Este mes de julio ha sucedido una cosa extraordinaria para los catalanes que pagamos impuestos: el día 5 fue nuestro día de liberación fiscal o freedom tax day. Casi parece una broma del destino que eso ocurra cinco días después de que se haya acabado la campaña del IRPF.

Como a veces cuesta hacerse una idea de los valores absolutos y de los datos económicos, lo que me parece interesante de esta celebración es que nos indica cuántos meses de salario necesitamos para pagar el precio de ser catalán. El modo cómo se hace este cálculo es relativamente sencillo, ya que se toma el salario medio en Catalunya (al cual se añade el 33% de la cotización empresarial que va directamente al Estado sin pasar por el contribuyente) y se le va restando lo que le toca pagar de IRPF, de impuesto sobre el patrimonio, de IVA, de cotizaciones sociales, de impuestos especiales, de IBI y de otros impuestos menores. Y así se ha llegado este año a la conclusión de que un catalán trabaja "gratis" o para el estado hasta el 4 de julio, es decir, más de la mitad del año.

Este cálculo se conoce como "cuña fiscal" y este más de julio, como he dicho al principio, deberíamos estar de celebración porque a partir del día 5 de julio ya trabajamos liberados, es decir, ya hemos pagado la factura del Estado. Hasta aquí todo (bien o no), pero como las comparaciones son odiosas, daré algunos datos que invitan, como mínimo, a la reflexión.

Para empezar, a pesar de que Catalunya siempre "un poco más", en España el dato tampoco es para tirar cohetes porque la liberación fiscal llega a finales de junio, como en Grecia. Ahora bien, si comparamos la cuña fiscal del catalán medio con la cuña de cualquier homólogo occidental, desarrollado o que nos guste mirar como ejemplo, quizás empezamos a ponernos nerviosos. Un danés liquida su carga un mes antes, un británico termina el trabajo en mayo y tanto en Irlanda como en Estados Unidos liquidan la cuestión solidaria en abril. También es cierto que en julio se liberan los franceses, los belgas, los austríacos y los italianos, lo cual indica que todavía queda recorrido para aumentar el ahogo del trabajador medio catalán.

Como en economía lo importante es la tendencia, tendremos que estar atentos a la evolución de la cuña fiscal, pero me temo mucho que no tiene buen color.

Para terminar, propongo un ejercicio para los más aguerridos: calculad el coste empresa de vuestro salario (bruto anual más el 33% de cotizaciones sociales empresariales), le aplicáis la cuña catalana, la danesa o la irlandesa. ¿Algo para celebrar?