Mientras leía el artículo que Francesc-Marc Álvaro ha escrito en La Vanguardia sobre el retorno de Josep Rull a la política he recordado una cosa que Antoni Tàpies contaba sobre el proceso de destrucción del catalán durante el franquismo. La erosión de la lengua, decía el pintor, no vino tanto de las prohibiciones, como de los temas y las actitudes que, con el tiempo, fueron quedando fuera del alcance de sus hablantes. Tú comparas los artículos de política de Enric Juliana con los de Marc Álvaro y ya ves hacia dónde nos quiere llevar el régimen de Vichy.
Mientras Juliana habla del mundo, y establece relaciones complejas entre la política española y europea, Marc Álvaro vive aferrado a los restos del Titanic como un náufrago a un trozo de madera. Es como este libro que ha sacado ahora Toni Aira, Cos a terra, que españolea desde el mismo título por pura dejadez lingüística y supongo que intelectual. Yo ya entiendo que Juliana lo tiene más fácil que sus dos compañeros del Grupo Godó porque escribe protegido por los intereses de los Borbones en Catalunya. Pero más vale escribir abiertamente como un español, que irse degradando como Salvador Sostres sin ser un genio.
La España de Pedro Sánchez intenta aplicar a nuestra política nacional el mismo método de erosión que el franquismo aplicó a la cultura y a la lengua
El objetivo de Juliana es continuar captando lectores y ganar influencia. El objetivo de Marc Álvaro, de Toni Aira o del mismo Sostres es vivir de destruir el espacio mental que ocupan y que les dio el apoyo para crecer. Mientras Sostres ha abierto un WordPress en catalán para poder dar eco a las cosas que escribe en castellano, Marc Álvaro usa La Vanguardia para legitimar la política que ha destruido su credibilidad y la del mundo político que lo promociona. Esto por no hablar de la barbacoa que Pilar Rahola ha hecho con Jordi Pujol después de contar que le retiró la palabra por corrupto en el documental de David Trueba.
Rull difícilmente puede volver a la política porque hace una docena de años ya se lamentaba de que era demasiado viejo para dejarla y prosperar en otro oficio. A Rull lo pusieron al frente de CiU el mismo día que Pujol confesó que tenía dinero en el extranjero para poder dividir el voto nacionalista y vender a piezas el gran partido de los independentistas. Si Vichy promociona ahora a Rull debe de ser porque espera utilizarlo para destruir la capacidad de los catalanes de rehacer su política. Espero que los electores hayan entendido que la prisión y la penitencia pública forman parte del sueldo del político autonómico.
La España de Pedro Sánchez intenta aplicar a nuestra política nacional el mismo método de erosión que el franquismo aplicó a la cultura y a la lengua. Ahora no se pueden prohibir, como hace setenta años, diarios, radios y televisiones. Ahora no se puede atacar directamente la libertad de expresión, como en tiempos de Franco, ni se pueden cerrar las escuelas de un día para otro. Ahora no puedes insultar a los catalanes al estilo de Galinsoga, si no estás en el ABC y tienes que hacer lo que sea para que no te echen por polaco. Ahora el trabajo de desgaste de los espacios de representación de los catalanes se tiene que hacer por medios algo más lentos y sutiles.
Así, mientras el régimen de Vichy hace ver que intenta recuperar las momias de Convergència, el PP de Feijóo va preparando el terreno para poder hablar de plurinacionalidad y bilingüismo "cordial". Para destruir el sistema de partidos catalán, España tiene que destruir primero la capacidad de los catalanes de imaginarse una política propia seria. La dinámica ya hace tiempo que dura, pero los resultados que dé esta táctica en el próximo ciclo electoral marcarán la tendencia. Para españolizar realmente Catalunya, el Estado necesita liquidar primero nuestra cultura política y para liquidar nuestra cultura política necesita que nos creamos que sus títeres gastados nos representan porque llevan barretina.