Hace unos años, en julio de 2014, el Parlamento de Cataluña votaba una moción sobre la autodeterminación del pueblo kurdo, del palestino y de un referéndum de autodeterminación en el Sáhara.

La moción fue rechazada, fundamentalmente por los votos en contra del Partido Popular y de CiU. Desde el grupo nacionalista catalán, Mireia Canelas explicó que habían votado en contra porque no se aceptó una enmienda por ellos presentada que pedía, en términos generales, “el reconocimiento del derecho de autodeterminación de los pueblos”.

Y es interesante ver ahora cómo votaron los demás: El PSC avaló la autodeterminación palestina y un referéndum en el Sáhara, pero se abstuvo en la cuestión kurda. Por su parte, Ciudadanos votó en contra de la autodeterminación palestina y kurda pero sí que estaba de acuerdo en el referéndum en el Sáhara. De hecho estaba a favor de una votación “libre y vinculante para decidir el futuro del Sáhara Occidental”.

Impulsaron la moción desde ICV-EUiA con apoyo de ERC y la CUP.

Estaba por entonces David Fernàndez, de la CUP, y la sesión se tuvo que interrumpir cuando el diputado de la CUP denunció que un diputado del Partido Popular, José Antonio Coto, se refirió a los palestinos como “moros”.

Tiempo después, Jordi Évole le preguntó al president Puigdemont por la votación negativa de CIU al derecho de autodeterminación de los kurdos. Fue muy sonado aquello, y quizás no se habló lo suficiente de la trampa que el periodista había tendido al president, puesto que no quedó claro que la postura de los convergentes en aquel momento había sido votar en contra de la autodeterminación “de unos pueblos”, porque lo que pidieron en realidad fue votar a favor de la autodeterminación de los pueblos, en sentido abierto, general. Por desgracia, todavía hoy hay quien pretende utilizar como argumento que los de Puigdemont votaron en contra de la autodeterminación del pueblo kurdo, algo que además de ser tramposo, es falso.

Pasa el tiempo, y pasa rápido plagado de actualidad y por eso se nos olvidan muchas cosas. A veces es importante recuperarlas. Sobre todo ahora que los relatos se retuercen, se manipulan y confunden.

No está de más recordar a los “socialistas” que el PSOE siempre estuvo a favor del derecho de autodeterminación de los pueblos. Al menos así lo decían en su momento, lo ponían por escrito y algunos lucían pañuelos palestinos y mostraban su solidaridad con el pueblo saharaui. En Suresnes se dijo alto y claro, y se repitió en 1978 cuando se celebró en el  País Vasco y Navarra el primer Aberri Eguna, donde Ramón Rubial y Nicolás Redondo estaban junto a la pancarta caminando por las calles de Bilbao. “Estatuto Nacional de Autonomía. Autogobierno. Autodeterminación”, podía leerse.

El PSE de entonces había apoyado el manifiesto que hablaba abiertamente del derecho de autodeterminación: “la democracia no será plena para nuestro pueblo en tanto, constitucionalmente, no se reconozca su soberanía y el derecho de autogobierno que posibilite su autodeterminación”, decía el texto.

Sin ir muy lejos, cuando Edu Madina estaba al frente de las Juventudes Socialistas Vascas, se aprobó una declaración en el año 2000, donde se apoyaba el derecho de autodeterminación. De hecho, en el IV Congreso de las juventudes socialistas, la ponencia política que se avaló con el voto del 80% de los delegados reclamaba un “referéndum de autodeterminación para conocer si los vascos están de acuerdo con el encaje de la Comunidad Vasca en España”. Y Madina afirmó después que “si Euskadi dice que quiere la autodeterminación, negársela es imposible; en democracia los políticos están para hacer lo que el pueblo diga”.

No está de más recordar a los “socialistas” que el PSOE siempre estuvo a favor del derecho de autodeterminación de los pueblos


Aquél era el PSOE en el que yo me afilié, y del que aprendí, precisamente, sobre el derecho de autodeterminación que más tarde defendí a nivel mundial desde la Internacional de Jóvenes Socialistas. De hecho, allí teníamos en órganos de representación a compañeros del Polisario representando al Sáhara, teníamos a compañeros palestinos, y conseguimos también que los compañeros del PSC tuvieran su propio derecho de voto independiente de las Juventudes Socialistas de España. Eso sí, acordamos que previo a las votaciones que se debieran producir, habría una reunión entre las organizaciones hermanas para evitar posicionamientos enfrentados. Había buen rollo, había entendimiento y había, sobre todo, un espíritu de defensa del derecho de autodeterminación.

