Titular de La Vanguardia del 28 de septiembre: "El sí se impone". Titular de El Periódico del 29 de noviembre: "La mayoría de la CUP desconecta de Mas". En medio, 63 días que han desarbolado buena parte de las expectativas del independentismo y de los cientos de miles de ciudadanos que durante cuatro años se han manifestado masivamente cada 11 de Setembre, como hoy se empieza a reconocer de manera muy generalizada. ¿Cuál es la explicación?

Desde la misma noche electoral del 27 de septiembre, la candidatura de Junts pel Sí renunció a un relato propio sobre las dificultades que comportaba la gestión del resultado electoral, que obligaba a un pacto con la CUP. De esta manera, JxSí quedó atrapada en manos de la izquierda anticapitalista para salvar la investidura y el gobierno de Catalunya, y se negó a aceptar que el principal objetivo de los que supuestamente iban a ser sus aliados no era otro que descabezar el movimiento soberanista. Es decir, cobrarse la pieza de Artur Mas que para la CUP encarna todos los males: desde los recortes a la corrupción. Si ninguno de estos dos funcionaba, también valía la denuncia del aterrizaje reciente del president en el independentismo. El esquema contemporizador de JxSí saltó por los aires el domingo por la noche en Manresa y sonó como una gran bofetada en el rostro de todos y cada uno de sus 62 diputados. Desde los más escépticos con la CUP a los más sensibles a sus posiciones.

A veces, una imagen vale más que mil palabras. Sonrientes, los dirigentes de la CUP anunciaron desde el pabellón manresano que Mas se tenía que ir. No mucho antes, los asistentes a la asamblea habían tenido un recuerdo nada cariñoso del partido que preside. El castigo de los cuperos a JxSí ha tenido continuación en la Junta de Portaveus al votar con la oposición un reparto de los senadores autonómicos que resta a los independentistas un escaño que acaba beneficiando al PP, que consigue así representación del Parlament en la Cámara Alta española.

JxSí debe cambiar de estrategia y recuperar la iniciativa sobre la agenda política. Nunca diez escaños decidieron tanto sobre el futuro de Catalunya.