visos de parecer ficción, ni una broma. 

Cuenta el coronel episodios del monarca que sobrecogen. Describe a Juan Carlos como a un depredador sexual, un adicto, un ser absolutamente fuera de control con las mujeres. Desde siempre. 

Los detalles que narra sobre la reina Sofía dan, al principio, lástima. Después de un rato una ya no sabe qué pensar. Coacciones, silencios, tramas urdidas en palacio, abdicaciones, traiciones y planes para callar entonces y hablar ahora. De eso habla abiertamente el coronel en la entrevista. Y del ejército, de su manera de entender muchas cosas que hasta hoy se nos podían escapar. 

Una entrevista que no puede dejar a nadie indiferente. Proveniente de una persona que no acaba de llegar, sino que cuenta con múltiples publicaciones que siempre han tenido como objetivo desmontar la idea que se nos ha querido inocular del campechano. Una realidad, según él, muy lejana a la rectitud, la honradez, la seriedad. Todo lo contrario. 

De ser cierto lo que uno y otro cuentan en sus libros, una llega a la conclusión de que es imposible comprender qué pueden tener esas gentes en la cabeza. Cómo deben funcionar sus principios, de qué manera miran el mundo. Es inconcebible para la mayoría de nosotros. Viven en otra realidad, algo que yo respetaría siempre si no fuera porque sus excesos, que son inimaginables, los costeamos en gran parte personas que nos preocupamos cada día con cumplir las normas, con obtener nuestros salarios a cambio de un trabajo y una dedicación, que pagamos impuestos, que sufrimos el destrozo constante de lo público. Nosotros somos los que hemos pagado las barbaridades que han podido hacerse mientras aquí se pasaba hambre. 

Está claro que esto se precipita. Todo va rodado. Sacar a la luz semejantes cuestiones no podría pasarse por alto en ningún lugar decente.