Todo está ya listo para desbloquear la situación. Casi cinco meses han tenido a la sociedad catalana (y a gran parte de la española) mordiéndose las uñas. Cada paso que se ha dado por parte de los republicanos catalanes, que forzados a presentarse a unas elecciones en el mes de diciembre (elecciones convocadas de manera ilegítima, en base a un artículo que no lo prevé, y en unas circunstancias absolutamente irregulares), han intentado por todos los medios formar gobierno sin haberlo conseguido (hasta ahora). 

Cada paso que se ha dado por parte de los soberanistas catalanes se ha encontrado con un palo en la rueda por parte del gobierno español (y apoyado por sus adláteres). Para ello se han valido de informes falsos de la Guardia Civil (viva Sant Esteve de les Roures), con extraños autos por parte de la “justicia” (que se ha encontrado con un palmo de narices en Alemania y que vuelve a por más incansablemente), con la inestimable colaboración de los medios de “comunicación” (que se han dedicado a mentir y a confundir al personal de manera masiva). Todo, absolutamente todo, para intentar dar un golpe de Estado. Porque lo que ha ocurrido en Catalunya bien se puede considerar así: cuando existe un gobierno legal y legítimamente establecido, que ha cumplido con el mandato que el pueblo le ha encomendado, y se ha visto sometido a todo tipo de presiones, abusos y trampas para ser borrado del mapa, nos encontramos ante un golpe. Por parte de M. Rajoy y todos los que —increíblemente— le aplauden.

Podemos decir sin miedo a equivocarnos que los republicanos catalanes han jugado hasta ahora de manera inteligente, tranquila y sin dejarse llevar por la montaña rusa de emociones

Sin embargo observamos como tras tanta zancadilla, tanto empujón, tanta cárcel, tanto exilio, y en definitiva, tanta injusticia y tanto atropello a la democracia, vemos una pronta resolución de este mal llamado “conflicto”. Porque no existe conflicto real, sino que se ha articulado el “relato de un conflicto”. A base de generar enemigos, odio, violencia y contar una historia absolutamente falsa. El premio al mejor guión de esta particular gala de los Goya se lo daremos a Ciudadanos. Que llegó a Madrid hace ya unos cuatro años disfrazado de socialdemócrata, regenerador y adalid del fair play y ha resultado ser un conglomerado de personas que no han sabido hacer otra cosa más que infundir confusión (a través de relatos falsos, que han distorsionado la realidad hasta un punto grotesco); promover una cultura de odio (acusando a diestro y siniestro de lo que en realidad estaban haciendo ellos). Y al final, de tanto ir el cántaro a la fuente, éste termina por romperse. Ya está virando el discurso de los más influyentes y comienza el mantra que viene a decir: “Rivera, no te emociones tanto, que se te ve el plumero”. Sí, así está el patio. 

Comenzarán ahora las collejas a Ciudadanos, pues al final termina por pillarse antes a un mentiroso que a un cojo. Los que vinieron a Madrid contándonos su particular película sobre los “indepes del demonio” ahora están comenzando a quedarse colgados de la brocha. Tras haber intentado vendernos todas las motos posibles (que si la lengua, que si la cultura, que si el himno, que si el odio, que si las familias rotas, que si el terrorismo, la violencia…), ahora parece que su película se va desmontando poco a poco. Y ya cala la idea de que “estos de Ciudadanos van a hacer bueno al Partido Popular”. Sí, ver para creer. Pero ya se está cayendo en la cuenta de que quizás se le ha dado demasiadas palmas a este grupúsculo de nueras y yernos ideales que, en realidad, no eran más que lobos con piel de corderillo. 

Los del Partido Popular ya asomaron los dientes: “aprovechategui”,  “pataleta infantiloide”. Así respondían ante el cabreo monumental de Rivera al ver que el Gobierno ya no tenía tan claro eso de impugnar la votación de Puigdemont y de Comín. Rojo de ira, Albert (que no Alberto), ha dado un golpe en la mesa, muy indignado él (al más puro estilo culebrón venezolano), muy enfadado y mucho enfadado para decir: “Se acabó”. Para acusar al Partido Popular de ser “flojo”, de “mirar para otro lado” en lo que a frenar al “demonio indepe” se refiere. Que el 155 debería aumentar su voltaje si los republicanos consiguen formar gobierno.

La respuesta, ahora podemos constatarlo, no ha tenido un ápice de improvisación; por eso ahora comenzará a dar frutos

Si no fuera porque tenemos gente en prisión durante seis meses, porque tenemos gente en el exilio, porque se ha detenido a ciudadanos inocentes acusándoles de actos terroristas, todo esto tendría su gracia. Ver patalear a quienes solamente han sabido mentir, generar odio y violencia, no tendría precio. El problema es que lo tiene, y muy alto. Haber arrasado con la democracia española, con el estado de derecho (por poco que fuera), tiene un coste que aún no somos conscientes de lo que nos ha supuesto. Y por desgracia lo veremos. 

Decía el Instituto Elcano que a España le van a caer tortas por todas partes. Sí, eso han dicho en un informe que acaban de publicar. Y no son precisamente sospechosos de ser críticos con la derecha española. Pero es lo que sucede cuando la realidad se impone. Tardarás más o menos en verla aflorar, pero quien ha sembrado tempestades va a recoger ciclones. 

Podemos decir sin miedo a equivocarnos que por su parte, los republicanos catalanes han jugado hasta ahora de manera inteligente, tranquila, y sin dejarse llevar por la montaña rusa de emociones a la que han/hemos estado sometidos durante estos meses. Paso a paso se ha venido demostrando la indecencia del gobierno español, a quien la democracia parece que le duele y molesta. Porque hay que recordar que todo esto viene por “haber puesto unas urnas de los chinos” (según Montoro) el 1 de octubre. No hay más. Repito: todo esto que tenemos ahora aquí delante tiene una causa: el deseo de que el pueblo se exprese. No lo olvidemos. Y la respuesta, ahora podemos constatarlo, no ha tenido un ápice de improvisación. Por eso ahora comenzará a dar frutos. Frutos republicanos, claro.