Desde hace décadas, la Teoría de Juegos aporta nuevos e interesantes enfoques a nuestro conocimiento de las interacciones estratégicas de los seres humanos en situaciones de cooperación y conflicto. Aunque solo sea por ver qué pasa, apliquemos exploratoriamente este enfoque a Catalunya. Vamos a jugar un rato al juego del relator.

De manera muy introductoria, la premisa de la Teoría de Juegos puede resumirse en que cualquier situación puede modelizarse a través de un juego relativamente sencillo que permita entender tanto los cuadros de ganancias y pérdidas de cada jugador, como la racionalidad de sus estrategias. Existen tres grandes grupos de juegos: los juegos de suma positiva, donde todos los jugadores ganan y se discute el reparto de beneficios; los juegos de suma negativa, donde todos pierden y se dirime el prorrateo de pérdidas, y los juegos de suma cero, donde un jugador gana exactamente aquello que pierde otro.

Para la derecha española, todo cuanto suceda en Catalunya y todo cuanto haga el gobierno socialista para favorecer el diálogo supone un juego de suma positiva. Todo se vuelve ganancias fuera de Catalunya, en una España cabreada para la cual la vida es un drama y la política una pocilga que solo merece desinfección y desprecio. La cooperación entre PP, Cs y Vox siempre estará asegurada, por mucho que se hagan ascos mutuamente en público. Se trata de ver cuál de los tres jugadores rentabiliza más sus beneficios.

En vez de cooperar para explicarnos qué es el relator y cuál podría ser su utilidad para facilitar una solución, ambos se han empeñado en competir por explicarnos lo que a cada cual le gustaría que fuera pero evidentemente, no es 

La hiperventilación política no es una pose, responde a una necesidad competitiva. En el caso de Pablo Casado constituye incluso una necesidad de pura supervivencia. Necesita que las elecciones sean cuanto antes, ahora que aún es posible un resultado a la andaluza donde, aún siendo la fuerza de derechas que más votos pierda, seguiría siendo la primera y podría ocupar la presidencia. Cada mes que Pedro Sánchez pase en la Moncloa después de mayo es un mes más que se aleja de esa posibilidad y se acerca el fantasma del sorpasso a babor y a estribor.

El gobierno socialista y el independentismo, en cambio, parecen convencidos de estar en un juego de suma cero. Lo que gana uno depende de lo que pierde el otro. Ambos se empeñan en presentar los acuerdos a los que puedan llegar como cesiones del otro sin contrapartida alguna y ofrecerlos a los suyos como si fueran un botín arrancado de las manos del competidor. El juego del relator ha resultado paradigmático. En vez de cooperar para explicarnos qué es el relator y cuál podría ser su utilidad para facilitar una solución, ambos se han empeñado en competir por explicarnos lo que a cada cual le gustaría que fuera pero evidentemente, no es. El resultado más habitual de este juego se antoja fácilmente previsible: desastre comunicativo y estropicio político mutuo.

Seguramente se estarán preguntando qué vaticina la Teoría de Juegos en este tipo de situaciones donde compiten jugadores con estrategias cooperativas y jugadores con estrategias competitivas. Si, lo que se temen, suelen ganar los primeros.