De la misma manera que el pasado 27S los partidos no independentistas fueron incapaces de incidir en la campaña, ya que el impulso del soberanismo era muy importante y Junts pel Sí marcaba permanentemente la agenda política, en los cinco días que llevamos de la actual campaña tanto Democràcia i Llibertat (CDC más otros) como Esquerra Republicana están fuera de la misma. No es que no hagan actos electorales o que hayan dejado de viajar por el territorio para explicar qué van a hacer en el próximo Congreso de los Diputados. Tampoco que hagan nada diferente a otras elecciones o muy distinto a la programación de otros partidos políticos. Simplemente sucede que la campaña en buena medida no pasa por ellos, después de que hayan quedado fuera de los platós de televisión donde se ha jugado la precampaña y casi todos los días que llevamos de campaña.

Es cierto que esta situación también afecta a los otros candidatos catalanes en estas elecciones españolas, pero el déficit de estas franquicias políticas es menos decisivo, ya que tienen a sus líderes de verdad disputando el minuto de oro de televisión o pudiendo hacer una entrevista en prime time. Vamos a ver qué dicen las encuestas que se publicarán durante los próximos días y hasta dónde es de profundo este problema o, si por el contrario, es algo mucho más epidérmico y reorientable durante los diez días que restan hasta el 20D. La evolución de la campaña empieza a recordar demasiado a la que descabalgó a Xavier Trias de la alcaldía de Barcelona en beneficio de Barcelona en Comú (Ada Colau) y Esquerra quedó en cuarta posición en la capital catalana, detrás de Ciudadanos.

Como último hándicap está también la incertidumbre sobre la investidura del president de la Generalitat, la conformación de un nuevo gobierno en Catalunya y la estabilidad parlamentaria. Al final, todos son vasos comunicantes y la euforia o el desánimo acaba teniendo consecuencias electorales positivas y negativas. Y los resultados, si son malos, pasan factura. Algo que a estas alturas seguro que saben bien tanto Artur Mas como Oriol Junqueras.