Lo mejor de las elecciones es lo mucho que se aprende, especialmente la noche electoral. Este 28-A vamos a instruirnos mucho porque hay muchas dudas que despejar e hipótesis que verificar. De entrada, vamos a comprobar cuántos de esos míticos millones de indecisos que iban a escoger su papeleta camino del colegio, sellando así el destino final de partidos y candidatos, en realidad iban a quedarse en su casa poniéndose al día con la nueva temporada de Killing Eve o calentando para el puente del 1 de mayo.

Veremos también quién tenía razón. Si aquellos que aconsejaron a Pablo Casado que, para evitar el desmorone del Partido Popular, debía escorarlo a la derecha y subirse a la hiperventilación en campaña como Santiago Abascal se monta en el caballo, o quienes le recomendaban un tono más moderado e institucional, parecido al que empleó en el debate en TVE. Verificaremos, en suma, quién gana las elecciones en el PP, si la resurrección de Aznar y el aznarismo o la nostalgia de Mariano Rajoy y marianismo.

Albert Rivera puede que escuche mejor que nunca esa noche a qué suena el silencio. Descubrirá, en vivo y directo, si tenían razón quienes le decían que era su oportunidad para hacerse con el liderazgo de la derecha y lo urgente pasaba por convencer al electorado de que jamás pactaría con Pedro Sánchez. O acertaban más quienes le explicaron que su gran activo consistía, precisamente, en su capacidad para ocupar el centro y poder pactar a derecha a izquierda. Pase lo que pase, seguro que la fotografía de su cara quedará para enmarcar.

Este 28-A vamos a instruirnos mucho porque hay muchas dudas que despejar e hipótesis que verificar

También se dirime esa noche si Pedro Sánchez acertó al apostar por una campaña plana, sin emoción y sin riesgo, sin más mensaje ideológico que presentarse como la encarnación de la moderación, ni más programa que el esbozo de cuanto quería hacer en sus diez meses de gobierno. El tamaño de su victoria despejará la duda de si, a lo mejor, tenía más sentido una campaña más audaz en lo político y más sólida en lo ideológico, donde se pudiera ver y escuchar a un líder político, no solo a su apariencia presidencial.

Pablo Iglesias podrá demostrar si realmente el problema de Podemos en las encuestas era que él no estaba aún en campaña. También podremos saber algo más sobre el discutido impacto de los debates. Un resultado mejor de lo esperado aportará otra evidencia a favor de su contundente triunfo en el lodazal del debate en Atresmedia.

Tanto el nacionalismo vasco como el catalán contemplarán esa noche otra nueva batalla en las largas campañas internas por el control de sus territorios. Comprobaremos si el PNV consolida su ventaja sobre un Bildu más dispuesto que nunca a disputarle el espacio y la influencia en Madrid. Chequearemos cómo resisten los restos de la antigua Convergència y el pujolismo ante el aparentemente abrumador avance de ERC.

Finalmente descubriremos también quién tenía razón en la respuesta a la gran pregunta que ha marcado esta cansina campaña. Si quienes afirmaron que, para cerrarle el paso a la derecha extrema, convenía abrirle las puertas porque, además, podían ser útiles para derrotar a los rivales. O quienes sosteníamos que, una vez abiertas las puertas, ya no se les puede detener; como a los caminantes blancos caído el Muro.