Me había enviado un mensaje a través de un funcionario de nuestro grupo en el Parlamento Europeo. Quería verme en su despacho. Lógicamente, yo no tenía ni idea de cuál sería el interés de una persona tan importante e influyente en el Parlamento Europeo, siendo yo como era un humilde diputado del Grupo Verdes/ALE y que no coincidíamos en ninguna comisión del Parlamento.

Se puso directo a ello (hablando en francés, lengua que domina): "Señor Knörr, he sido invitado a la campaña electoral del País Vasco para participar en un mitin en la localidad de Ermua, y quiero que sepa por mí mismo que no iré". Es de comprender que yo me quedara un poco parado. Acto seguido le pregunté por qué. "Mire usted, yo les conozco a ustedes, los nacionalistas vascos, y estoy en completo desacuerdo con lo que dicen de ustedes; compartí amistad con exiliados vascos cuando yo estudiaba en Burdeos, y sé perfectamente cómo sois, y de vuestro compromiso con los valores democráticos. No puedo prestarme a equívocos cuando se está diciendo lo que se dice de ustedes y de sus partidos".

Aquella persona, aquel reconocido diputado, no era otro que Martin Schulz, entonces presidente de los socialdemócratas alemanes y portavoz del grupo socialista en el Parlamento Europeo.

Y ahora que Schulz ha decidido retirarse y abandonar la política, he querido recuperar este episodio personal de hace 17 años, una vivencia que hasta ahora siempre había comentado en círculos personales y restringidos. La entrevista se celebró, si la memoria no me falla, en el despacho de Martin Schulz, en el Parlamento Europeo, el 25 de abril de 2001. Precisamente dos días después, el 27 de abril, tenía que empezar la campaña electoral en Euskadi, donde Mayor Oreja (PP) y Nicolás Redondo (PSOE) contaban con reunir sus fuerzas para echar del gobierno al lehendakari Ibarretxe. Yo era, además de secretario general de EA, el número 2 de la lista por Guipúzcoa, que encabezaba Joseba Egibar.

Efectivamente, aquel mitin de apertura de la campaña vasca tuvo lugar en Ermua, bajo el lema 'Contra el fascismo, por la libertad'. Eran tiempos en que todo valía contra el PNV y EA. Se mezclaba a nuestros partidos y asociaciones vascas de todo tipo con el terrorismo, y se decía de nosotros cosas escalofriantes en sedes como el mismo Parlamento Europeo, donde la plataforma Basta Ya intentó —afortunadamente, sin conseguirlo— mezclarnos con las ideas totalitarias e involucrar a presidentes de varios grupos parlamentarios —entre ellos el socialdemócrata de Schulz— en una condena específica a PNV y EA.

No entraré en más detalles de aquella etapa, en que tuvimos que sufrir violentísimos ataques de significados —no todos— miembros del PP español, secundados por algunos socialistas. Considero de más valor la defensa que de mí hicieron algunos socialistas catalanes ante el acoso y el insulto de que fui objeto, por ejemplo, en la manifestación que se celebró en Bruselas al día siguiente del asesinato de Ernest Lluch. Paradojas de la historia, acabar agredido e insultado, yo, amigo personal de Ernest, por unos tunantes de la política que nunca lo habían tratado personalmente.

Martin Schulz, que tuvo este gesto con los nacionalistas vascos, presidente del SPD y que fue candidato a canciller de la República Federal de Alemania en las últimas elecciones al Parlamento Federal, ha anunciado ahora su renuncia al SPD y su retirada de la política, a pesar de ser todavía un hombre joven (acaba de cumplir los 62), de quien se podía esperar unos años fructíferos tanto al frente del SPD como, dentro de unos años, por qué no, al frente de la RFA. Pero los malos resultados en las últimas elecciones en el Bundestag, la fragmentación política -—siempre saludable, pero ahora teñida de justificados temores después del ascenso de la extrema derecha— y la necesidad de reeditar una Gran Coalición con los conservadores de Angela Merkel, han precipitado su salida de la política. Ha querido ofrecer a su partido su renuncia para que el relevo lo tome, probablemente, una mujer, Andrea Nahles, que ha sido desde 2013 ministra de Asuntos Sociales al gobierno federal alemán.

Lamento mucho la renuncia de Schulz. Un hombre íntegro, gran trabajador, de larga trayectoria europeísta, forjada en sus propias convicciones y a lo largo de su periplo de 23 años en el Parlamento Europeo, del cual fue presidente entre 2012 y 2017. Como presidente del Parlamento Europeo nunca desfalleció de fijar la posición de defensa de esta institución, ante el degradante proceso de abandono de los equilibrios entre el Consejo Europeo, la Comisión y el Parlamento (la única institución de ámbito europeo que escogen directamente los ciudadanos de la UE) y el consiguiente abandono del "método comunitario". Admiré sus apasionados discursos en el Parlamento Europeo, donde era jefe de la delegación socialdemócrata alemana y portavoz del Grupo Socialista. Fue entre 1999 y 2001, cuando yo tuve el honor de representar en aquella cámara a EA y ERC. Años después tuve la ocasión de volver a saludarlo en Barcelona, donde en el transcurso de una conferencia abogó por la recuperación del método comunitario en la toma de decisiones y denunció las graves carencias de la construcción de la UE, lastrada por el predominio del eje francoalemán Sarkozy-Merkel, trasladado a las reuniones del Consejo de Jefes de Estado, con un progresivo relegamiento del Parlamento Europeo y la supeditación a las directrices franco-alemanas y de las Conferencias Intergubernamentales.

He escuchado afirmar a diplomáticos europeos de altura que "es increíble que el Gobierno no dé una respuesta política al problema catalán"

El gesto de Martin Schulz no lo he hecho público hasta ahora, como tampoco se hacen públicas muchas conversaciones que tienen relación con temas políticos de cierta relevancia. Contra lo que dicen los portavoces del Gobierno y sus socios del 155, los políticos catalanes nunca dijeron —sí, por el contrario, lo esperaban— que tendrían el apoyo internacional si declaraban la independencia. En los contactos que mantuvieron con diferentes líderes e instancias diplomáticas siempre les repetían lo mismo: "You will need a democratic mandate" ("Necesitarán ustedes un mandato democrático"). Por eso trataron hasta 18 veces y por diferentes vías de conseguir un acuerdo para celebrar un referéndum en Catalunya, y al no conseguirlo llegaron al referéndum del 1 de octubre por la vía unilateral. Las instituciones de la UE condenaron la violencia contra la población, pero dieron apoyo, sin embargo, al Gobierno (según Juncker, porque hay que respetar la Constitución y por el efecto contagio con otras regiones europeas). Pero eso no quiere decir que el proceso catalán no se siga con interés y que privadamente se hayan producido serios contactos y manifestaciones de simpatía. Yo mismo he escuchado afirmar a diplomáticos europeos de altura que "es increíble que el Gobierno no dé una respuesta política a este problema". Discurso privado versus posicionamientos públicos. Nada nuevo bajo el sol. La dura realidad de la geopolítica. Sin ir más lejos, los demócratas vascos, que colaboramos con los aliados contra Franco, fuimos abandonados después y condenados, por tanto, a vivir la larga noche franquista.

Martin Schulz abandona la política. Tendrá mi respeto siempre. Y también el de los que, sufriendo los injustos ataques del PPSOE de los tiempos de Aznar, fuimos objeto, por su parte, de un gesto de amistad y comprensión, aunque fuera en privado. Siempre me dejó claro que él era partidario del federalismo, pero en ningún caso de la independencia. Pero nos conocía y respetaba. Como nosotros lo respetamos.