Al extenso parte de bajas de la recomposición del mapa político catalán hay que sumar en las últimas horas dos nuevas: el histórico dirigente del PSC Joaquim Nadal y la secretaria general de Podemos en Catalunya, Gemma Ubasart. Nadal, 35 años de militancia socialista y una biografía repleta de presencia pública que abarca desde la alcaldía de Girona hasta siete años de conseller de la Generalitat y portavoz del gobierno tripartito, ha roto el carnet por serias discrepancias con el posicionamiento político del PSC. Ubasart, casi una recién llegada al mundo de la política de la mano de la nueva formación Podemos, de la que era su secretaria general en Catalunya, ha renunciado también al cargo por la escasa sintonía del proyecto con el espacio más catalanista. Nadal y Usabart, con biografías y trayectorias muy diferentes, expresan la dificultad de estas dos formaciones políticas de izquierda por mantenerse en una posición equidistante –y cada vez más estrecha– entre el empuje del independentismo y el inmovilismo de PP y Ciudadanos.

Aunque la baja de Nadal no es una sorpresa, sí viene a certificar el final de un ciclo y de una generación. El núcleo duro del PSC que se hizo cargo de la Generalitat en 2003 ya no está en el partido. Desde el president Pasqual Maragall hasta los exconsellers Montserrat Tura, Antoni Castells, Marina Geli, Ernest Maragall y Ferran Mascarell. Desde el 2010 el goteo ha sido imparable y a estos dirigentes se podrían añadir varias decenas más. El detonante, el alejamiento del PSC del derecho a decidir y, en consecuencia, el alineamiento con unas posiciones más cercanas a las del PSOE.

En el caso de Ubasart la explicación hay que encontrarla en la escasa autonomía de la organización catalana de Podemos respecto a Pablo Iglesias y que ha tenido como resultado una campaña catalana muy pensada desde Madrid. Iglesias ha topado permanentemente con su base electoral por su desconocimiento de Catalunya, la confección de la candidatura de Catalunya Sí que es Pot quedó al albur de los partidos y con escasa influencia de los movimientos sociales y el discurso careció de una pátina de percepción de la realidad plebiscitaria de los comicios. Así, es muy difícil que PSC y Podemos ocupen hoy la centralidad de Catalunya.