Recuerdo cuando allá por 2013 el director de una importante agencia de noticias me llamó a su despacho. Por aquel entonces se buscaba un sustituto para Rubalcaba. Y la conversación ponía sobre la mesa los nombres de Madina o de Chacón como sucesores legítimos. De hecho, el favorito para muchos, entre los que me incluía, era el vasco. Por su visión precisamente abierta a la autodeterminación, por la legitimidad de sus palabras y porque sería muy sano para todos que hubiera un vasco con esta sensibilidad al frente del PSOE. Y en aquella conversación, aquel director me dejó claro que estábamos en momentos de cambio necesario, pero que no era posible que ni una catalana ni un vasco con estas sensibilidades encabezasen el PSOE. Querían, desde el poder, alguien de Madrid, o de Castilla, joven y que no se metiera en esos berenjenales de independentismos ni autodeterminaciones.

En aquél entonces había tensiones en el PSC, donde compañeros como Toni Comin entre otros muchos apostaban por defender el referéndum catalán. Yo misma estuve en Cataluña en algunas charlas en sedes del PSC hablando de esta cuestión. El propio Iceta, por aquellos tiempos también defendía un referéndum para Cataluña. ¡Qué tiempos!

Poco después fulminaron a Madina y a Chachón. Comenzó a aparecer Sánchez y una vez instalado en la Secretaría General, dictó sentencia: “el derecho de autodeterminación no es constitucional y no lo vamos a reconocer nunca”. Y así, de un plumazo, desaparecida Carme, desaparecido Madina, y tapando el sol con un dedo, Sánchez adoptó unas posiciones absolutamente contrarias a lo que el socialismo siempre ha defendido: el derecho de autodeterminación de los pueblos y la fraternidad entre ellos.

El cambio de lo que me hablaba aquél directivo era evidente. Ese que señalaba la Fundación Everis en su documento “transforma España” del 2010 ya estaba cogiendo consistencia. La llegada de Podemos al escenario sería también una pieza fundamental para pintar con brocha gorda los dictados de la izquierda.

Una izquierda que históricamente siempre lo tuvo claro. Unos líderes a los que mover como marionetas para redirigir el rumbo.

Todo esto lo recuerdo ahora porque esta semana han hecho una jugarreta propia de la izquierda cainita, una de esas que tantas veces he sufrido, para quitar del medio a Teresa Rodríguez. Una referente de la izquierda en Andalucía (y fuera de allí) que apuesta por la autodeterminación de los pueblos. Fuera.

Al final se trata de tragar con las trampas que nos hacen: de tragar quienes han votado proyectos que han sido modificados

Han hecho con Teresa algo parecido a lo que hicieron con Albano Dante, otro que había creído los dictados que tanto se proclamaban cuando Podemos fue fundado. A Teresa, a Albano, a Edu o a mí (perdón por incluirme entre ellos) nos tomaron el pelo, nos hicieron participar en organizaciones que defendían unos principios que después no fueron ciertos.

Edu, Teresa o Albano tenían liderazgo, pertenecen a una misma generación y comparten —salvando las diferencias— una manera muy concreta de entender el federalismo, la autodeterminación y la libertad de los pueblos. Por eso ya no están al frente de las organizaciones que deberían haber liderado.

No fueron ellos, Teresa, Edu o Albano, ni yo, quienes cambiaron su discurso, sino todo lo contrario: los que lo mantuvimos hemos sufrido todo tipo de burradas para quitarnos del medio. Por eso, ahora que el CIS dice que solamente el 28,4% de la sociedad vasca estaría a favor de la autodeterminación de Euskadi, pienso y trato de entender cuán diferente habría sido la historia reciente de este país si Madina, o Tapias hubieran estado ahí. Si Teresa o Albano hubieran podido defender lo que en el documento fundacional de Podemos estaba escrito.

Al final se trata de tragar con las trampas que nos hacen: de tragar quienes han votado proyectos que han sido modificados. Lo mismo que le están haciendo ahora a los saharauis, que habían pactado un referéndum y vuelven a engañarles.

La culpa de que todo esto no salga bien es, en definitiva de todos los que miran hacia otro lado cuando la cosa “les pilla lejos” y se callan ante las aberraciones que les hacen a personas que han defendido siempre lo mismo.