La humillante derrota electoral sufrida por Angela Merkel el pasado domingo ante el grupo alternativo AFD fue el comienzo de lo que podía convertirse en una horrible semana para Alemania. El mal arranque fue tres días más tarde remachado por una caída de la producción industrial en julio del 1,5%, la mayor en 23 meses. Aquello hizo sonar las alarmas. ¿Está también en crisis Alemania?".  Ésa era la pregunta. La velocidad de respuesta de Berlín ha dejado atónitos a sus críticos.

¿Está también en crisis Alemania?"

Las cosas venían mal ya de antes, en concreto desde que Sigmar Gabriel, ministro de Economía y vicecanciller alemán, diera por fracasado de facto el proceso de negociaciones para formar entre EEUU y Europa la Asociación Trasatlántica de Comercio e Inversión (TTIP), rechazo al que se sumó también el presidente francés François Hollande. Y basta con que un solo país vete el acuerdo para frustrarlo. En aquel momento daba la impresión de que Alemania pretendía bajarse del tren de la historia.

Hubo una segunda señal de advertencia el lunes, cuando en Hangzhou (China) el G-20 se pronunció a favor de una política de relanzamiento de la inversión pública para favorecer un crecimiento global débil. Entre bastidores, se criticaba abiertamente al Gobierno de Merkel por su "política de austeridad". 

El primero en hacer frente a tantas dudas ha sido Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas alemán, quien dijo que "nosotros ponemos más dinero para la inversión que ningún otro país europeo". E insistió: "aportamos desde hace años nuestra contribución al reforzamiento de la demanda global". Y agregó: "a nivel europeo no falta dinero", en clara alusión a la política juzgada excesivamente flexible del BCE.

Ciertamente, el crecimiento alemán sufrió una inflexión en el segundo trimestre, cuando redujo su ascenso a un alza del 0,4% frente al 0,7% del primer trimestre. Para  Alemania, el retroceso de los países emergentes ha supuesto un daño importante para su industria. Por ejemplo, cuando China debe frenar sus exportaciones de acero a Europa y reducir su sobrecapacidad en otros sectores, eso supone menos importaciones de máquinas "made in German". También cuando Rusia sufre sanciones por su política en Ucrania se refleja en una menor demanda de bienes tecnológicos. O cuando, a causa de la baja del precio del petróleo, se aprecia en los Emiratos Árabes una caída de peticiones de coches de lujo como el Mercedes fabricado por Daimler.

Por eso, Schäuble, para favorecer el crecimiento, se muestra a favor de un acuerdo de libre cambio con EEUU. "No debemos abandonar" las negociaciones del tratado TTIP. Estados Unidos es su primer mercado ahora.

Y, dentro de ese capítulo, ha saltado la nueva oferta de Bayer sobre Monsanto al ofrecer el martes incrementar el precio de compra precio un 2%, hasta 58.000 millones de euros. Monsanto ha aceptado que el grupo alemán examine sus cuentas, lo que aumenta las oportunidades de Bayer de cerrar la operación más importante de la historia de una compañía alemana y formar el mayor grupo mundial alimentario. Previamente, y para despejar dudas, 99 Premios Nobel se pronunciaron a favor de los alimentos transgénicos de Monsanto.

Otro de los sectores que había ocasionado problemas en Europa, la banca alemana, ha ayudado a otros bancos a recuperarse. Las declaraciones del  presidente del Deutsche Bank y de su colega del Commerzbank  en el sentido de que "hay un exceso de bancos en Europa" ha introducido un elemento de euforia en este negocio castigado por los ultrabajos tipos de interés. Una nueva etapa debe abrirse en el sector financiero europeo. 

Alemania se encuentra en un buen punto de partida

Y en esa idea se centró Merkel cuando presentó ante el Bundestag los Presupuestos para 2017, que por cuarta vez consecutiva presentan un déficit cero. "Alemania se encuentra en un buen punto de partida" ante los desafíos que plantea el futuro, dijo. Habrá una reducción de impuestos de 15.000 millones de impuestos en la próxima legislatura, que favorece a la clase media y a las pymes.

A su vez, "tenemos que demostrar que la integración de los refugiados funciona", dice el Gobierno. Para hacer frente al desafío de la acogida se prevén 19.000 millones de euros en 2017 y 77.000 millones de aquí a 2020.

"Se trata de hacer cambios pero no de renunciar a nuestra esencia", afirman los dirigentes de Berlín. La Bolsa de Frankfurt fue la primera en entrar el miércoles en terreno positivo en Europa. Ahora bien, la recuperación del honor perdido y encontrar la buena dirección del futuro no significan superar todas las dificultades, que continuarán. Como en toda la Unión Europea.