Esta semana hemos podido ver, por todas partes, la exhumación de Franco del Valle de los Caídos. 

Una ceremonia que se suponía íntima, para los familiares y allegados del dictador. Sin embargo, finalmente se convirtió en algo muy parecido a un funeral de estado. 

Hemos podido comprobar cómo decenas de franquistas exaltados se amontonaban en la entrada del recinto gritando loas franquistas. Hemos podido ver banderas preconstitucionales, simbología franquista. Hemos podido observar, en definitiva, cómo se incumplía lo establecido en la Ley de Memoria Histórica. Literalmente el artículo 16 de esta ley dice así:

Artículo 16. Valle de los Caídos.

  1. El Valle de los Caídos se regirá estrictamente por las normas aplicables con carácter general a los lugares de culto y a los cementerios públicos.
  2. En ningún lugar del recinto podrán llevarse a cabo actos de naturaleza política ni exaltadores de la Guerra Civil, de sus protagonistas, o del franquismo.

Es evidente que lo que hemos visto estos días contraviene de manera frontal lo establecido en este artículo. Además, hemos comprobado cómo se ha producido incluso ante la presencia de la ministra de Justicia, Dolores Delgado, quien con riguroso luto hizo el papel de “notaria del reino” para dar fe de lo que allí sucedía. 

Y no solamente se cumplía la sentencia del Tribunal Supremo, en la línea de lo acordado en el Congreso, esto es: la exhumación de Francisco Franco. Sino que también, como hemos dicho, se incumplía una ley, cosa que ha pasado inadvertida por el gobierno. 

Llama la atención esta permisibilidad, esta connivencia con la actitud de los franquistas (a quienes se empeñan en llamar “nostálgicos”). Y sobre todo es más chocante cuando recordamos las imágenes que se produjeron en Mauthausen, en el acto por la memoria de las víctimas del fascismo nazi. Allí también estuvo la ministra Delgado y se marchó indignada ante las proclamas de algunos familiares de las víctimas, que gritaron “libertad presos políticos”. Fue tan grande el enfado de la ministra que decidió dejar la ofrenda floral, remarcando que era en memoria de todas las víctimas y abandonó el lugar. Los allí presentes le reprocharon no haber ido antes a los homenajes y se quedaron muy sorprendidos por la reacción de Delgado. 

Es sorprendente cómo ante una proclama que ejercita el derecho a la libertad de expresión, la ministra se mostró molesta y decidió abandonar un homenaje, mientras esta semana veíamos cómo mantenía su postura firme, en riguroso luto, en un homenaje a Franco. 

Como ven esta es nuestra triste realidad: un país que finalmente ha hecho un acto que bien parece de estado donde se ha pisoteado la ley y la memoria de los cientos de miles de las víctimas franquistas, con un gobierno que parece ser connivente con el franquismo más que con sus víctimas. 

Es sorprendente cómo ante una proclama que ejercita el derecho a la libertad de expresión, la ministra se mostró molesta y decidió abandonar un homenaje, mientras esta semana veíamos cómo mantenía su postura firme, en riguroso luto, en un homenaje a Franco

Franco habrá salido del Valle, pero ahora comienza lo más difícil: acabar con el franquismo sociológico que es incapaz de entender en qué consiste la libertad, la verdad y la justicia independiente. Acabar de una vez por todas con la doble vara de medir, con los privilegios que se dieron a raíz de un golpe de estado y poner cada cosa en su lugar. Y aunque evidentemente estas líneas son opinión, muestran hechos incontestables. Cuarenta años después parece que tenemos que empezar lo que nos habían prometido que ya estaba hecho: hay que descubrir entonces cuánta mentira hemos tragado, explicarla, y reparar todo lo que se ha destrozado aumentando el dolor de quienes se han mantenido (y se mantienen silenciados). 

Mientras Podemos pone el grito en el cielo por las multitudinarias manifestaciones en Chile, mira hacia otro lado cuando éstas se producen en Catalunya. Es tremendo comprobar cómo no tenemos opciones políticas que estén realmente dispuestas a plantarle cara al franquismo. Como todas las que vinieron con sus mensajes contundentes, con su intención de asaltar los cielos, se han acomodado rápidamente en sus poltronas. Igual que el PSOE, igual que todos los que se decían de izquierda. Ahí les tienen: año tras año dando discursos que van cambiando a medida que sus posaderas se asientan en los sillones. 

Mientras Podemos pone el grito en el cielo por las multitudinarias manifestaciones en Chile, mira hacia otro lado cuando éstas se producen en Catalunya

Unos medios de comunicación que se encargan de mantener un ideario absolutamente irreal, que permite justificar lo injustificable. 

Y unos procesos electorales cada vez más enconrsetados, pues en lugar de hacerlos más transparentes y ofrecer garantías, se encierran en sí mismos, como acabamos de conocer tras las últimas medidas tomadas desde el ministerio de interior: quien ha obligado a firmar una cláusula de confidencialidad para los trabajadores que estarán en los colegios electorales recopilando los datos para Indra (empresa que ha vuelto a ser nombrada de manera directa para gestionar la información de las votaciones). 

Nadie dijo que fuera fácil. La cuestión es que quizás no fuéramos conscientes de la cantidad de cosas que estaban atadas y bien atadas. Desconocíamos todas las mentiras, todo el relato y sus profundas raíces. Pero no podemos dejar de luchar para conseguir una sociedad igualitaria, que viva con plenas garantías y sin miedo. Con una misma vara de medir para todos. Con unas leyes claras y fundamentadas en principios democráticos.