Si votamos con inteligencia, el próximo 21-D podremos recuperar la República. En Catalunya hay una mayoría soberanista que los partidos del 155, PSC, PP y C's, han querido silenciar con la persecución del Gobierno de Carles Puigdemont y con la intervención de la Generalitat de Catalunya. Aquello que no son capaces de conseguir democráticamente, lo han obtenido, de momento, de manera ilegítima. Pero la realidad es tozuda. Mucho|Muy, a pesar del egoísmo partidista de las cúpulas de ERC —y los partidets satélites— y del PDeCAT. La CUP sabe vestir mejor este egoísmo, porque recurre a sus bases para tomar decisiones difíciles y socializa el desastre. Los partidos son empresas de servicios globales, como|cómo dice a mi amigo Francesc Roca, que dan de comer a mucha gente. Y si no se decantan por obtener dinero mediante el recurso del 3%, se financian con dinero del erarari público, que es un poco el mismo pero institucionalizado I legal. Piensen en eso cuando alguien les hable de la bondad en presentar listas separadas el 21-D.

Los partidos soberanistas no han sido nunca realmente cómplices entre ellos. Al contrario. Han fingido amor cuando se lo ha exigido la gente. El pueblo es más solidario que los militantes. Los manifestantes son más generosos que los activistas. Y esta desconfianza ha ido acompañada de un infantilismo político aterrador. Se han tomado decisiones que no tenían sentido, como si los que las tomaban todavía llevaran|trajeran pañales, y se ha permitido que el bloque|bloc unionista aprovechara los errores del Gobierno para profundizar más y más en la rendija|resquicio que separaba los partidos soberanistas desde el 27-S, que es cuando unos dijeron que no se había ganado el plebiscito y siguieron exigiendo ir deprisa como si nada y los otros quedaron helados, con un Artur Mas que tomó de nueve decisiones la lógica de las cuales sólo entiende él. Unos tiraron Mas en la papelera de la historia, pero finalmente ha sido|estado Santi Vila, su protegido, quien|quién ha sellegat la papelera con cal viva. El PDeCAT no ha tomado ninguna buena decisión desde el 2010. Y ERC simuló que trabajaba por|para la independencia desde el Gobierno, porque después del 27-O se pudo constatar que el más caliente estaba en el fregadero.

A pesar de estos dos años compartiendo Gobierno, PDeCAT y ERC no han sabido superar la rivalidad de tiempo atrás. Todo el mundo recela de todo el mundo, según hemos podido constatar, a pesar que todos los partidos se han necesitado cuando han ido mal datos. Como más pasan los días y más argumentos escucho de ERC para justificar la decisició de presentarse a las elecciones ilegítimas —y autonómicas— en listas separadas, más convencido estoy que los republicanos fueron profundamente desleales con el presidente Puigdemont el día 26 de octubre, cuando durante unas horas pareció que el presidente abandonaba la idea de proclamar la República para convocar, precisamente, elecciones autonómicas. ¿Si los republicanos defienden ahora que la independencia no se alcanzará rápidamente, por qué forzaron al presidente a ir directamente? La CUP no aculó al presidente tanto como ellos. Fueron los dirigentes de ERC los que pronunciaron que se'ananirien del Gobierno si no se proclamaba la DUI. ¿Recuerdan las 155 monedas de plata que Gabriel Rufián pio|tuiteó en Twitter miedo acusar Puigdemont de Judes? Ya está todo dicho. Aquellas horas fueron de infarto.

