Superadas las lógicas emociones de la semana pasada, donde la tensión acumulada desde el 27 de septiembre había pasado la consiguiente factura a la labor de gobierno, llega ahora el momento de la verdad para el flamante nuevo Ejecutivo del president Carles Puigdemont y del vicepresident Oriol Junqueras. De las trece áreas del Govern catalán, tan sólo dos –Meritxell Borràs (Governació) y Jordi Jané (Interior)– conservan a su antiguo titular, otros dos consellers ya estaban en el anterior Govern aunque en otra área –Neus Munté pasa de Benestar Social a Presidència y Santi Vila de Territori a Cultura– y los restantes nueve departamentos tienen nuevo titular. Las conselleries están aún en construcción pero este Govern sabe que no va a disponer de los cien días de gracia que tienen todos los ejecutivos. Sobre todo porque los retos son enormes, las dificultades máximas y la oposición, que oteaba nuevas elecciones en el horizonte, ha visto como la cita con las urnas se diluía como un azucarillo.

El primer termómetro que servirá para medir la temperatura al nuevo Ejecutivo será el de la presentación de los Presupuestos de la Generalitat para este año, ya que en estos momentos Catalunya vive con la prórroga de los del 2015. Oriol Junqueras sabe que esta es su gran asignatura –junto a su interlocución con los agentes económicos y financieros del país– y hará lo posible para tenerlos aprobados antes del verano. La posición basculante de Esquerra en el espacio soberanista y de izquierdas y el papel político del propio Junqueras tendrían que facilitarle este ambicioso objetivo. Sobre todo porque aunque la relación del Govern de Junts pel Sí se antoja muy difícil durante toda la legislatura, lo razonable es que ahora, al principio, sea el momento de menos beligerancia entre JxSí y la CUP.

De los departamentos sectoriales son, seguramente, Salut (Toni Comín), Territori (Josep Rull) y Afers Exteriors (Raül Romeva) los que tienen por delante un arranque de legislatura más complejo. Los dos primeros por la dimensión de las conselleries y el último porque ha sido recibido de uñas por el Gobierno español, que siente amenazada su actuación en política exterior. Todo ello sin contar con que las arcas de la Generalitat están muy mal y el grifo del dinero –el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA)– lo abre y lo cierra a discreción Cristóbal Montoro. Un obstáculo más. Trabajar bien no será sinónimo de éxito.