Después de casi diez horas de reunión, la asamblea informativa de la CUP celebrada en Manresa emitió su veredicto: Junts pel Sí tiene que proponer otro candidato a la investidura a la presidencia de la Generalitat. Artur Mas no tiene el apoyo de la CUP y no puede contar con que dos de sus diputados acaben facilitándole los 64 votos necesarios en una votación de investidura y superar así los 63 escaños que suman Ciutadans, PSC, Catalunya Sí que es Pot y Partit Popular. La CUP se enroca, la legislatura se evapora y el proceso independentista agoniza. No es esa, obviamente, la valoración de los cupaires después de la asamblea cerrada, con una serie de intervenciones que no pueden generar ningún optimismo en Junts pel Sí. El sector más intransigente de la CUP en sus negociaciones con JxSí ha sacado adelante la explosión descontrolada de la legislatura y de los resultados del 27 de septiembre. También, la victoria, hoy ya pírrica, que se produjo de 72 escaños independentistas de los 135 que tiene el Parlament de Catalunya.

Por primera vez, no es descabellado afirmar que Catalunya se encamina a unas nuevas elecciones el mes de marzo –hay que anotar con color rojo la fecha del domingo día 6– que resuelvan lo que los políticos no han sido capaces de desenredar. Unas elecciones que, seguramente, serán con un formato de candidaturas más tradicional ya que la lista de Junts pel Sí se aglutinó para un momento electoral muy excepcional, como fue el 27S. Pese a todo, no es descartable absolutamente su repetición, aunque a diferencia de septiembre, la posición de fuerza para una candidatura de este tipo no recaerá en Artur Mas, sino en el presidente de Esquerra Republicana, Oriol Junqueras que fue el que cedió en el pasado. Lo más curioso del caso es que la opción que ha perdido en Manresa –la de unas nuevas elecciones– es la que puede acabar, en la práctica, ganando con el enrocamiento de la CUP, que en dos meses de conversaciones no ha aceptado que la lista ganadora (62 escaños frente a 10 y 1,62 millones de votos frente a 330.000) está legitimada para proponer un candidato a la presidencia de la Generalitat.

Al plantear la CUP este punto como inamovible y exigir la cabeza de Artur Mas por encima de otras condiciones programáticas, la legislatura ha entrado en un callejón sin salida. Al final, la cosa no tiene más misterio. A menos que Mas y Junqueras sean capaces de arbitrar una solución que, hoy por hoy, no se vislumbra.