Todo iba rodado. El amor estaba en el aire. En la misma semana de una Diada que, como siempre, los medios de Madrid auguraban desinflada y, como siempre, acabó revitalizada, todo se volvían besos y abrazos. Recién llegados del verano, de un plumazo, habíamos pasado de tener un Govern en Catalunya que reclamaba votar la independencia y un Gobierno en Madrid que respondía que ni hablar y que ya se votaba en las elecciones, a tener un Govern en Catalunya que seguía reclamando votar la independencia pero uno en Madrid que respondía que sí, que había que votar pero más autogobierno. El avance es notorio: de discutir si había que votar a discutir qué se vota. El siguiente paso parecía a punto de caramelo.

El PSOE y PDeCAT habían pactado una moción para empezar a negociar dentro de la legalidad. Había muchas posibilidades de votarla con buen resultado en el Congreso. Los violines sonaban y algunos ya ponían el champán a enfriar. Pero, de repente, todo se torció. Los socialistas cometen el error de escoger como valedor de la moción al siempre sutil José Zaragoza, permitiéndole ponerse a hacer matices y avisos a navegantes. En el PDeCAT les entró pánico a que una parte del independentismo les empezara a llamar autonomistas y los de ERC aprovecharan la ocasión para rasparles unos votos. A los de Esquerra les entró el pánico a que otra parte del independentismo les llamara botiflers y Puigdemont aprovechara la ocasión para rasparles unos votos. Ya no había remedio. El amor se les había roto sin apenas usarlo y la moción fue retirada.

Las primeras citas siempre resultan difíciles y cuesta arrancar, en el amor y en el diálogo político

Siendo una mala noticia, que lo es, tampoco hay que dramatizar. Las primeras citas siempre resultan difíciles y cuesta arrancar, en el amor y en el diálogo político. Pero como todos, lo digamos o no, sabemos que no hay más camino ni salida para alcanzar una solución, habrá más oportunidades y no tardarán mucho. Con paciencia, un poco más de sentido de la oportunidad y unos cuantos bocazas menos, seguro que la siguiente moción que apueste por un diálogo dentro de los límites de la realidad sale adelante.

Además, no todo fueron malas noticias. A pesar de la importancia de la moción y su estrepitoso fracaso, ni populares ni Ciudadanos, hasta hace apenas unos días preocupados y angustiados por la tiranía que se imponía en Catalunya con la complicidad del gobierno títere de Pedro Sánchez, no encontraron un minuto en sus agendas para comentar el asunto, preocupados como estaban por la capital cuestión que desasosiega a los españoles y representa, ahora sí, la mayor amenazada contra la democracia española que vieron los tiempos: la tesis de Sánchez.