Cuesta trabajo ver en qué mejora la situación de los presos políticos del independentismo mezclar su injustificable encarcelamiento con la negociación de unos presupuestos para 2018. En un diálogo donde el independentismo demanda al gobierno Sánchez que tome decisiones que no puede ejecutar sin asumir un coste político insoportable y el ejecutivo demanda al independentismo que negocie unos millones para aquí y para allá como si no estuvieran sus líderes en la cárcel, solo puede haber unos ganadores: el PP y Ciudadanos, que solo tienen que sentarse a disfrutar del espectáculo, comentar las mejores jugadas y rentabilizar las contradicciones y calentones verbales de unos y otros.

En esta negociación donde, sin gestos para los presos no se habla de presupuestos y no se habla de presupuestos si se exigen gestos para los presos, sólo caben dos resultados. Los presos siguen en la cárcel y no hay presupuestos, lo que llevaría a unas elecciones donde la derecha tendría muchos boletos para ganar; o los presos siguen en la cárcel y hay presupuestos, lo que obligaría a unos y otros a tener que dar un motón de explicaciones que no pueden y que nunca suenan bien. Nótese que lo único que se mantiene invariable es que los presos permanecen en sus celdas en ambos escenarios.

Reclamar con argumentos políticos que la fiscalía recalifique los hechos o cambie la petición de penas sólo complica la posibilidad de hacerlo como se debe y se puede: con razones jurídicas

Si lo realmente importante es liberar a los presos y propiciarles un juicio justo, donde se desmonte la surrealista instrucción del juez Pablo Llarena y, como mucho, se valore la posibilidad de la concurrencia de un delito de desobediencia, lo más inteligente parece alejar la escandalera política y plantear jurídicamente una batalla jurídica que se puede ganar porque sobran las razones; no lo digo yo, lo acaba de declarar Pascual Sala, que fue presidente del Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional: ni rebelión, ni sedición. Reclamar en los medios con argumentos políticos que la fiscalía recalifique los hechos o cambie la petición de penas sólo complica la posibilidad de hacerlo como se debe y se puede: con razones jurídicas.

El espectáculo generado en torno a Pablo Iglesias en Lledoners puede que resulte óptimo para el líder de Podemos y su cuota de protagonismo como vicepresidente in pectore, cargo al que lleva proponiéndose desde diciembre del 2015, en aquella rueda de prensa ya legendaria cuando reclamó para sí el CNI. Dudo mucho que acerque un solo centímetro a Oriol Junqueras hasta la puerta de salida de la prisión.