Leí en Twitter un gag del programa de los Òscars, La competència, el que se anuncia diciendo: “De lunes a viernes, de 12 a 13 h. En RAC1. Un programa de humor basado en hechos reales”. En el programa de anteayer soltaron lo siguiente: “Zoraida: Buenos días. Ha llamado usted a la Generalitat de Catalunya. Para consultar los números ganadores de la loto 6/49, marque 1. Para cualquier otra consulta sobre temas más importantes, llame directamente a Moncloa”. El gag puede ser interpretado de muchas maneras. Podría ser una crítica a la Generalitat o podría ser que fuera un gag rabiosamente independentista, puesto que pone de manifiesto la insuficiencia de recursos con los cuales cuenta el gobierno catalán, que tuvo que inventarse una lotería que, según la propaganda y la ley, “destina el 100% de sus beneficios a programas sociales”. Cosas de la época del autonomismo para suplir la carencia crónica de financiación y el déficit fiscal.

Pero vivimos unos momentos que no son especialmente propensos al humor. La pandemia y la represión no cejan. Pero como que yo soy de esas personas que cree que todo es política, el humor incluido, hacer crítica vale para todo el mundo. Polònia es el paradigma de programa humorístico de televisión que no solo pretende divertir, sino que intenta descaradamente modificar la percepción de la gente sobre personas, situaciones, e incluso distorsionar la realidad. Como escribió ya hace unos años el estimado Josep Fontana en la revista Afers, la unanimidad no existe y, en consecuencia, la neutralidad, tampoco. Los guionistas de los programas de humor tienen ideología —fascista, de izquierdas o liberal—, y la reflejan en sus gags. La realidad es siempre muy compleja. Decía Anaïs Nin que no vemos las cosas tal y como son, sino que las vemos tal y como somos nosotros. No le faltaba razón. Por eso a veces las encuestas y las estadísticas son buenas. Nos alejan de la mera opinión.

Para saber que la gente está preocupada no me hacía falta una encuesta, pero hoy he recibido un resumen del GESOP sobre la opinión ciudadana ante la Covid-19 y las cifras son agobiantes: la suma de los que están muy o bastante preocupados es de un 85,2% respecto de los 1.600 encuestados. Mucha gente. A pesar de que los que opinan que dentro de quince días estaremos peor disminuya un poco, y baje hasta el 83,4%, la preocupación sigue siendo muy alta. A la pregunta de cómo se siente de cara al futuro, ocurre como con la opinión de la gente sobre la independencia. Los resultados son ajustados: el 53,7% de los encuestados son poco o nada optimistas sobre el futuro y un 44,7% tiene esperanza en él. Ya lo ven, que cada cual haga la correlación que quiera respecto a las actitudes políticas. Pero el 73,8% de encuestados responden que tienen poca a cero confianza en que dentro de en un año la situación económica haya mejorado. Solo el 24% ve un poco (19%) o mucha (5,2%) luz al final de los doce meses. Pintan bastos.

A pesar del poso de confianza que la ciudadanía tiene en el Govern de la Generalitat, según cómo gestionen esta segunda ola de la pandemia, el crédito podría agotársele fácilmente 

La última encuesta sociopolítica del CEO ayuda a perfilar cómo valoran los ciudadanos de Catalunya las instituciones en la gestión de la pandemia. De las 14 instituciones por las que se interroga, las cuatro primeras son Mossos d'Esquadra (1), los ayuntamientos (2), la OMS (3) y el Govern de la Generalitat (4), que tiene una media de valoración del 4,87, por encima del 4 que se considera un suspenso. El Parlament de Catalunya ocupa el sexto lugar, los medios de comunicación el noveno, el gobierno español el décimo y los partidos el doceavo. La Iglesia católica y la monarquía ocupan los dos últimos lugares, respectivamente. Por lo tanto, los de La competència, yerran. Quizás las cosas “importantes” estén centralizadas en Madrid, pero los ciudadanos de este país confían en su Govern y, ¡válgame dios!, en los Mossos que todo el mundo critica —los que ponen multas a quienes se saltan el toque de queda—, y en la Guardia Civil y la PN, que logran la misma media que el Govern. La diferencia es que un 61,6% de los encuestados han puntuado al Govern con un 5 o más y, cambio, la GC/PN el 5 o más lo obtiene del 55,5%.

Según una definición estándar de lo que significa gobernanza, esta sería la forma de gobernar que se fundamenta en la interrelación de los organismos encargados de la dirección política de un territorio y la sociedad civil, para dar mayor poder, autoridad e influencia a la ciudadanía en el momento de tomar decisiones que afectan directamente la vida pública. También se aplica al buen gobierno en sociedades complejas, globalizadas e interdependientes. Todos los gobiernos se llenan la boca con la palabra gobernanza, pero a menudo no la aplican. La pandemia ha puesto a prueba la relación entre gobiernos y sociedad civil, entre consejeras y consejeros y profesionales.

El propio CEO nos aporta datos sobre cómo valora la ciudadanía los grupos de profesionales que actúan ante la pandemia en una escala del 0 al 10, donde 0 es muy mala y 10 muy buena. Los resultados son inapelables: 1. Personal sanitario (9,19) y 3. Científicos (8,12). Los políticos, por contra, ocupan el último lugar —entre ocho— y solo obtienen una media del 3,45. Esto significa que el Govern no debería cantar victoria. A pesar del poso de confianza que la ciudadanía tiene en el Govern de la Generalitat, según cómo gestionen esta segunda ola de la pandemia, el crédito podría agotársele fácilmente. Lo que parece bastante irrecuperable es que los catalanes y las catalanas confíen en la Moncloa para “temas importantes”. Los periodistas también deberían ir con cuidado, porque se sitúan en el sexto lugar con una media del 5,40. Cuando el cuarto poder se tambalea y también se tambalean los gobiernos, mientras que los cuerpos de seguridad obtienen las mejores puntuaciones, es que no andamos bien. Quizás si los políticos y los periodistas cuestionaran menos a los profesionales, las cosas marcharían mejor.