Lo siento. Estoy de acuerdo con Marta Pascal cuando dice que “no nos podemos permitir el lujo de celebrar elecciones”. ¿Qué ganaría el soberanismo si se repitieran las elecciones? De entrada, nada. Las circunstancias no cambiarían tanto. Incluso podrían empeorar si la CUP rentabilizara la mala imagen que está ofreciendo ERC a los electores que votaron a los republicanos confiados de que ellos serían la garantía de no se sabe qué. La intransigencia ideológica de la CUP ha sido resultado de eso y no de otra cosa, de ahí las dificultades para investir a Jordi Sánchez y a Jordi Turull. Porque supongo que la CUP sabe que Turull y Puigdemont llevan militando en el mismo partido desde hace años y de que juntos encararon los famosos recortes y otros hechos que acabaron con el prestigio de CDC.

Cualquier estratega sabe que repetir las elecciones conlleva un gran riesgo. En primer lugar, porque es absurdo querer repetir unas elecciones que ya has ganado con el único indicador que quizás podrías obtener unos cuantos escaños más de los que ya tienes ahora. Eso sería como si el Barça se planteara repetir la final de Copa porque cree insuficiente el 0-5 que le marcó al Sevilla con la esperanza de un 0-7 o de un 0-10. ¿No sería contrario al sentido común arriesgarse con esa única esperanza? Si Messi no estuviera fino el día de la repetición del partido, quizás podría ocurrir lo contrario. En Roma pasó. Y a Artur Mas, también le pasó. Cuando en 2012 decidió anticipar las elecciones cometió un error de cálculo inmenso. Quería arrasar y acabó perdiendo la ventaja que tenía. Entonces la decisión se tomó confiando en las encuestas. Ahora, en cambio, la decisión se tomaría chupándose un dedo para saber de dónde sopla el viento.

Es urgente que los soberanistas elijan al president provisional y formen el nuevo Govern si no quieren perder hasta la camisa

Si no gobierna el soberanismo, gobierna el unionismo mediante el 155. No hay término medio. El Estado controla las finanzas de la Generalitat, destituye a altos cargos y obliga perseguir a los organizadores del 9-N. Cuando me cruzo con alguien que me dice que formar gobierno no conseguirá acabar con la injerencia asfixiante del Estado, le respondo que es muy distinto que un conseller o consellera dirija un departamento que estar dirigido por los ministros españoles. A mí me ha destituido Montoro, con el aval del monarca, porque es un real decreto. Lean los argumentos previos al anuncio de la destitución. Con un president y un Govern votados por el Parlament eso sería imposible. Hablo de mi caso pero vale para todo el mundo. Ahora y durante el tiempo que se tardara en repetir las elecciones y volver a intentar investir a alguien. Además, ¿quién se puede llegar a creer que el gobierno español y sus aliados de Cs y PSOE permitirían que Carles Puigdemont pudiera repetir como candidato en unas nuevas elecciones? De momento, el MHP es diputado y, según cómo evolucione la política catalana y española, siempre se podrá intentar investirlo. No demos nada por perdido, porque estamos ganando muchas batallas, dentro y fuera de Catalunya. Entiendo perfectamente a los que quieren llevar la tensión hasta el límite, pero, siguiendo la doctrina de Jordi Sánchez, es necesaria esa “llum al ulls i força al braç” del Cant de la Senyera para estar seguros de que la conquista democrática del 1 de octubre seguirá adelante.

Si Manuel Valls dice que pueden contar con él en la “guerra” contra el procés, el soberanismo necesita recuperar el gobierno para combatir a los unionistas y dirigir al interior esa “guerra”. Para conseguir el retorno del president y para liberar a los presos, mientras se encarga también de la restitución institucional para ordenar la administración catalana que el 155 ha paralizado casi completamente. Este será un gobierno provisional. No puede ser otra cosa después de que el “Gobierno” de los jueces haya impedido investir presidente a tres diputados de la mayoría parlamentaria soberanista. Es urgente que los soberanistas elijan al president provisional y formen el nuevo Govern si no quieren perder hasta la camisa.

Los pesos pesados de Junts per Catalunya, empezando por los presos y los exiliados, no quieren repetir las elecciones. Solo las habrá si les obligan. Y ese es el mensaje que deberían transmitir para no generar una incertidumbre mayor. La gente necesita que sus dirigentes hablen en plata y sean valientes y transparentes. Repetir elecciones sería como reconocer que el soberanismo es tan débil que es incapaz de superar las barreras y las trampas que va construyendo el unionismo monárquico. Si el 1-O el pueblo tomó la decisión de aguantar las palizas de la policía para poder ejercer el derecho en voto, los grupos soberanistas tienen la obligación de recuperar el poder. Solo así podrán proteger la poca democracia que nos queda. Repetir las elecciones es la peor alternativa de todas las posibles. Atrevámonos a formar Govern y luchemos contra el tripartito del 155. No tengamos miedo y seamos fuertes. Y es que quien tiene miedo, advierte un proverbio kurdo, cae en desgracia.