— Mi estrategia es la mejor—, dijo él con absoluta convicción. 

— ¿Qué quieres decir con eso?—, preguntó ella esperando más concreción. 

— Tenemos la clave. La solución. No tengo ningún inconveniente en defender mi propuesta, porque es la más factible. Te lo garantizo. Confía en mí porque esta opción es la única que nos garantiza el éxito.

Ella quedó en silencio, mirando fijamente a su interlocutor. Daba vueltas a la cuchara en un café que se había quedado frío hacía un buen rato. Buscaba respuestas y sentía una impotencia enorme al ser tan insistente y no sacar nada en claro. 

— Sigo sin saber exactamente qué es lo que propones. Háblame claro, porque debo de ser yo, que con todo este jaleo no me aclaro. Pero de verdad, no entiendo lo que dices, a dónde quieres llegar y qué es lo que propones exactamente. 

— No, mujer. No eres tú. Es que todo es muy confuso. Pero verás que con buena disposición, poniéndole ganas, poniéndole amor, perseverancia y paciencia, llegaremos a buen puerto. Solamente tenemos que ir paso a paso, con firmeza, y manteniéndonos unidos en esta lucha.

— Si yo le pongo ganas, disposición y todo el amor del mundo. Pero estoy cansada, y créeme que si tuviera clara cuál es la estrategia que defiendes, al menos podría saber si la comparto...

— Vamos a ver: no me digas que no está claro. Para conseguir nuestros objetivos debemos ser perseverantes, no perder la esperanza. Mantenernos firmes. Ser cada vez más gente y mantenernos unidos. 

— Mmm.... ya. Ser cada vez más gente. Claro. Pero, más gente ¿para qué? ¿para cuándo? ¿para dónde? No concretas ni una sola de las palabras que dices y llevo demasiado tiempo esperando que haya un plan trazado, paso a paso, que me expliques qué es lo que puedo esperar y qué es lo que se espera de mí. No sé, creo que después de todo este tiempo siempre he estado aquí cuando se me ha dicho que estuviera. Pero después, cuando todo se diluye, aquí nadie explica nada. Pero tú dices cosas que no comprendo y tengo la sensación de que me estáis tomando el pelo. 

— ¿Tomando el pelo? ¿Cómo puedes decir semejante cosa? Hay que estar unidos. Hay que hacer las cosas bien. Nosotros las hacemos bien, no como ellos, que está claro que no están por la labor de colaborar.

— Espera, espera. ¿Ellos? ¿Nosotros? Me he perdido. ¿No íbamos todos al mismo lugar, no teníamos el mismo objetivo? No entiendo muy bien que hables de unidad cuando después no desaprovechas la ocasión para intentar generar mal rollo, desconfianzas y distanciamiento. ¿Cómo vamos a ser más si no paras de dividirnos entre buenos y malos, entre opciones correctas e incorrectas? Si no concretas en las propuestas, ¿cómo voy a saber cuál es la que veo mejor? 

— Créeme. Estamos seguros de que tenemos suficiente razón para convencer a la mayoría de la gente y después, alcanzar nuestro objetivo. 

— En fin, veo que no hay manera de aclarar de qué manera pretendes convencer a la mayoría de la gente. Tampoco me queda claro por qué tu estrategia, la vuestra, es mejor que otra, pues no sé en qué consiste ni cuáles son las diferencias.

— No tenemos ningún miedo de contrastar nuestros argumentos con nadie. Nos encontrarán siempre en todas partes, dispuestos a discutir y a hablar con todos.

— Vale. Ya. Me queda claro.

— ¿Lo ves? No era tan complicado. Es cuestión de ponerle voluntad.

— Disculpa. No es que me haya enterado de nada de lo que pretendía averiguar, o sea, cuál es tu propuesta más allá de palabras vacías que parecen decir mucho pero en realidad no dicen nada. Pero entiendo que podemos estar aquí eternamente: yo preguntando y tú respondiendo aquello que crees que tiene fuerza y que no puedo discutir. Y no lo discuto, pero no porque no tenga razones en contra, sino porque no pones nada sobre la mesa que podamos argumentar y contrargumentar. Creo que llevamos demasiado tiempo así y al final, tengo la sensación, la casi convicción, de que en realidad, sabes lo que quiero oír y no te atreves a decirme la verdad.

— ¿Qué verdad es esa que piensas que no me atrevo a decirte?

— Quizás esté equivocada. Pero tengo la sensación de que sabes que cada vez seremos más porque esto es imparable. Pero quieres hacer pensar que será gracias a ti, cuando, en realidad, no te veo hacer otra cosa que dividirnos, generar desconfianzas, echar carreras y tratar de ponerte medallas. Y esto es algo colectivo, esto no es TU lucha, no es TU idea, no es TU batalla. Es nuestra, de todos. Y lo sabes, pero no puedes evitar intentar estar ahí, como guía. No necesitamos guías, necesitamos organización. Y precisamente la sensación que tengo es que con tus mensajes contradictorios, sin hablar nunca claro, salvo para atacar a otros, lo que pudieras estar buscando es tenernos aburridos. Porque ahora tienes miedo de continuar. Lo entiendo, pero deberías decirlo. ¿O acaso tu papel es que nos pastorees como si fuéramos borregos, sin contarnos que al final del camino nos espera el matadero?

— Eso que dices es indignante. No es justo. No lo merezco.

— Seguro que tienes razón. Pero tanta falta de transparencia, tanto galimatías, tanta rabia en algunos momentos contra nuestros propios compañeros de camino me tiene contrariada. Estoy empezando a perder las ganas de dedicar tiempo, energía, dinero en algo que me da la sensación que tú no quieres conseguir, al menos no de la misma manera en la que lo quiero yo. ¿Por qué no hablamos de ello, de lo que quiero yo y de lo que quieres tú, de lo que es posible y de lo que no? ¿Por qué no concretamos?

— Cuando quieras nos sentamos y debatimos.

— Ya estamos sentados, podemos debatirlo ya.

— Estaré encantado en presentarte todos mis argumentos. Ya verás como estarás de acuerdo conmigo. 

— Puede. ¿Por qué no lo hacemos ya? ¿Ves como no eres claro?

— ¡Pero si soy clarísimo! Tenemos la mejor estrategia, la única que realmente nos llevará a conseguir nuestro objetivo. Un lugar donde todos seremos libres, donde todos tendremos aquello que anhelamos. Donde viviremos mejor. No me digas que no te hablo claro... Y para conseguirlo, solamente tenemos una manera de hacerlo. Quien no esté por la labor es que en realidad tiene intereses ocultos y no es de fiar. Pero con unidad seremos imparables. 

— Unidad. Vida mejor. Estrategia.

— ¿Ves como no era tan difícil. Eso es. Y cualquiera que quiera rebatirme, aquí me tiene, dispuesto a dialogar lo que haga falta. No me dirás que no lo he explicado perfectamente.