Este 2022 se ha convenido en dedicarlo a Joan Fuster. Hace 100 que nació en Sueca (País Valencià) y habrá tiempo y pocas excusas para no releer (o leer por primera vez) su obra. Pero, sobre todo, para disfrutar de la inteligencia reconcentrada de sus aforismos.

Tener a mano un trozo diario será muy fácil. Guardando su manera de ser, manteniendo su sonrisa socarrona y haciéndonos dar cuenta de cómo es de próxima y actual su sabiduría, se acaba de abrir una cuenta de Twitter, @TuitsDeFuster, que partir del 1 de enero de este año publicará cada día, al mediodía, un aforismo del escritor. Los genios que anidan detrás de este timeline (TL) nos retan a prepararnos para leerlo más que nunca. Y, sinceramente, creo que tendríamos que ser legión los seguidores, las retuiteadas y los comentarios, porque el pensamiento del autor no es nada acomodaticio ni deja adormecernos ni echar siestas, por breves que sean. Los tuits de Joan Fuster vienen, afortunadamente, a pinchar la burbuja de nuestra imaginaria "zona de confort".

Por si os lo habéis perdido, el aforismo de ayer, día 2 de enero, decía: "En todas partes cabría la posibilidad de construir un partido político que tuviera como único programa la oposición a la burrada de los otros partidos". Y más que un posible programa, es más una declaración de guerra, porque parece pues que este Fuster tuitero no viene a hacer amigos. Y si los hace, a mucha honra, tendrán el cerebro afilado, y este requerimiento parece que le ocupa (y preocupa) mucho más que las dimensiones de su "base" partidaria.

De hecho, cada vez más, la legítima desazón por la supuesta solidez "piramidal" de un partido parece acercarse más a una coartada por no hacer que a una condición para ser y actuar. Y aunque reconozco que una oposición inteligente a las burradas de los otros partidos (digamos, para decir, "unionistas", acostumbrados a publirreportajes de encefalograma plano e impunidades que fomentan la estulticia) podría tener mucho atractivo político, también hay que reconocer sus peligros, porque hurgar en la burrada de los otros partidos facilita y nos lleva a descubrir las burradas propias. Porque en una sociedad de comportamiento democrático deficiente ni siquiera se vigilan las debilidades mentales que, a medida que se toleran, se acaban por contagiar por falta de distancia, aire fresco y manos limpias.

Hurgar en la burrada de los otros partidos facilita y vierte a descubrir las burradas propias

Lo que decía el tuit del sábado, primer día del Any Fuster, remachaba el clavo de lo que no hace mucho una mayoría de catalanas y catalanes, después de un 1 y 3 de octubre, defendían y entendían: "Ser perseguido ya es una victoria". Sobre todo cuando las persecuciones acaban como la que ha sufrido Valtònyc, barriendo los restos absolutistas de constituciones, como la belga, que se llaman y creen modernas.

En estos momentos en que se formulan los mejores deseos para todo un año, tenemos que permitir que nuestra imaginación insurrecta prefigure y perfile una visión de futuro que nos anime. Basta ya de aplaudir a necios y sus burradas de incontinencia. Si el ánimo lo permite, comprometeos a impulsar proyectos que permitan algo más que ir tirando en un sobrevivir de vuelo gallináceo. Porque también los valores éticos pueden recuperarse: se aprenden, se viven y se transmiten con pedagogía y atrevimiento, se extienden por observación y osadía, y por un saludable (el que más) contagio social. Se hace como las aves cuando aprenden a volar; como las personas que un día nos ponemos de pie y empezamos a andar. Y los aforismos de Fuster, hechos tuit cada día, nos pueden enseñar a atrevernos más y mejor.

Parafraseando a Joan Fuster y tocando con los pies en el suelo, quiero acabar diciendo que también, en este caso, "nadie se tiene que engañar, porque decir 'feliz año' ya es hacer literatura."