Tal y como se ha articulado la nueva mayoría parlamentaria en Madrid, con el papel determinante de las fuerzas políticas catalanas, es obvio que se abre una nueva etapa política en España que Catalunya no podrá aprovechar, con un Govern débil y unos partidos independentistas haciendo el ridículo, abocados a hacerse la puñeta cotidianamente hasta el año 2025. Así que lo lógico, lo sensato, lo más generoso y lo menos egoísta sería convocar elecciones al Parlament de Catalunya cuanto antes, para que nada más empezar el año, Catalunya disponga de un gobierno fuerte, con suficiente apoyo parlamentario que le otorgue capacidad de interlocución y negociación con el nuevo gobierno del Estado.

Otra opción sería acordar la formación de un gobierno de concentración catalanista con presencia de los cuatro partidos que apoyaron la investidura de Pedro Sánchez comprometidos con un programa común de gobierno coherente con los acuerdos de la investidura; pero aquí el problema sería la presidencia, dado que ahora mismo tiene más votos el líder de la oposición que el propio presidente y eso lo hace todo más difícil, pero la generosidad también es un valor político.

El president Pere Aragonès decía no hace mucho, y con toda la razón, que la interlocución con el gobierno del Estado corresponde al president y al gobierno de Catalunya, pero para eso es imprescindible que no haya ninguna duda respecto a la representatividad de la institución catalana. Y bueno, el Govern Aragonés es tan legítimo como el que más, y no se trata de poner en cuestión su capacidad de gestión —este sería otro debate—, pero la realidad es la que es, y con 33 diputados de 135 no tiene capacidad de iniciativa, sobre todo teniendo en cuenta que para hacer algo los apoyos que necesita los tiene que suplicar a sus rivales más directos.

Catalunya no podrá aprovechar la nueva etapa que se abre en la política española con un gobierno débil y unos partidos independentistas haciendo el ridículo abocados a hacerse la puñeta cotidianamente hasta el 2025

Todos los acuerdos establecidos para la investidura de Pedro Sánchez señalan que “deben responder a las demandas mayoritarias del Parlament de Catalunya, que representa legítimamente al pueblo de Catalunya”, así que quizás sería hora de dejar de lado el minifundismo tan inherente a la política catalana y las interlocuciones paralelas con Madrid, estúpidamente competitivas, que han generado tanta vergüenza a la ciudadanía catalana.

No tiene ningún sentido y no lleva a ninguna parte que cada partido tenga ahora su mesa de negociación con el PSOE o con el gobierno español, compitiendo a ver quién saca más petróleo por su cuenta para reprochárselo al otro y hacerse los milhombres de la nada. Si las elecciones se celebran ahora, nos ahorraríamos más de un año de este espectáculo irritante de ERC contra Junts, y viceversa, que ha sido y sigue siendo la principal causa de desafección política en Catalunya.

Me lo decía un pariente el otro día: ERC y Junts no se dan cuenta de que cuando se hacen la puñeta mutuamente, como cuando no firmaron la ley de amnistía, no hay uno que gana y otro que pierde, sino que siempre pierden ambos, porque resulta todo muy infantil, de vuelo gallináceo, generan mucha irritación y muchas ganas de enviarlos a freír espárragos... ¡¡¡o de votar al PSC!!!

Lo ocurrido en España esta semana era casi impensable hace un más. Nunca hasta ahora la mayoría parlamentaria española ha sido tan partidaria de la concepción plurinacional del Estado. No hace falta generar grandes expectativas porque todo será muy difícil, dada las resistencias de los poderes del Estado, y precisamente por eso, para que la nueva etapa dé algún fruto positivo, será imprescindible levantar el nivel de la política en Catalunya.

La interlocución con el Gobierno del Estado corresponde al presidente y al Gobierno de Catalunya. Lo que no tiene sentido y no lleva a ninguna parte es que cada partido tenga ahora su mesa de negociación compitiendo a ver quién saca más petróleo por su cuenta para reprochárselo al otro y hacerse los milhombres de la nada

Sería absurdo plantear por enésima vez la “unidad” del independentismo, ni del soberanismo, ni del progresismo. Nada de unidad, preséntense a las elecciones, peléense durante un mes, pero por favor no durante un año y medio, articulen una mayoría parlamentaria tan transversal como dicten las urnas, fijen los objetivos nacionales bien definidos y defiéndanlos en España y en Europa.

Y hablando de objetivos nacionales, hay que recordar que Catalunya no tiene en estos momentos lo que se dice proyecto nacional para hacer frente a la sequía, al cambio climático, a la dependencia energética, a la revolución tecnológica... estamos en un momento que requiere con urgencia mucha sabiduría intelectual y científica y el apoyo y el coraje políticos para su aplicación

Y un apunte final. No hay que ser ingenuos. Puede entenderse que ERC no quiera elecciones si las encuestas no le aseguran la victoria. Tampoco Junts, que querrá aprovechar el protagonismo que le reporta su papel en la política española para mejorar posiciones. Pero también es cierto que si Aragonès convoca ahora elecciones, ni Junqueras ni Puigdemont podrán ser candidatos, una gran oportunidad para que una nueva generación postprocés, liberada y desacomplejada del pasado, tome las riendas del país mirando hacia adelante, que inevitablemente es lo que se nos viene encima.