Hoy puede cambiar la fisonomía de Barcelona y, si eso pasa, es indiscutible que sacudirá todo el país. Es decir, si hoy gana Xavier Trias las elecciones en la capital de Catalunya, el mapa político del país recibirá una sacudida que se repetirá en las contiendas posteriores. De entrada, los comuns, casi irrelevantes en el resto del país y que mantienen una posición de fuerza solo porque controlan Barcelona, aumentarían su irrelevancia. Además, la victoria de Junts y la consecuente derrota de ERC movería nuevamente el espacio independentista. Y en el flanco socialista, la derrota de Collboni, sumada al muy previsible barrido de Ayuso en Madrid, complicaría la situación a Pedro Sánchez.

En consecuencia, un cambio del poder en Barcelona mueve todo el escenario político. Y el nombre de este cambio solo puede ser el de Trias, porque no hay ninguna otra opción con posibilidades de ganar que represente un cambio de etapa: Colau solo puede evolucionar (o devolucionar) hacia más Colau, es decir, hacia una repetición y/o multiplicación de sus praxis más polémicas que, según las encuestas, reciben el rechazo del 70% de los barceloneses. Y un éxito de Jaume Collboni implicará, inmediatamente, una repetición de la coalición con el colauismo, del cual ha sido el agente principal. El resto no tienen opciones, ni siquiera Ernest Maragall, que difícilmente superará la cuarta posición, cosa que, si se confirma, será una seria estocada a la estrategia global de Esquerra. En rigor, pues, solo hay dos resultados posibles, con sus variantes correspondientes: o consolidar el colauismo —con el añadido Collboni—, que encararía su tercer mandato —es decir, gobernaría más de una década—, u optar por cambiar decididamente de rumbo. En este sentido, la afirmación de Trias es verídica: su candidatura es la única que garantiza que Colau no vuelva a ser alcalde. Con Collboni la coalición está hecha si gana uno de los dos, y con ERC, sin opciones de victoria, podría formar parte, sin demasiados aspavientos, de una coalición tripartita.

Hoy viviremos una batalla de Barcelona que confronta dos modelos opuestos y sitúa al ciudadano en el dilema de la continuidad o la renovación. La Barcelona de Colau-Collboni, que ha marcado la ciudad estos últimos ocho años, o la Barcelona de Trias, el señor de Barcelona que pone la experiencia al servicio de la renovación

A partir de aquí, si las dos afirmaciones son ciertas —la mayoría de los barceloneses no quiere a Colau, y Trias es lo único que garantiza que no vuelva al poder—, la cuestión es saber si provocará el rechazo a su alrededor o si el 'no' a Colau estará tan repartido que no podrá hacer el sorpasso. No olvidemos que, si Colau sufre el rechazo mayoritario, también tiene un voto bunkerizado, inamovible y hooligan que le garantiza una posición prominente.

Pero, y más allá de los titulares, ¿qué significaría para Barcelona la salida del colauismo? Para empezar, se pasaría de la Barcelona descapitalizada, desvinculada de su país, y con la catalanidad neutralizada, a una ciudad capital de nación, que se proyecta internacionalmente desde su orgullo identitario. Lisa y llanamente, Colau-Collboni han descatalanizado tanto Barcelona y han vendido un cosmopolitismo tan hortera, sin identidad propia, que parece una triste réplica de Madrid. Aparte de la cuestión capital de la capitalidad —con perdón del abuso retórico—, es evidente que el modelo económico liberal de Trias, basado en la activación de las iniciativas empresariales y en el apoyo a la economía productiva, tiene poco que ver con el populismo antiempresarial y con el odio a la alta economía que profesa la alcaldía actual. Con Trias es seguro que tendríamos Hermitage y Four Seasons y otras iniciativas que Colau ha parado, como tenemos el Mobile, todavía existente porque Colau no ha osado enfrentarse a él, a pesar a la reiterada cantinela de no considerarlo "sostenible". De hecho, Trias representa la ciudad interrelacionada y abierta al mundo que el gobierno actual se ha esforzado en cerrar a cal y canto. Por otro lado, Trias es un negociador nato, un culo di ferro al estilo Enrico Berlinguer —que no se levantaba de la silla hasta agotar las negociaciones— y buscará consensos en todos los temas clave. Colau, en cambio, se ha significado para imponer, de manera autoritaria, todo aquello que no ha conseguido por la vía del pacto. Finalmente, es un hecho que el equipo Trias —con cinco exconsellers de valía—, pondrá la proa en la gestión de los temas actualmente más abandonados, como limpieza o seguridad, cuyo presupuesto se ha reducido drásticamente los últimos años. Como ejemplo, los 30 millones de reducción en limpieza... mientras han proliferado las entidades satélite que han conseguido considerables y sorprendentes subvenciones.

Hoy, pues, no viviremos simplemente unas elecciones municipales, sino una batalla de Barcelona que confronta dos modelos opuestos e, inevitablemente, sitúa al ciudadano en el dilema de la continuidad o la renovación. La Barcelona de Colau-Collboni, que ha marcado la ciudad estos últimos ocho años, o la Barcelona de Trias, el señor de Barcelona que pone la experiencia al servicio de la renovación. Sostenella y no emmendalla, o enmienda a la totalidad. La cara y la cruz. El resto es decorado.