El nivel de maltrato psicológico que ejerce el Govern sobre cualquier persona que se identifica como independentista es dantesco. Para quienes ya hace tiempo que entienden al president Pere Aragonès como alguien que se mira la liberación nacional por el rabillo del ojo cuando mira de cara al objetivo de la hegemonía, la elección de Astrid Barrio para el consejo académico del acuerdo de claridad es un clavo más en el ataúd de sus anhelos. A quien han comprado las tesis etnicistas que hace solo cinco años abanderaba Ciudadanos para justificar los fichajes del Govern monocolor de ERC —y un proyecto de país pacificado; es decir, españolizado—, sentar a Barrio en el comedor de casa les está costando un silencio largo. El silencio es el único espacio abierto que queda cuando la cobardía te impide hacerte responsable de las palabras que deberías decir, eso si piensas que escoger a una de las politólogas insignia de la catalanofobia y el ensañamiento contra presos y exiliados no explica bastantes cosas.

A Astrid Barrio se le tiene que reconocer una cosa: siempre ha tenido el tuit, la tertulia o el artículo a mano cuando ha creído que era el momento de chafarnos un poco más con el repertorio básico del español etnicista. Que ERC haya tenido la ocurrencia de incorporar a alguien así a cualquier proyecto, tengámoslo claro, no convierte a Barrio en atropelladamente independentista, sino que confirma que la vía de ERC nace muerta y que ella no frunce el ceño por un dinero que no le compromete los ideales. También convierte a ERC en un partido que, a la hora de la verdad, no tiene ningún problema en poner su escaparate a favor de aquello que dice combatir. No es ningún secreto que ha utilizado la tesis de ensanchar la base independentista para comprar argumentos —y de paso a los ideólogos— del españolismo. Que el president Aragonès adornara sus discursos adocenados con el mantra de la "Catalunya entera" —todavía no han tenido las agallas para explicarnos qué es porque, por encima de todo, son unos cagones— ya era una señal de qué se acercaba. Primero abres un espacio ambiguo para mantener al público desorientado, no comprometerte con nada y esquivar las críticas, y después lo llenas de todo aquel que esté dispuesto a formar parte de un decorado donde el único objetivo es el mismo decorado.

A Astrid Barrio se le tiene que reconocer una cosa: siempre ha tenido el tuit, la tertulia o el artículo a mano cuando ha creído que era el momento de chafarnos un poco más con el repertorio básico del español etnicista. Aragonès la ficha porque el objetivo final no es ningún referéndum, es mantener el equilibrio en el que ERC aparece como un partido con barretina mientras se juega los votos que comparte con el PSC

Es electoralismo. Con el acuerdo de claridad, el Govern genera un espacio de humo y de ficción que mantiene la apariencia de que no se ha rendido del todo, que dedica alguna energía a la independencia, es decir, a no renunciar a los votos que comparte con Junts. El fichaje de Astrid Barrio no se explica porque Pere Aragonès piense que alguien contrario a otro referéndum como ella puede trabajar positivamente para establecer las condiciones que lo permitan. La ficha porque el objetivo final no es ningún referéndum ni nuingún acuerdo de claridad, es mantener el equilibrio en el que ERC aparece como un partido con barretina mientras se juega la bolsa de votos que comparte con el PSC con su mismo discurso y, si hace falta, con su misma gente. Es un guiño a los que se piensan que el procés resquebrajó la sociedad catalana, a los que acusan el independentismo del mal estado de la lengua porque la politizó, y a quienes etiquetan a Eduard Voltas de librepensador porque ha sido el más rápido en hacer de Barrio la medalla de "la vía política dialogada". Voltas siempre es el más rápido en presentar los escudos argumentales que cobijan al Govern de las contradicciones a las que lo vierte el equilibrio entre la apariencia independentista y los votos de la Catalunya entera. Es así como blanquea el españolismo: diciendo que la incorporación de Barrio es una "línea de consensos nuevos". Así prepara el terreno a Gabriel Rufián para que pueda seguir tuiteando que "la extrema derecha es extrema derecha, lleve la bandera española o la estelada", mientras su partido agrupa a quien no dudó ni un momento en utilizar los mismos silogismos que la extrema derecha española para postrarnos.

Es un guiño a los que se piensan que el procés resquebrajó la sociedad catalana, a los que acusan el independentismo del mal estado de la lengua porque la politizó. Con Barrio —como con Campuzano, Nadal y Ubasart— el Govern quiere atraer los votos que sus nombres representan, como si el 80% con que ERC sueña se pudiera comprar con comidas, reverencias y cargos

ERC no solo amplía la base del españolismo comprándole los argumentos, también le abre las puertas a las instituciones y convierte la catalanofobia en un rasgo circunstancial y excusable, en una cosa no muy importante. Los independentistas que se reían de los bobos de Parlem/Hablemos son los mismos que hoy incluyen el españolismo rancio en la redacción de su proyecto porque "le da una solidez y legitimidad mucho mayor que si solo la redactaran indepes". La idea debe ser presentar un proyecto lo más parecido posible a lo que el Gobierno tiene para Catalunya para que no tengan más opción que aceptarlo, como si eso pudiera ser sinónimo de acercarnos a la independencia. Si no es así, y todo vuelve a la buena voluntad de "cargarnos de razones", es absurdo pensar que bastará con poner caras que al Estado le sean simpáticas para que se trague un referéndum.

Con Astrid Barrio —como con Carles Campuzano, Quim Nadal y Gemma Ubasart— el Govern quiere generar el efecto imán de atraer los votos que sus nombres representan, como si el 80% con que el president sueña se pudiera comprar a base de comidas, reverencias y el reconocimiento institucional de un cargo. Para hacer de PSC siempre está el PSC que, de entrada y con el marco conceptual de ERC, juega con la ventaja de no tener que pedir perdón por haber roto Catalunya. Para reventar el globo de la legitimidad y las razones siempre está el Gobierno, dispuesto a lo que sea para mantener la unidad territorial. Incorporan a Astrid Barrio para ser de una vez por siempre el primer partido de Catalunya, pero en realidad solo validan la estrategia política de los socialistas, blanquean su proyecto de país y se presentan como una copia de quien, a pesar de todo, no se dejó corromper por el procés.