Los que habéis vivido con criaturas pequeñas ya hace unos años, recordaréis un vídeo de dibujos animados que tuvo bastante éxito, en el que se explica la historia novelada de Balto. Balto era un perro conductor de trineos que es considerado un héroe nacional en los Estados Unidos. En 1925, en la pequeña y aislada población de Nome, en Alaska, surgió un brote epidémico de difteria que puso en peligro la población infantil. El médico de la población se dio cuenta de la magnitud de la tragedia cuando vio cómo dos criaturas morían y más de 20 estaban enfermas, con 50 más probablemente contagiadas. La única posible solución para salvar la vida de todos los niños del pueblo era poder inyectarles el antídoto, suero con anticuerpos contra la toxina diftérica, pero ya no quedaban en el hospital más próximo. Los había en Nenana, una población a unos 1085 kilómetros de distancia, pero ¿cómo se podían transportar aquellos valiosos viales de suero hasta aquella pequeña población, más al Norte? Una tormenta de nieve con vientos huracanados impedía que se pudiera llegar en barco o en tren. La única opción, desesperada, es que una expedición de trineos tirados por perros, especialmente entrenados para resistir aquellas condiciones inhumanas, los fuera a buscar.

La película cuenta una historia novelada sobre una historia real. Dos perros merecen el recuerdo y el agradecimiento de la población de Nome: Togo, un husky siberiano que fue el líder del único trineo que resistió las inclementes condiciones durante buena parte del viaje, y Balto, un perro de trineo sin raza, que fue el que finalmente resistió todo el viaje hasta el final, y llegó hasta Nome para llevar el esperado antídoto, en un viaje que duró 5 días. Un viaje que salvó la vida de muchos niños. ¿Imagináis lo que estamos diciendo? Travesías de trineo de más de 200 kilómetros por día, a través de bosques cubiertos de nieve, sábanas inmensas de nieve por todas partes, con la ventisca impidiéndoos la visión, ríos y lagos helados que no se pueden cruzar, todo sin la ayuda de GPS ni mapas, solo con la dirección humana, y la intuición y el olfato de los perros. Balto representa el espíritu indómito y resiliente de una cepa de perros especiales, los perros de trineo, que permitieron colonizar aquellas áreas de clima tan extremo, y se pueden encontrar estatuas en varias poblaciones, en honor de su memoria.

Balto
Foto de Balto con su conductor de trineo, un emigrante noruego llamado Gunnar Kaasen

Os podéis preguntar qué es lo que hizo de Balto un perro particularmente resiliente a las bajas temperaturas, con unas condiciones físicas envidiables y con una capacidad de orientación tan increíble. Pues bien, para responder a esta pregunta hace falta hacer un análisis genético de todo su genoma y, así, determinar qué características están codificadas. Se ha obtenido el ADN (bastante degradado) de Balto de los restos disecados y expuestos en un museo, y se han comparado sus variantes genéticas con las de 682 cepas y especies caninas actuales, tanto perros de trineo y perros siberianos, como otros perros de todo el mundo, lobos y coyotes. Este proyecto está incluido dentro de otro mucho mayor, denominado genéricamente Zoonomia, el cual tiene como objetivo secuenciar y comparar el genoma de más de 240 especies de mamíferos (representativas de las aproximadamente 6500 especies actuales), de familias muy diferentes, separadas evolutivamente por más de 148 millones de años. Este proyecto ha generado, de momento, hasta 11 artículos que se acaban de publicar en la revista Science esta semana, los cuales analizan diferentes aspectos de la evolución del genoma de los mamíferos y merecen un análisis detallado. Yo hoy solo os presento algunos de los resultados que han obtenido, entre los cuales el análisis del genoma de Balto, casi una anécdota, pero que ilustra muy bien el fenómeno de selección artificial que hemos hecho a los humanos de las especies domesticadas, como los perros, en los últimos 100 años.

Con respecto al genoma de Balto, se ha averiguado que, principalmente, contiene una mezcla de cuatro genomas caninos árticos, con preponderancia de husky siberiano (en torno al 39% de su genoma), perros de trineo de Groenlandia (18% del genoma) e, incluso, de perros de calle asiáticos (17%), pero no contiene ADN de lobo. Esta diversidad genética ya no se encuentra en los perros de trineo actuales, que son mucho más consanguíneos (descendientes de múltiples cruces de hermanos y con progenitores), con el resultado del incremento de mutaciones genéticas causantes de enfermedades. Esta consanguinidad elevada es un grave inconveniente que muchos criadores de perros empiezan a encontrar en la descendencia de sus cruces dirigidos a obtener perros llamados de "raza". Además, el genoma de Balto nos dice que no era un perro de trineo muy similar a los actuales, sino que era de menor envergadura, con huesos y músculos más fuertes y potentes, y con doble capa de pelo (presenta variantes genéticas específicas de estas características), lo cual, en conjunto, explica su mayor resistencia a esfuerzos largos y continuados, y al frío extremo. Además de la anécdota, lo que es interesante de este estudio es que a partir de la secuencia del genoma de un solo animal, comparándolo con el de muchas otras cepas de perros y con el resto de mamíferos, se pueden identificar genes muy importantes para sus características físicas y, por lo tanto, predecir cómo era.

Algunos de los artículos publicados fruto de este esfuerzo colectivo de secuenciación de genomas de mamíferos, se centra en identificar qué especies salvajes, justamente por esta menor diversidad genética, se encuentran en peligro de extinción, ya que al presentar menor diversidad, la población presenta una menor capacidad de adaptación al cambio. De hecho, identifican tres poblaciones de mamífero en grave riesgo de extinción, entre las cuales encontramos la orca (Orcinus mala). Otros artículos tienen como objetivo identificar qué regiones de todo el genoma están más conservadas y son invariantes entre todas las especies de mamífero analizadas (más de 4500 regiones ultrainvariantes en todos los genomas), y cuáles están conservadas entre animales de vida similar o con características muy específicas compartidas. Así, por ejemplo, determinan que más que la instrucción genética concreta (los genes), las regiones conservadas se encuentran en regiones reguladoras, las que determinan cuándo y cómo se leen las instrucciones genéticas. Así, por ejemplo, encuentran regiones conservadas específicas en animales que hibernan, en animales que tienen un cerebro de volumen mayor, en animales que en lugar de vivir en grupo son solitarios, o en animales que son capaces de aprender a emitir sonidos con significado. Estas secuencias tienen una implicación funcional y nos dan pistas muy valiosas para encontrar los genes que determinan estos rasgos. Otros artículos analizan cómo los mamíferos nos hemos diversificado durante la evolución, o cómo nuestros genomas contienen secuencias que pueden cambiar de posición, que son móviles y podríamos considerar "invasoras" de nuestros genomas.

Todo este esfuerzo de secuenciación y análisis de genoma de muchos mamíferos —como lo somos los humanos— enriquece el "mamiferoverso" (en inglés, mammalverse suena casi igual que metaverse), este universo de conocimiento de la clase de animales a la que pertenecemos, que nos permitirá comprender mejor cómo somos los humanos y por qué somos lo que somos. Dejo para el siguiente artículo la explicación del gran impacto que este proyecto, Zoonomia, tendrá sobre la comprensión y el diagnóstico de las enfermedades genéticas humanas.