Una de las gracias de esta precampaña consiste en ver cómo Esquerra está intentando humanizar la candidatura del presidente Aragonès y también las cabriolas del partido junquerista para intentar salvar los muebles de esta minilegislatura en solitario a base de decretos ley y propaganda. La red de la tribu ya comentó con bastante alegría el vídeo “5 coses que segurament no sabies del #president @perearagones”, una obra maestra del audiovisual —incluso superior a los filmes de mi querido Albert Serra— en el que el 132 nos explicaba que es un adicto a las croquetas ("si pueden ser caseras, mejor"). De hecho, la revelación ya era lo bastante conocida; el día de reflexión anterior a las generales del 23-J, Aragonès había cocinado un relleno de croquetas con pulled pork para amenizar un refrigerio de verano con la prensa; sabemos, lo dice nuestra primera dama, que en este arte no tiene rival.

Hace pocos días, el Molt Honorable volvía a disfrazarse de tiktoker colgando un vídeo donde compartía sus gustos musicales, una ensalada sinfónica que va de piezas como Ho tenim tot de Joan Dausà ("una canción súper animada") a Estimar-te com la terra, de Ginestà, tema que comparte a menudo con su esposa, talmente como una croqueta sonora. Antes de que el 132 se marche de Palau —quién sabe si para iniciar una carrera estelar como cocinero o DJ— haría falta que los catalanes conociéramos los nombres (¡y el currículum!) de los comunicadores que han ideado estas pequeñas joyas del cortometraje internauta catalán. Sería oportuno conocer su identidad, sobre todo pensando en las empresas del país, no vaya a ser que algún alma crédula (uno podría llegar a pensar que currar para el Govern todavía regala prestigio) ose contratar sus servicios, a excepción de quien quiera cerrar el chiringuito.

Todo forma parte del descrédito general de una clase política que ya ha aceptado su propia caricatura como vehículo de entretenimiento. Aparte de eso, lo más preocupante es ver cómo la administración del president no tiene ningún tipo de vergüenza en hacer campaña electoral disfrazada de medidas políticas rebosantes de agonía. De hecho, incluso los cachondos de la Junta Electoral ya advirtieron de que la presentación de la propuesta de financiación singular que urdió el Govern el pasado 19 de mayo era simple y pura "propaganda". La misma JEC consideraba —acertadamente— que el proyecto en cuestión se había presentado una vez disuelto el Parlament y que consistía en un simple "documento de trabajo" (traducido al catalán: en un saco de promesas sin aplicación inmediata). La cosa no ha pasado de aquí y tampoco hay para tanto, visto que la singularidad ha tenido un éxito parecido al presidente tiktoker.

Nuestra clase política ya ha aceptado su propia caricatura como vehículo de entretenimiento

Visto que la trampa de ir haciendo campaña gratis —porque todas estas mandangas, hay que recordarlo, las pagamos el lector y servidora con la cuota de autónomos— el Govern ha empezado a jugar la carta del decreto ley electoral. Ayer mismo, la administración aprobaba uno ideado para regular los alquileres temporales y los de habitaciones, una legislación que escapa al control de precios establecido por la ley estatal de la vivienda (por lo tanto, no hay que ser un genio de la política para intuir que este paquete legislativo, que dirían los cursis, puede ser impugnado por la casta judicial del TC, provocando el consecuente victimismo llorica de Esquerra, que es el motor último de la ocurrencia). De hecho, la propia medida es curiosa, porque afecta a los alquileres temporales en razón de estudios, atención médica o trabajo, mientras que se ignoran los de ocio y vacaciones que —todo el mundo sabe— son los que más impactan en el estrés de las urbes.

Este frenesí legislativo tiene su cachondeo, porque el Parlament acaba de cerrar una legislatura en la que solo se han aprobado 26 leyes (17 de las cuales, a propuesta del Govern). Este es, mira tú qué cosas tiene la vida, el segundo mínimo histórico de legislación desde la recuperación del autogobierno en Catalunya, solo superado por la brevísima legislatura del 2010-2012. Ya sabemos que eso de auto-gobernarnos siempre ha sido una quimera, faltaría más, pero habríamos agradecido que Aragonès hubiera hecho menos croquetas o bailecitos y un poquito más de trabajo para el país. Visto que dicen que nuestra cámara es soberana, rica y plena, también habríamos agradecido que sus señorías se hubieran ganado un poquitín más el sueldo (más aún cuando estamos a punto de hacer la declaración de renta y, como os podéis imaginar, todo esto regala a la ciudadanía unas ganas que te cagas de votar a los actuales partidos y no abstenerse).

Ruego a los ciudadanos que aprecien el nivel de cinismo de la actual cosa pública y de un Govern que, por si eso fuera poco, todavía tiene la indecencia de reivindicarse en términos de gestión. No lloréis, queridos conciudadanos, porque siempre nos quedarán las croquetas de Pere. ¡Caseras, faltaría más!