Entiendo totalmente la primera parte del FAQS del último sábado de junio. No solamente era noticia la tierra quemada en la Ribera d'Ebre. Era justicia, porque donde se cultiva el aceite de los antiguos y el átomo de nuestros tiempos, como decía Xarim Aresté abriendo programa: "Se nos han quemado las raíces, así que ahora las raíces somos nosotros". Y lo vimos con Amèlia Borràs y Pere Jornet, rebrotes que resisten entre centrales nucleares, vertederos y tantas otras cosas que no gustan a la gente de la Ribera d'Ebre. Y la solidaridad de Abel Peraire que desde el Lluçanès no solamente unía territorio, dignificaba campesinado y ciudadanía advirtiendo, desde una camiseta negra con lazo amarillo: "Si tú no trabajas por tus sueños, alguien te alquilará para que trabajes por los suyos". Por eso, nos invitaba a entrar en totsuma.cat y ayudar a que las raíces rebroten. Y todavía estamos a tiempo.

Después, intervenciones interesantes, intervenciones obligadas, intervenciones prescindibles hasta llegar, al cabo de mucho rato, a los 20 minutos tan escasos como enriquecedores de la entrevista gravada en Florencia con Donatella della Porta, profesora y decana del Departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la Escuela Normal Superior de Florencia. Toda una lección sobre referéndums, con la recomendación de que desde los estados tienen que escucharlos porque, de hecho, son elecciones, con cualidades diferentes según las circunstancias, pero que siempre se tienen que acompañar de debate y diálogo. Para Della Porta, los referéndums pueden ser un plebiscito, un instrumento de las élites para instrumentalizar la ciudadanía... o pueden ser como una larga asamblea: en su transcurso aumenta el nivel de conciencia de quien participa. Por eso es fundamental que sean procesos "desde abajo". Y que la ciudadanía se los haga suyos, se sienta absoluta protagonista, para no caer en otro tipo de "tierra quemada". De hecho, en un artículo publicado el 8 de octubre del 2017 en "Piedras de Papel" de ElDiario.es, Donatella della Porta, junto con Francis O'Connor, Anna Subirats Riba y Martín Portos, reconocía el papel de la Associació de Municipis per la Independència, la Plataforma pel Dret a Decidir, la Assemblea Nacional Catalana y numerosas entidades cívicas y culturales como Súmate, Ciemen, Òmnium Cultural y centenares de asambleas de base, vecinales, colectivos autónomos e individuos anónimos, para mantener viva, durante años, la campaña por el referéndum de autodeterminación en Catalunya. Y con una mención más que obligada ―y ahora demasiado a menudo escondida― decían también que el proceso de votación del 1-O fue posible gracias a la organización y coordinación de ciudadanos de a pie a través de una miríada de CDR (en aquel momento Comités de Defensa del Referéndum, ahora de la República).

Las "izquierdas" se empeñan en no ver la relación entre derechos sociales y la cuestión nacional que Donatella della Porta tiene tan clara

El debate que todas estas organizaciones y asociaciones mantuvieron durante tanto tiempo fue amplio y horizontal, enriquecido con grandes manifestaciones masivas y pacíficas que acabaron, en algunos casos, por borrar la frontera entre política institucional y sociedad civil (el ejemplo podría ser la misma presidenta del Parlament de la XI Legislatura, Carme Forcadell, que había liderado antes la ANC y que por este motivo representa, doblemente, como presa política, nuestra soberanía secuestrada). Y en la medida en que se debatían diferentes concepciones del nacionalismo, el mismo significado de lo que significa fue cambiando. Della Porta se acoge al ejemplo de los referéndums de Catalunya y Escocia que han ido decantándose hacia la cuestión social, y afirma que los dos referéndums han entrelazado las protestas contra las políticas de austeridad con los temas de la independencia.

Desdichadamente, según mi opinión, como mínimo en Catalunya, no se ha hecho suficiente. Y la entrevista se acabó sin más preguntas ni repreguntas. Podría haber sido muy provechoso saber qué piensa Della Porta sobre la obcecación de algunos por ensanchar la base obviando la cuestión social, y sobre todo si la UE (que pasará en un par de días una difícil prueba de fuego democrática reconociendo (o no) el derecho a ser eurodiputados de Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Toni Comín) se da cuenta de que no puede seguir manteniendo el anacronismo de delegar el derecho de autodeterminación en los estados que la forman, ni mantener las rigurosas políticas de austeridad de la zona euro. Y todo eso se agrava, de manera especial, si las "izquierdas" se empeñan en no ver la relación entre derechos sociales y la cuestión nacional que Donatella della Porta tiene tan clara, mientras el Gobierno, con guante de hierro o de seda, según le convenga, sigue sustituyendo debate y diálogo por represión o silencios atronadores, en tierra ya muy quemada.