Y sin embargo, en resumidas cuentas, y una vez hecha la declaración de independencia, la suerte del Gobierno fue igual para todos sus miembros, fueran del PDeCAT o de ERC. Y todos juntos decidieron que el Gobierno no estaba preparado para mantener derecha la República recién estrenada. Presidente, vicepresidente, consejeros|consellers y consejeras|conselleres desaparecieron sin dar explicaciones a nadie, dejando la administración en manos de gente que no sabían qué tenían que hacer ni qué pasaba. El desconcierto fue total. Tiempo habrá para explicarlo y para poner a todo el mundo en su lugar|sitio. Finalmente, el lunes 30 todo el mundo pudo ver que medio Gobierno estaba en Bruselas al lado del presidente y el otro medio en Barcelona con el Vicepresidente. La jueza de la Audiencia Nacional, sin embargo, no hizo distinciones partidistas entre los consejeros|consellers y las consejeras|conselleres que citó en Madrid. Todos los que no se quedaron en Bruselas fueron a parar al muelo, independientemente de si eran de ERC o del PDeCAT, salvo el dimitido Santi Vila, que escenificó a plena luz del día la traición a los compañeros de Gobierno, a los ideales políticos que había defendido hasta el día 26 y a los amigos. Sin ningún tipo de rubor, Vila se soltó. Todavía lo hace. Cada uno tiene el hígado que tiene.

Si votamos con inteligencia, el próximo 21-D podremos recuperar la República

Cuando una parte del Gobierno se quedó en Barcelona y decidió presentarse a la cita de la Audiencia Nacional, estaba claro que estaba aceptando la imposibilidad de sostener la República y la fatalidad de la aplicación del 155, aquello que el juez del Tribunal Supremo quiso que reconocieran, simplemente para vejarlos, la presidenta del Parlamento, Carme Forcadell, y los otros miembros de la mesa. La prisión y el exilio del Gobierno es la derrota de la estrategia de aquellos que incitaron saltar la pared sin haber puesto la red para parar el golpe. ERC es un partido hoy disciplinado, sin grandes disensiones internas, pero los que nos habíamos creído, como yo mismo, que el paso para|por el Gobierno les había centrado, ahora sabemos que no es cierto del todo. El entorno intelectual de los republicanos es acrítico y empuja al partido a buscar el acuerdo con los comunes, con la misma obsesión que Carod-Rovira tenía para ser aceptado por los antiguos comunistas. No he creído nunca que la historia fuera cíclica, pero a la vista de los hechos acabaré por aceptarlo.

Cada día que pasa es más difícil creer que será posible la unidad de los partidos soberanistas, más allá de las proclamas retóricas. La gente asiste a las manifestaciones sin preguntar al vecino qué vota, porque se supone que la causa contra el Estado es superior a cualquier otro motivo de discrepancia. Pero no, hemos reanudado la controversia de 1936 sobre el cual hay que lindar primero, si la guerra o la revolución, aunque ahora la disputa es|está en versión indepe. Los partidos españoles, incluyendo Podemos, un partido que, como dijo Albano-Dante Fachin, el conflicto catalán ha hecho envejecer de golpe, combaten el independentismo al margen que los partidos que lo propugnan sean de centroizquierda, de centroderecha o de extrema izquierda. Para los unionistas, todos los independentistas son el mismo, porque todos quieren acabar con el régimen del 78 por la vía de separarse de España. Eso es lo que justifica, por ejemplo, que el PSC se alíe con los antiguos dirigentes de UDC que fueron condenados por|para los caso Pallerols. La unidad de España es lo importante, el resto es secundario.

Conozco a mucha gente que dice que no votará si no hay lista unitaria. Es una posibilidad, aunque eso favorecería los intereses de los unionistas. Cuando alguien me dice dice que no votará, le pregunto si estaría dispuesto a votar el presidente Carles Puigdemont. La respuesta es siempre la misma: "Puigdemont es nuestro presidente", que es, por cierto, el que la gente canta a las manifestaciones. No se escucha ningún otro nombre. Sólo el suyo. No me imagino que otro independentista quiera convertirse en el Patxi López catalán aprovechando la aplicación del artículo 155 y el exilio del presidente. El lehendakari socialista lo fue gracias a la ilegalización de la izquierda abertzale, aquí se quiere sustituir el Gobierno destituido para matar el independentismo. Como el presidente Puigdemont ya ha dicho que sólo se presentará a las elecciones del 21-D en una lista unitaria, bajo la forma jurídica que sea, cuando eso pase, no duden a votarlo. Será una manera de reivindicarlo y de protegerlo de los oportunistas y de los que en la primera de cambio lo acusan de cobarde. Quien quiera recuperar la República tiene que votar. A quien no quiera acatar el 155, sólo puede restaurar Puigdemont a la presidencia.