Por primera vez en varios años, el Tribunal Constitucional duda y está dividido para resolver un asunto planteado en relación con el procés y su enjuiciamiento. El motivo de la división reside en el recurso presentado por la defensa de Oriol Junqueras contra una prisión provisional que, especialmente ahora que comienza el juicio, supera todos los límites de la razón jurídica y del sentido común. El debate tiene tal alcance que, en aras de no perder la tan valorada unanimidad del Tribunal Constitucional en todo lo referente a Catalunya, los magistrados han pospuesto su decisión, con lo que se arriesgan a coincidir con el propio inicio de la vista oral en el Tribunal Supremo.

Hasta ahora, el Tribunal Constitucional (TC) siempre ha respaldado sin fisuras y con rapidez el criterio del Tribunal Supremo (TS) con respecto a la prisión provisional de los presos catalanes. Pero desde hace unas semanas juega una variable nueva que lo cambia todo. Se trata de una reciente sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) referida a la situación penal del exlíder del partido prokurdo Selahattin Demirtas. La sentencia ha declarado incompatible con el Convenio Europeo de Derechos Humanos mantener en prisión preventiva a un cargo parlamentario durante un periodo prolongado de tiempo "sin fundamentar por qué no se lo somete a medidas cautelares menos gravosas". En su fallo, el TEDH, cuyas decisiones resultan vinculantes para España en cuanto forma parte de nuestra ordenación jurídica, insta al gobierno turco a excarcelar al líder prokurdo de manera inmediata.

La doctrina fijada por el TEHD rompe en mil pedazos la argumentación del TS para retener en prisión a los encausados catalanes. Intentar siquiera justificar que no existen o no se les puede someter a medidas menos gravosas situaría a la justicia española en un nuevo ridículo de dimensiones interplanetarias. En el TC lo saben y saben también que ya se han expuesto a demasiados revolcones en Europa por andar de guardaespaldas de sus colegas del TS.

Ahora que la neocaverna anda distraída solazándose con esos dos titulares que tanto tiempo llevaba ansiando publicar, “La derecha gobierna, por fin, Andalucía” y “Estalla Podemos”, se abre una oportunidad única para que los magistrados del TC se comporten como juristas y rediman, aunque solo sea un poco, el alma del propio tribunal. La doctrina del TEHD es clara y rotunda. No admite retorcimientos ni se puede solicitar que se aclare o detalle sin quedar como tonto o como iletrado. Es hora de que el TC vuelva a los tiempos cuando lo presidían gigantes del derecho como Manuel García Pelayo o Francisco Tomás y Valiente, cuando solo se trataba de velar por la ley, antes de que el Partido Popular decidiera usarlo como escudo protector. A la calle Oriol Junqueras y todos los demás, por el bien de la justicia.